La cara oculta de Aguirre
Su control de casi todos los resortes del poder econ¨®mico y local en Madrid es personal. No delega. Nombra y reparte cargos a cualquier nivel. Bajo el r¨¦gimen de Esperanza Aguirre nadie se fia de nadie.
E l primer logro de Esperanza Aguirre en Madrid fue promover la plantaci¨®n de un mill¨®n de ¨¢rboles en la capital durante su etapa como concejal de Medio Ambiente en el Ayuntamiento. As¨ª lo hacen constar las biograf¨ªas oficiales. Durante su primera campa?a como candidata a la presidencia de la Comunidad, una persona de su entorno la recomend¨® que no abusara en p¨²blico de ese resultado.
-No vaya a ser que alguien se ponga a contarlos.
La maquinaria del Partido Popular en Madrid prepar¨® con profesionalidad la campa?a de una candidata como Esperanza Aguirre a las elecciones auton¨®micas de 2003 para dar satisfacci¨®n a una apuesta personal del presidente Aznar, que quiso jugar al ajedrez con el destino. Un reci¨¦n llegado Zapatero hab¨ªa colocado a Trinidad Jim¨¦nez como cartel electoral del PSOE al Ayuntamiento. Zapatero quer¨ªa la capital y Aznar movi¨® ficha: defender¨ªa la plaza con un peso pesado como Gallard¨®n y dejar¨ªa la Comunidad para Aguirre.
La recomendaron vestir de Zara para aliviar su imagen de marquesa consorte y la pasearon por los pueblos
"Maltrata a los que percibe como d¨¦biles. Es de las que tutean a quienes sabe que no la pueden tutear"
Con Aguirre en el Gobierno, Telemadrid supera el list¨®n: censura y parcialidad son vicios generales
El poder que emana de Aguirre y Gonz¨¢lez explica que germine el juego sucio en defensa de intereses particulares
Anunci¨® que si los jueces daban la raz¨®n a los m¨¦dicos del Severo Ochoa ser¨ªan readmitidos. Tras el fallo judicial no hizo nada
"La ideolog¨ªa liberal de Aguirre es pura fachada. Su comportamiento est¨¢ m¨¢s cerca de Hugo Ch¨¢vez que de Merkel"
No hab¨ªa mucho tiempo para cambiar la imagen de una candidata cuya gesti¨®n al frente del Ministerio de Educaci¨®n y Cultura era mejor recordada por sus meteduras de pata y su desparpajo ante las c¨¢maras del programa Caiga quien caiga que le dedicaba semanalmente un espacio estelar. Esa popularidad televisiva era un punto a favor. Por lo dem¨¢s, Aguirre no ten¨ªa ning¨²n peso pol¨ªtico en el partido en Madrid. No conoc¨ªa la realidad de Madrid. Tampoco ten¨ªa equipo, salvo un cuarteto de asesores externos con los que se reun¨ªa peri¨®dicamente en la sede que por entonces ten¨ªa la Fundaci¨®n FAES en la calle de Vel¨¢zquez. En ese cuarteto figuraban dos periodistas: Miguel ?ngel Rodr¨ªguez, primer portavoz del Gobierno Aznar, y Manuel Soriano, quien fuera su jefe de prensa en el ministerio. De la importancia de estos asesores se supo tiempo despu¨¦s.
