Becarios
?Podemos volver por un momento al enojoso asunto de la becaria? Ya es posible hablar de ello con tranquilidad, dado que altas personalidades e instituciones han definido el contorno ¨¦tico y est¨¦tico del tremendo affaire que durante unos d¨ªas ha tenido en vilo a la sociedad espa?ola. Sabemos, por ejemplo, que un programa de humor ha vulnerado las normas m¨¢s fundamentales del periodismo.
Eso es oficial e indiscutible: lo ha dicho el presidente de la Asociaci¨®n de la Prensa de Madrid. Tambi¨¦n sabemos, porque lo hemos visto, que la prensa ha vulnerado las normas m¨¢s fundamentales del humorismo. Podemos ahorrarnos, por tanto, las disquisiciones filos¨®ficas. Todos culpables, y a otra cosa.
La otra cosa es la siguiente: el n¨²mero de la becaria constituye eso que algunos llaman "un momentazo televisivo", un hito en la peque?a historia de las televisiones espa?olas. No me gust¨® la pantomima urdida por Wyoming, aunque la tostada se oliera a kil¨®metros. Comprendo que la bronca ten¨ªa que resultar insultante para que funcionara como cebo. Comprendo que el entretenimiento televisivo vive de la audiencia, y se hace cualquier cosa por conseguirla. Lo comprendo, y sigue sin gustarme.
La econom¨ªa espa?ola fabrica 200.000 parados al mes y los trabajadores no tienen muchas m¨¢s opciones que el miedo y la sumisi¨®n; en un momento as¨ª, creo que no hay que abusar de los becarios ni en broma. Pero eso da igual: es materia opinable, y ya ha opinado gente mucho m¨¢s sesuda que yo.
El hecho indiscutible es la repercusi¨®n medi¨¢tica de la farsa. La bronca de la becaria se ha convertido en un lugar com¨²n, como lo fueron la empanadilla de M¨®stoles o, a¨²n m¨¢s antiguamente, aquel hombre del tiempo que se apost¨® el bigote y lo perdi¨®. En La Sexta van a poder vivir de ello durante un tiempo.
El mi¨¦rcoles, Buenafuente abund¨® en el tema y le sali¨® una joya: sac¨® una "becaria" al plat¨®, llam¨® por tel¨¦fono a Wyoming y, gracias a un mini-gui¨®n excelente (?de d¨®nde sacar¨¢ Buenafuente unos guionistas tan buenos?), ofreci¨® unos minutos de pura diversi¨®n. En ¨²ltimo extremo, el negocio consiste en eso.
egonzalez@elpais.es
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