Probablemente no existen
Curiosa campa?a la de los anuncios en los autobuses en los que se duda de la existencia de Dios y se incita a obrar en consecuencia. No entiendo la irritaci¨®n que ha provocado en la jerarqu¨ªa cat¨®lica: la esencia misma de la fe es la incertidumbre (por eso los protestantes propugnan la salvaci¨®n por la fe sin necesidad de buenas obras). La campa?a, m¨¢s agn¨®stica que atea, me parece ingenua, una tempestad en un vaso de agua: si lo que se pretende es ¨¦pater le bourgeois, llega casi un cuarto de siglo con retraso porque estas cosas son como de mayo del 68; y, desde luego, no hace falta incitar a nadie a que viva libremente su vida, pues en Occidente es lo que la gente lleva haciendo dentro de sus posibilidades desde entonces.
Sin embargo, la idea es buena, s¨®lo que est¨¢ mal planteada. Para que una duda existencial produzca efectos traum¨¢ticos y se sigan consecuencias dr¨¢sticas en la conducta de las personas es preciso que se enfrente a evidencias patentes. Por ejemplo, imaginen que los autobuses llevan en la trasera la siguiente inscripci¨®n: "Alfonso Novo, el concejal de tr¨¢fico, probablemente no existe. Deja de preocuparte y disfruta de Valencia". ?La que se armar¨ªa! Cientos de ciudadanos creer¨ªan que la Gran V¨ªa es una avenida urbana y no un circuito de F¨®rmula 1, as¨ª que pasar¨ªan tranquilamente con el sem¨¢foro en verde o simplemente esperar¨ªan al borde de la calzada (y naturalmente caer¨ªan como moscas: ahora solo mueren uno o dos a la semana). O esta otra inscripci¨®n: "Vicente Soriano probablemente no existe. Deja de preocuparte y disfruta con el Valencia CF". Por fin somos un club -pensar¨ªa el aficionado-, y no un negociete especializado en dar pelotazos: ahora, cada vez que animo al equipo, no pensar¨¦ que soy un tonto ¨²til que s¨®lo sirve para llenarle los bolsillos al presidente
M¨¢s ejemplos. ?Y si hubiera autobuses con la leyenda: "Carlos Fabra probablemente no existe. Deja de preocuparte y disfruta de Nules"? Tremendo: los jueces y funcionarios del juzgado que pidieron destino en esa localidad de La Plana y que acumulan bajas por estr¨¦s o por maternidad -incluidos varones y damas a las que se les pas¨® la edad- recuperar¨ªan la alegr¨ªa de vivir y de trabajar, que buena falta les hace con la que se est¨¢ armando en el gremio judicial. Tampoco en Alicante son mancos. ?Qu¨¦ tal un autob¨²s con el anuncio "Probablemente el constructor Enrique Ortiz no existe. Deja de preocuparte y disfruta de los humedales de Rabassa"? Demasiado bueno para ser verdad: los ciudadanos se echar¨ªan al monte y quedar¨ªan atrapados por esa especie de laberinto de hormig¨®n que acabar¨¢ siendo una banlieue marginal a lo castizo.
Los gur¨²s de la nueva econom¨ªa, los mismos que nos han llevado al desastre, recomiendan encarecidamente la recuperaci¨®n de la confianza como b¨¢lsamo de Fierabr¨¢s para curar nuestras heridas. El remedio es universal, pero en la Comunidad Valenciana, donde estamos m¨¢s hundidos que en ninguna otra parte y encima no nos hemos enterado, hacen falta remedios radicales. Aqu¨ª no sirven de nada los est¨ªmulos fiscales o la inversi¨®n en I+D. La campa?a de los anuncios en autobuses parece ser la ¨²nica soluci¨®n para recuperar el optimismo. Lo malo es que, como nos han enga?ado tantas veces gracias a Canal 9, yo ya no me f¨ªo ni de mi padre. ?Y si los autobuses que circulan por la Comunidad Valenciana tampoco fuesen reales porque el agujero de la deuda auton¨®mica se los hubiese tragado hace a?os? Eso explicar¨ªa la pinta de Matrix que tienen todos esos personajes de los anuncios, as¨ª que ¨¢ndense con ojo.
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