La maquinaria del partido dise?¨® una estrategia sencilla. La recomendaron vestirse al estilo Zara para aliviar su imagen de marquesa consorte y la pasearon por los pueblos de Madrid, a la sombra de Ruiz-Gallard¨®n. Su capacidad para conectar con el ciudadano medio era evidente pero, al mismo tiempo, su desenfado era temerario: no parec¨ªa afectarle demasiado dejar al desnudo su ignorancia ante alcaldes y t¨¦cnicos. En una primera reuni¨®n con los consejeros de la Comunidad de Madrid para empaparse de la realidad de la regi¨®n, Esperanza Aguirre dej¨® impresionados a los presentes. Lejos de adoptar una actitud humilde, termin¨® tach¨¢ndoles de socialdem¨®cratas. Y luego estaban algunos otros detalles menos conocidos de su personalidad: durante el desplazamiento a un acto electoral era capaz de pasarse el viaje discutiendo con el ch¨®fer sobre la ruta a seguir antes que aprovechar el tiempo para repasar el discurso. Aguirre era un personaje ca¨®tico y temerario. No ocultaba la irritaci¨®n que le produc¨ªa tener que cerrar los actos despu¨¦s de su compa?ero de partido, de quien envidiaba que su campa?a disfrutara de mayor presupuesto. Su entorno comenz¨® a vivir emociones fuertes. Ante la posibilidad de una derrota electoral vistas las encuestas y que su imagen no acababa de despuntar, solt¨® una frase lapidaria que sorprendi¨® a quienes la escucharon: "Si pierdo, ser¨¢ culpa de Aznar".
Esperanza Aguirre era por entonces un personaje secundario en el partido. Cinco a?os despu¨¦s, nadie puede afirmar lo mismo.
Un lustro despu¨¦s, Aguirre ha tomado al asalto buena parte de las instituciones del poder local madrile?o. Y domina el partido en Madrid. Cinco a?os despu¨¦s, Aguirre es reconocida como seria candidata a la presidencia nacional del PP si Rajoy termina por sufrir un nuevo fracaso. Quiere ser presidenta del Gobierno. No oculta sus intenciones. Una poderosa maquinaria propagand¨ªstica est¨¢ de su parte y en ello tienen mucha responsabilidad aquellos asesores externos de la calle de Vel¨¢zquez. Aguirre ocupa mucho espacio. Hace oposici¨®n a su propio partido y al Gobierno central. Es tan inc¨®moda para Rajoy como pueda serlo para Zapatero. En una biograf¨ªa autorizada escrita en 2006 por la periodista Virginia Drake, titulada sin inocencia Esperanza Aguirre. La presidenta, recibe calificativos como "leal", "brutalmente sincera", "austera", "decidida", "mandona" e "hiperactiva". El libro resalta un lema que gu¨ªa su conducta: "Delega todo, menos la supervisi¨®n". El libro podr¨ªa haberse enriquecido con otros calificativos que se desprenden de los comentarios de personajes que colaboran o han colaborado con ella en los ¨²ltimos tiempos. Populista. Temeraria. Obcecada. Trabajadora. Ambiciosa. Ca¨®tica. Implacable. Astuta. Intolerante. D¨¦spota. Sobre su capacidad para delegar decisiones existe un criterio un¨¢nime: ninguno de sus consejeros tiene autonom¨ªa de decisi¨®n. Aguirre controla con mano de hierro los aspectos fundamentales de la gesti¨®n. Y a veces, incluso, los accesorios.
"Es capaz de discutir con los arquitectos o los ingenieros aspectos t¨¦cnicos de una obra aun siendo consciente de su ignorancia en la materia. Puede obligar a ubicar la instalaci¨®n de una estaci¨®n de metro donde se le ocurre, dando la impresi¨®n de que la opini¨®n que ha escuchado a un vecino pueda tener el mismo peso que el dictamen de un experto. Puede hacer la pregunta m¨¢s peregrina sobre el mobiliario de un edificio en construcci¨®n. O puede obligar a pintar de nuevo la fachada de un hospital porque no le gusta el color", recuerda un ex consejero.
