Invitaci¨®n de una noct¨¢mbula
Las an¨¦cdotas sobre Silvina Ocampo (Buenos Aires, 1903-1993) alimentan la leyenda de una autora tan discreta como original. Se dice que le bastaron tres letras para resumir el encuentro m¨¢s importante de su vida: "ABC", contest¨® ante la pregunta, por el escritor Adolfo Bioy Casares, a quien le llevaba 11 a?os y con quien se cas¨® en 1940. Otra la sit¨²a en los bosques del barrio de Palermo, esperando a un amigo que al llegar se sorprende de verla con un hombre a quien, a su turno, ella presenta sin m¨¢s: "El se?or es el exhibicionista de Palermo". Una tercera la enfrenta a una lectora que la confunde con otra escritora (best seller en su tiempo), con quien comparte el nombre de pila, ante lo cual sin que le tiemble la mano, Ocampo estampa el aut¨®grafo que le piden: "Silvina Bullrich". A esos chispazos de anticonvencionalidad y al portento de su obra exc¨¦ntrica y audaz, en la cual lo cotidiano se revela como el mejor estuche de lo fant¨¢stico y la servidumbre toma la casa, recreando el costumbrismo, Ej¨¦rcitos de la oscuridad (Sudamericana), hasta ahora in¨¦dito y publicado hace unos meses en la Argentina, suma la bit¨¢cora de una intimidad, la riqueza del entretel¨®n y la sazonada complejidad de las entrel¨ªneas. "Es como un diario en el que conviven personas, cosas, animales, lugares que me han gustado. Alguna lectura de infancia, alg¨²n hecho incre¨ªble de ciertos personajes (...) Tal vez sea el libro que m¨¢s me gusta...", anticip¨® la autora de Y as¨ª sucesivamente en una entrevista de 1979. P¨¢ginas que pueden leerse en paralelo con sus cuentos y poemas, iluminando el origen de argumentos, fascinaciones e ideas que Ocampo escribir¨ªa y reescribir¨ªa a lo largo de su vida.
Casas que navegan y crujen como barcos, retazos de sue?os y esquirlas de pesadillas, un ni?o que al dibujar cada noche delinea el futuro de su madre, fragmentos de di¨¢logos reinterpretados d¨¦cadas despu¨¦s, predilecciones y asombros, la genealog¨ªa de ciertos rostros en la que caben desde clept¨®manas de alta sociedad que birlan s¨¢banas, pa?uelos o ceniceros hasta una vieja sirvienta que se casa a los 60 a?os con un almacenero rico son algunas de las extra?as criaturas que pueblan las cuatro secciones del libro ('Inscripciones en la arena', 'Ej¨¦rcitos de la oscuridad', 'Epigramas' y 'Analectas'). "Desde la infancia veo en la oscuridad total de un cuarto, cuando estoy por dormirme, una suerte de raudo ej¨¦rcito azul y colorado que avanza en direcci¨®n a m¨ª hasta que se pierde (...) Ese ej¨¦rcito fue siempre para m¨ª el ej¨¦rcito de la noche (...), la noche, que para m¨ª es un sitio, el sitio m¨¢s importante del mundo", explica Ocampo en el apartado que da nombre a todo el libro. Recogido en un cuaderno regalado por y dedicado a la poeta Alejandra Pizarnik (el presunto romance entre ambas da para otro art¨ªculo), hallado entre los papeles personales de Ocampo, el texto es fechado por Ernesto Montequin, a cargo de la edici¨®n, entre mayo de 1969 y enero de 1970, por razones que explica en una pormenorizada nota. All¨ª cuenta tambi¨¦n c¨®mo se sumaron a ¨¦l las otras tres series, enlazadas por el cariz autobiogr¨¢fico, aunque escritas en ¨¦pocas diversas.
Metr¨®nomo de insomnios, identikit de una noct¨¢mbula que se revela alternativamente ir¨®nica ("Morir no sienta a cualquiera. Vivir tampoco") o tierna ("creo en las mentiras, por amabilidad, cuando me las dedican"), el libro despliega entre sus tesoros bocetos de argumentos que Ocampo despu¨¦s escribir¨ªa (o no), confidencias ("cuando digo uno nunca pienso en m¨ª"), m¨¢ximas ("no lleves al infierno los retratos del cielo") y hasta la enumeraci¨®n del zool¨®gico particular de sucesivas mascotas (casi todas de destino infausto) que compartieron su ni?ez ("una cabra blanca, un petizo, un gato, un caballo tobiano...") . Fragmentos en los cuales la autora de Los traidores bendice la deriva y acepta el v¨¦rtigo de esas noches en blanco que matiza con filosos apuntes sobre la realidad: "Hoy, por radio, J.L.B. dijo que detesta -no s¨¦ si emple¨® esta palabra- el lujo. No se da cuenta que la literatura, el arte en general, es un lujo" (las iniciales apuntan a Jorge Luis Borges, amigo del matrimonio).
Otras veces celebra la perturbaci¨®n que su imaginaci¨®n desatada produce en su entorno. Como el argumento sobre una mujer que quiere hacerse violar y escoge ropas y sitios que puedan provocar el hecho: "Este cuento le parece obsceno a A. o que puede resultar pornogr¨¢fico una vez escrito". A no es otro que Bioy y el cuento -esc¨¢ndalo al margen- fue publicado en Los d¨ªas de la noche como 'Las vestiduras peligrosas'.
Sexta hija y menor de una familia acomodada, estudiante de dibujo y pintura en Par¨ªs con De Chirico y Fernand L¨¦ger, amiga de Italo Calvino (que prolog¨® sus cuentos), traductora de Emily Dickinson, hermana de Victoria Ocampo (fundadora de la m¨ªtica revista Sur y abeja reina del mundo cultural suramericano), esposa de un hombre bello como el sol e igual de infiel, Silvina Ocampo hizo del perfil bajo y la discreci¨®n un territorio de libertad, desde el cual se abraz¨® a la literatura como un modo de explorar el mundo y a s¨ª misma. Dej¨® muchos in¨¦ditos que, bajo el amoroso cuidado de Montequin, est¨¢n siendo rescatados en el marco de la Biblioteca Silvina Ocampo, que este libro integra. Desde la fotograf¨ªa de la portada, sentada en un sill¨®n, la mujer que peina canas, camisa a rayas, pantal¨®n negro, esp¨ªa -ahuecando las manos e improvisando un largavistas- a quien ha tomado el volumen. Es una met¨¢fora precisa: el rostro escamoteado invita a develar el enigma escondido en esos textos. Misterios de una obra imprescindible, que no deja de crecer, mientras Silvina, divertida, parece invitar desde la foto: "?Jug¨¢s?".
Raquel Garz¨®n (C¨®rdoba, Argentina, 1970) es autora, entre otros, de los libros de poes¨ªa Monstruos privados (2006) y Riesgos de la noche (2001), ambos en Alci¨®n.
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