Menos esforzarse, m¨¢s exigir
El presidente Obama habl¨® en su discurso de toma de posesi¨®n de una nueva era de "responsabilidad", y desde entonces debe de haber habido centenares, o miles, de pol¨ªticos que han repetido la palabra, en sus m¨²ltiples significados y aplicaciones, como si fuera la llave que cerrara la puerta a la crisis mundial. A muchos ciudadanos, sin embargo, esos continuos llamamientos a la responsabilidad les crea m¨¢s confusi¨®n que otra cosa. ?Acaso la mayor¨ªa de ellos no ha sido responsable, cumplidora de la ley, pagadora de sus impuestos, votante en las m¨²ltiples elecciones nacionales, federales o municipales, y trabajadora, a veces hasta la extenuaci¨®n? ?Sirvi¨® de algo todo eso para conservar sus empleos, conseguir el cr¨¦dito que necesita su peque?o negocio o evitar la formidable crisis que amenaza con llevarse por delante sus fondos de pensiones y hacer m¨¢s dif¨ªcil su propio porvenir y el de sus hijos? ?Realmente es justo abrumarles, encima, con llamamientos a la responsabilidad, el trabajo duro y el esfuerzo? Pero ?si es precisamente eso lo que la mayor¨ªa ha hecho durante toda su vida...!
No parece que el problema haya estado en la falta de responsabilidad de los ciudadanos ni que las cosas vayan a ir mejor porque nos esforcemos mucho. Sinceramente, es m¨¢s probable que las cosas vayan mejor si los ciudadanos presionamos mucho. Presionar a los pol¨ªticos, exigirles que promuevan los cambios institucionales y econ¨®micos necesarios para conseguir que el sistema nos sirva a los ciudadanos y no al contrario. Presionar y exigir, sin desmayo, sin dejarse convencer ni marear, para evitar que esta crisis, y todo el esfuerzo, el trabajo duro y la angustia, no sirva finalmente m¨¢s que para arreglar lo que est¨¢ roto, limpiar un poco la fachada y los cascotes del sistema y apa?¨¢rselas a fin de que, dentro de un tiempo y por encima de mucho sufrimiento, la cosa pueda volver a tirar unos a?os m¨¢s. Ser¨ªamos realmente tontos si no exigi¨¦ramos que esta formidable crisis no se resuelva arreglando y volviendo a levantar lo que nos fastidi¨®, a la espera de la pr¨®xima, sino cambiando, haciendo de nuevo, reformando de arriba abajo las instituciones, transformando los mecanismos y las estructuras que sea necesario reemplazar.
Alguien deber¨ªa empezar a hacer llamamientos, no para que los ciudadanos aumenten su capacidad de encajar golpes, sino para que incrementen su presi¨®n para lograr que el sistema no pueda volver a sacudirles.
En lugar de escuchar a los ap¨®stoles del sacrificio, la abnegaci¨®n y la renuncia, a quienes predican la expiaci¨®n (de los males y pecados cometidos por otros), los ciudadanos podr¨ªamos prestar m¨¢s atenci¨®n a los debates sobre los cambios que es necesario introducir en el sistema y exigir a nuestros pol¨ªticos y representantes que participen en ellos, que expongan sus ideas, que nos las expliquen y que las defiendan en todos los foros en los que participan. Esta vez no deber¨ªa bastar con cuatro generalidades y tres lugares comunes. Esta vez hace falta saber si nuestros pol¨ªticos tienen reformas radicales y profundas que proponernos.
Es cierto que las circunstancias exigen movimientos r¨¢pidos, como las nuevas pol¨ªticas fiscales y nuevas regulaciones de los mercados financieros, en las que tanto han insistido la mayor¨ªa de los pol¨ªticos, desde Obama hasta Merkel, pasando por Brown o Rodr¨ªguez Zapatero. Por supuesto. Incluso alguien de trayectoria tan conservadora como el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, propon¨ªa hace unos d¨ªas en The Financial Times una "era de la responsabilidad" en la que los Gobiernos destinaran, ya, el 0,7% de su PIB a pol¨ªticas de desarrollo (los efectos de la crisis van a ser brutales en los pa¨ªses m¨¢s pobres del globo, como consecuencia, entre otras cosas, de la radical disminuci¨®n de las remesas de sus emigrantes) o en la que se completara, de una vez, la Ronda de Doha, a fin de poner freno al creciente proteccionismo de los pa¨ªses ricos y permitir un cierto desahogo a las econom¨ªas emergentes. Todo eso es, o mejor dicho deber¨ªa ser, indiscutible. Pero de lo que se trata esta vez es de algo m¨¢s radical: ?qu¨¦ hay que rehacer, cambiar o reconstruir en la econom¨ªa de mercado?
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