Otro colaborador no reprime su opini¨®n: "Maltrata a los que percibe como d¨¦biles, lo cual es una condici¨®n muy propia de personas de la clase alta. Es de las que tutean a quienes sabe que no la pueden tutear". Este aspecto menos conocido de la personalidad de Aguirre se manifiesta desde anta?o. La conoce quienes han sido v¨ªctimas de su forma de ejercer la autoridad. Elena Salgado, actual ministra de Administraciones P¨²blicas, ha tenido serios enfrentamientos con Aguirre, los m¨¢s notorios durante su periodo como ministra de Sanidad como consecuencia de la resistencia de Aguirre a aplicar las normas de la ley antitabaco en la Comunidad de Madrid. Pero Elena Salgado fue durante unos meses directora de la Fundaci¨®n Teatro L¨ªrico, responsable por tanto del Teatro Real de Madrid, dependiente del Ministerio de Educaci¨®n y Cultura en aquel entonces, cuyo titular era Esperanza Aguirre. Elena Salgado nunca ha olvidado la llamada telef¨®nica en la que Aguirre le comunic¨® su cese. El tono y el contenido de esa breve conversaci¨®n dice mucho sobre ciertos rasgos de Aguirre. Quiso ser amable y al mismo tiempo implacable. Y astuta, porque dej¨® la huella de un culpable.
-Elena, siento decirte esto porque nuestros hijos van al mismo colegio, pero el secretario de Estado me ha dicho que no puedes seguir en el cargo ni un minuto m¨¢s.
Aguirre pod¨ªa parecer una candidata d¨¦bil y sin apoyos pol¨ªticos en la primavera del a?o 2003. Es m¨¢s, su carrera pol¨ªtica parec¨ªa acabada tras su fracaso electoral en Madrid frente a un candidato sin gancho como el socialista Rafael Simancas. La derrota de Aguirre significaba el primer gran ¨¦xito de Zapatero. Sin embargo, un suceso grave, extra?o y nunca suficientemente investigado, modific¨® su destino: los diputados socialistas Tamayo y S¨¢ez cambiaron inexplicablemente el sentido de su voto en la Asamblea de Madrid y alteraron la decisi¨®n popular. Las elecciones debieron repetirse y Aguirre conquist¨® la presidencia en octubre. Aquel asunto dej¨® un rastro maloliente procedente de las alcantarillas de la pol¨ªtica madrile?a. ?Qu¨¦ estaba pasando en Madrid? ?Qu¨¦ extra?os intereses se cocinaban? Cinco a?os despu¨¦s, cuando el asunto parec¨ªa olvidado, vuelve el mal olor a la capital: los pol¨ªticos se esp¨ªan unos a otros, circulan informes comprometedores, florecen ex polic¨ªas haciendo tareas de vigilancia y agencias de detectives pagadas por qui¨¦n sabe qui¨¦n. Y en el centro de ese c¨ªrculo vicioso vuelve a estar Esperanza Aguirre.
Claro est¨¢ que todo parec¨ªa haber cambiado en un lustro. Radicalmente. Aguirre se hab¨ªa convertido en un peso pesado del Partido Popular. Su tenacidad hab¨ªa superado la prueba. Algunos de aquellos asesores externos a quienes gente del partido no tomaron en consideraci¨®n en el a?o 2003 revelaron su decisiva influencia tiempo despu¨¦s. Manuel Soriano, por ejemplo, fue nombrado director de Telemadrid. Su trabajo no pas¨® desapercibido tras desmontar unos servicios informativos que gozaban de cierta credibilidad.
Telemadrid superaba el list¨®n. Censura y parcialidad son vicios generales en las cadenas auton¨®micas. Pero algunos sucesos demostraban que Telemadrid estaba al servicio no s¨®lo de la presidenta, sino de una estrategia de calado pol¨ªtico de m¨¢s altos vuelos. Un ejemplo bien patente fue una tarjeta manuscrita de Manuel Soriano dirigida al jefe de gabinete de Esperanza Aguirre, Regino Garc¨ªa-Badell Arias. Con relaci¨®n a un documental sobre la investigaci¨®n de los atentados en Madrid del 11 de marzo de 2004 (Tres d¨ªas de marzo), Soriano escrib¨ªa: "P¨¢saselo a la presidenta", rezaba el manuscrito, "creo que ha quedado bastante bien cinematogr¨¢ficamente... e ideol¨®gicamente". Para ser un presunto reportaje de investigaci¨®n, el t¨¦rmino "ideol¨®gicamente" era bastante significativo. Tiempo despu¨¦s, Telemadrid fue protagonista de otro episodio: la manipulaci¨®n de un reportaje para demostrar que el aeropuerto de Barajas era un coladero de inmigrantes. Unos reporteros guiados por un polic¨ªa manipularon una puerta de acceso para hacer creer que se pod¨ªa evitar el control policial. Los manipuladores no se percataron de que estaban siendo grabados por unas c¨¢maras de seguridad.
Tras la televisi¨®n, Esperanza Aguirre inici¨® una implacable conquista de todas y cada una de las instituciones de poder local y econ¨®mico de la capital. En el cap¨ªtulo econ¨®mico, no le import¨® provocar algunos conflictos para hacerse con los mandos del Ifema o la C¨¢mara de Comercio. Tambi¨¦n ha mantenido disputas con el Ayuntamiento de Madrid en Metro o el Consorcio Tur¨ªstico. Y ¨²ltimamente se ha lanzado al asalto de Cajamadrid, su maniobra m¨¢s reciente, todav¨ªa sin consumar. En el terreno pol¨ªtico, primero actu¨® en la Comunidad, donde fue barriendo a todos cuantos mostraron cierto grado de fidelidad al alcalde Gallard¨®n. Luego, cerr¨® el c¨ªrculo con el PP en Madrid.
Aguirre no tard¨® mucho en mostrar otros rasgos de su personalidad tanto en labores de oposici¨®n como en la gesti¨®n de algunos casos especialmente sensibles. Uno particularmente grave fue el conocido como caso de las sedaciones en el hospital de Legan¨¦s. A primeros de marzo de 2005 llega una denuncia an¨®nima al despacho del consejero Manuel Lamela acerca de 400 supuestas sedaciones irregulares en pacientes terminales del hospital Severo Ochoa de Legan¨¦s, con resultado de fallecimiento. Esa denuncia pon¨ªa en entredicho la honorabilidad de 11 m¨¦dicos, dirigidos por Manuel Montes, responsable de las urgencias de dicho hospital, la mayor¨ªa de ellos doctores de conocida ideolog¨ªa pol¨ªtica izquierdista. Una denuncia parecida hab¨ªa sido investigada en el a?o 2003, con el PP en el Gobierno de Madrid, y sobrese¨ªda tras una profunda inspecci¨®n que concluy¨® con un elogio a la profesionalidad de Montes y su equipo. Lamela, sin embargo, decide llevar el caso adelante y hacerlo p¨²blico, momento a partir del cual se monta el esc¨¢ndalo con Telemadrid al frente de las operaciones junto a otros medios informativos que acusan a los m¨¦dicos poco menos que de asesinos. Tras el caso emerge un debate ideol¨®gico acerca de la eutanasia. A pesar de las dudas que despierta la rigurosidad de la denuncia, Esperanza Aguirre defiende la posici¨®n de Lamela y termina dirigiendo la pol¨¦mica. Los m¨¦dicos son apartados de sus funciones, algunos deben emigrar a otra comunidad aut¨®noma porque se les advierte de que no encontrar¨¢n un puesto de trabajo en la sanidad madrile?a. Se nombran comisiones con expertos afines y se judicializa el caso esperando una sentencia favorable. Aguirre lleg¨® a manifestar que si los jueces daban la raz¨®n a los m¨¦dicos, ¨¦stos ser¨ªan readmitidos. Tras tres a?os de penalidades, de informes favorables, de dura batalla legal, los m¨¦dicos imputados fueron exonerados de toda mala praxis. Aguirre no movi¨® un m¨²sculo. No los readmiti¨®. Poco pareci¨® importar las consecuencias que tuvo aquel caso para los pacientes terminales de muchos hospitales. Demasiada gente muri¨® en medio de un sufrimiento innecesario. Seg¨²n Aguirre, aquella fue una batalla pol¨ªtica m¨¢s. Y, como suele sucederla con frecuencia, nunca acept¨® la derrota.
La conquista del poder en Madrid se produjo palmo a palmo. Aguirre no se ha limitado a una pol¨ªtica cl¨¢sica de nombramientos de hombres clave en puestos clave. Ni siquiera acepta de buen grado que haya familias a su alrededor. A pesar de lo que reza su biograf¨ªa oficial, no delega. Nombra. Y nombra a cualquier nivel: no permite que cada consejero se haga su propio equipo al completo. Elige desde una secretaria, hasta un director general o un secretario t¨¦cnico, pasando por un viceconsejero. "Que se lo pregunten a Luis Peral (consejero de Educaci¨®n), que conoci¨® a su viceconsejero en su toma de posesi¨®n", cuenta un ex consejero. As¨ª que el c¨ªrculo que rodea a la presidenta es al mismo tiempo muy estrecho y muy amplio. Y ah¨ª est¨¢ la clave de su poder.
Porque la toma de decisiones importantes se adopta en el c¨ªrculo m¨¢s estrecho. Realmente, sus colaboradores m¨¢s cercanos, sus fieles, son muy pocos. Tres, seg¨²n las fuentes consultadas: Regino Garc¨ªa-Badell, su jefe de gabinete y sobrino del difunto presidente del Gobierno franquista Carlos Arias Navarro, al que un director general que le conoce con profundidad define como "un hombre desencantado de la pol¨ªtica que proviene del anarquismo". Garc¨ªa-Badell es quien prepara los discursos de Aguirre y quien elabora los res¨²menes de algunos asuntos importantes. Luego est¨¢ Javier Fern¨¢ndez Lasquetty (colaborador de Aguirre en el Ayuntamiento de Madrid, el Ministerio de Educaci¨®n y en el Senado, secretario general de FAES y actual consejero de Inmigraci¨®n y Cooperaci¨®n). Y naturalmente, Ignacio Gonz¨¢lez, el vicepresidente, considerado como la mano derecha de Aguirre en la gesti¨®n de sus estrategias. Son los aguirristas en estado puro. El resto son reci¨¦n llegados, procedentes de diferentes sectores, peones en la estrategia conquistadora de la presidenta, una suerte de ex gallardonistas (Cort¨¦s y Beteta), de hombres de Rato (G¨¹emes), de supervivientes del entorno de ?lvarez del Manzano y de amigos o compromisos de Aznar. Aguirre ha utilizado el poder para tejer una tupida red de clientelismo llevada en algunos casos al extremo.
Porque Aguirre despacha con sus tres fieles pero atiende a todo aquel que la llame. Conocida es su adicci¨®n al tel¨¦fono m¨®vil, del que no se separa y que utiliza a cada momento, bien para enviar mensajes, bien para comentar alg¨²n detalle a cualquier hora del d¨ªa por inh¨®spita que pueda parecer. Aguirre no descansa. Duerme cuatro horas, seg¨²n su biograf¨ªa autorizada. Descansa apenas un cuarto de hora despu¨¦s de la comida, seg¨²n sus colaboradores, en un tresillo ubicado en su despacho privado, mucho m¨¢s peque?o que el oficial. All¨ª se siente como en casa. Atiende algunas reuniones sin importar su aspecto: "Estaba descalza", recuerda un colaborador, "envuelta en una peque?a manta y con las medias bajadas hasta los tobillos". Aguirre escucha a mucha gente y de muy distinta procedencia y ¨¦sa es una de las claves de su poder. Lo mismo se informa a trav¨¦s de una secretaria, que de un director general.
La consecuencia es que ella aparenta estar en todo. Ning¨²n consejero tiene autonom¨ªa en las grandes decisiones del gasto. Todo debe pasar por lo que se conoce como la "preparatoria", una especie de reuni¨®n previa a la Junta de Gobierno, a imagen y semejanza de una comisi¨®n de subsecretarios. Todas las inversiones pasan por Ignacio Gonz¨¢lez. Y mucha gente reporta informaci¨®n a Esperanza Aguirre, de tal forma que cuando llega la reuni¨®n de la junta de Gobierno, cualquier consejero puede encontrarse con sorpresas. Esperanza puede hacer cualquier pregunta inesperada. O contestar al consejero con frases como "pues tu director general no piensa lo mismo" o "tu viceconsejero opina lo contrario". Aguirre es especialmente astuta a la hora de gestionar los enfrentamientos entre sus colaboradores.
Ese comportamiento ha propiciado que, en el Gobierno de Madrid, nadie se f¨ªe de nadie. Nadie tenga equipo. No haya familias. ?Qu¨¦ seguridad puede tener un consejero en lo que hace si cualquier persona de su departamento informa a la presidenta? La desconfianza, el enfrentamiento, el control absoluto que emana de Aguirre y Gonz¨¢lez explica que germine el juego sucio en la defensa de intereses o ambiciones particulares. Un juego sucio que nunca parece haber abandonado la pol¨ªtica madrile?a.
La crisis de los esp¨ªas ha puesto de manifiesto que las vigilancias o la elaboraci¨®n de dossiers comprometedores no responden a un solo caso, ni apuntan en una sola direcci¨®n, ni siquiera datan de unas fechas en concreto: el rastro de los dossiers y las declaraciones de los presuntos afectados revela una acci¨®n continuada en el tiempo, que recorre de principio al final el lustro de Aguirre en la presidencia de la Comunidad, desde cuando el vicealcalde Manuel Cobo aspir¨® in¨²tilmente a dirigir el partido en Madrid hasta la destituci¨®n de dos consejeros fichados por el equipo de Rajoy (Manuel Lamela y Alfredo Prada). Un d¨ªa despu¨¦s de la destituci¨®n de Prada, el 26 de junio de 2008, cuatro funcionarios de la Consejer¨ªa de Interior registraron un despacho del campus de la Justicia, se llevaron documentos y un ordenador. Dicho despacho depend¨ªa de Alfredo Prada.
La revelaci¨®n de que los consejeros utilizaban tarjetas telef¨®nicas prepago cada 15 d¨ªas es sintom¨¢tica. Lo que constituye una pr¨¢ctica habitual de la delincuencia organizada para evitar pinchazos telef¨®nicos de la polic¨ªa es ahora imitada por pol¨ªticos madrile?os. Que la iniciativa parta del vicepresidente Ignacio Gonz¨¢lez es tambi¨¦n elocuente. Precisamente, el excesivo poder de Gonz¨¢lez es el centro de muchas cr¨ªticas internas en la Comunidad. "No sabemos c¨®mo acabar¨¢ esto", reconoce un consejero, "pero nadie se imagina a Esperanza Aguirre sin Ignacio Gonz¨¢lez. Si tiene que caer alguna cabeza, no podr¨¢ ser la suya. Esperanza no lo permitir¨¢. Y si no, morir¨¢ matando".
Espionaje, miedo a los pinchazos, lucha de poder. As¨ª es el entorno de la pol¨ªtica madrile?a. Un entorno que el ex director de Abc Jos¨¦ Antonio Zarzalejos denomin¨® como "complicado" en una entrevista donde desvelaba las presiones que hab¨ªa sufrido desde la Comunidad de Madrid durante su etapa como responsable del matutino madrile?o. Sobre Esperanza Aguirre, Zarzalejos hizo el siguiente comentario: "Tiene una ambici¨®n poco controlada y un entorno que me voy a limitar a calificar como complicado. No conozco a ning¨²n personaje pol¨ªtico con poder pol¨ªtico y econ¨®mico que tenga un comportamiento m¨¢s alejado de algunas pr¨¢cticas democr¨¢ticas". Sobre el liderazgo de la presidenta, un antiguo colaborador ha expresado una opini¨®n tajante: "La ideolog¨ªa liberal de Esperanza Aguirre es pura fachada. Su comportamiento est¨¢ m¨¢s cerca de Hugo Ch¨¢vez que de ?ngela Merkel".
Otros episodios dibujan c¨®mo en Madrid abunda el juego subterr¨¢neo y c¨®mo el famoso caso Tamayo y S¨¢ez quiz¨¢s no fue un hecho aislado. Cuando los casos de corrupci¨®n urban¨ªstica arreciaban en distintos puntos de la geograf¨ªa espa?ola, sale a colaci¨®n un presunto caso en Madrid que tiene como protagonista al director general de Urbanismo, Enrique Porto, posteriormente investigado por la Fiscal¨ªa Anticorrupci¨®n. Tiempo despu¨¦s, Porto debe dejar su puesto. Sin embargo, Aguirre encuentra un nuevo frente sobre el que desviar la atenci¨®n: el caso Ciempozuelos, que afecta a dos ediles socialistas, Torrej¨®n y Tejeiro. El caso lo destapa un peri¨®dico (Abc) y deja algunos puntos oscuros acerca de la filtraci¨®n de unos documentos desde un organismo oficial, el Sepblac (Servicio de Prevenci¨®n contra el Blanqueo de Capitales), dependiente del Banco de Espa?a. Curiosamente, el juez que inicia las investigaciones, Agust¨ªn Carretero, juez decano de Valdemoro, abandona su puesto el 5 de julio de 2007 para servir al Gobierno de Esperanza Aguirre como alto cargo de la direcci¨®n general de Pol¨ªtica Interior en funciones de gerente de la Academia de Polic¨ªa. Dicho organismo depende de la Consejer¨ªa de Interior, cuyo responsable es Francisco Granados. Por su parte, Vicente Garc¨ªa Novoa, inspector jefe de polic¨ªa en el Sepblac, sospechoso de haber ocultado documentaci¨®n relacionada con el caso, es contratado como asesor por la Consejer¨ªa de Vivienda de la Comunidad de Madrid. Ambas contrataciones, directamente relacionadas con un caso que benefici¨® los intereses pol¨ªticos de Esperanza Aguirre, nunca han sido explicados. Para remate, el ex polic¨ªa Garc¨ªa Novoa manten¨ªa una conocida amistad con ?lvaro Puerta, tesorero del PP, hombre de Rajoy, conocedor de algunos dossiers en el a?o 2006, y uno de los presuntos afectados por el espionaje, un extra?o caso de testigo y v¨ªctima al mismo tiempo.
La investigaci¨®n judicial tratar¨¢ de determinar qui¨¦n espiaba a qui¨¦n y por qu¨¦. La contrataci¨®n de ex polic¨ªas y ex guardias civiles para trabajar en una consejer¨ªa que no tiene competencias en materia policial es indiscutible. Estaban a las ¨®rdenes de Francisco Granados, consejero de Presidencia, Justicia e Interior. Que realizaban actividades de vigilancia por encargo es algo m¨¢s que una sospecha. Las pruebas documentales demuestran que el vicepresidente Ignacio Gonz¨¢lez fue seguido y espiado durante viajes de car¨¢cter privado al extranjero. La fusi¨®n de altos cargos espiados y altos cargos presuntos jefes de los esp¨ªas es una bomba de relojer¨ªa dentro del r¨¦gimen de Aguirre, una persona que precisamente se vanagloriaba de disponer de informaci¨®n privilegiada. El ambiente en Madrid est¨¢ altamente contaminado: a la desconfianza se le a?ade la sospecha. La suma de todo abre una grave crisis en su gobierno.
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