Kazanjoglou
El¨ªas Kazanjoglou naci¨® griego en la Turqu¨ªa del Imperio Otomano, vivi¨® en Alemania, emigr¨® a la Am¨¦rica de los sue?os y muri¨® nonagenario entrado ya el siglo XXI. El¨ªas Kazanjoglou era el nombre de pila de Elia Kazan, el cineasta norteamericano que un d¨ªa nos llev¨® con la cinta Esplendor en la hierba a descubrir las lacras represoras en la mediocridad de una ciudad provinciana de clase media, y de paso a descubrir a los poetas rom¨¢nticos amantes de la naturaleza como William Wordsworth. Otro d¨ªa, poco antes o poco despu¨¦s, descubrimos en su pel¨ªcula La ley del Silencio el mando mafioso de unos sindicatos portuarios que ensombrec¨ªan la actividad cotidiana de unos trabajadores de izquierdas. Cuentan las historias del cine que Kazan rod¨® este ¨²ltimo filme con la mala conciencia de haber testificado contra otros cineastas en el Comit¨¦ de Actividades Antiamericanas, promovido por el senador MacCarthy, personaje que sacaba comunistas hasta debajo de su almohada en plena guerra fr¨ªa. Pero, aunque el anticomunismo furibundo es agua pasada como la Uni¨®n Sovi¨¦tica, las secuencias mafiosas de la pel¨ªcula de Kazan, los miedos, los silenciosos, la violencia patente o latente de la criminalidad, como sombra constante en el mundo del trabajo, est¨¢n ah¨ª y se reproducen. Basta con desviar la c¨¢mara con que se rueda a los camiones quemados, a las ruedas destrozadas de los veh¨ªculos o al gesto que amenaza miedo en el Puerto de Valencia. Y ya hace varios a?os que cruzamos el umbral del milenio, y tenemos una Constituci¨®n, y una democracia y un Estado de derecho, pero la sombra de una mafia portuaria campea a este lado del charco, sin un Kazan que ponga de relieve la crudeza y la arbitrariedad de la misma. Silencio. O pavor como el que vive Roberto Saviano por ponerle nombre y apellidos a la criminalidad organizada y al silencio, que esa es la otra cara de la injusta y falsa moneda.
Luis Carrera y Nancy Killefer no se rebautizaron, como Kazan, con un seud¨®nimo art¨ªstico. El uno y la otra son entre los valencianos menos conocidos que Lerma, Alarte, Zaplana, Fabra o Camps. El primero fue director adjunto en Galicia de Caixanova y tambi¨¦n hab¨ªa sido empresario y ¨²ltimamente candidato del Partido Popular en Ourense en las elecciones auton¨®micas que tendr¨¢n lugar all¨ª un d¨ªa de estos. Una candidatura de la que se ha retirado a instancias de su partido, all¨ª en Galicia, por algunas irregularidades del ya ex candidato con la Hacienda p¨²blica. Nada de silencios porque dice N¨²?ez Feijoo, el jefe de los conservadores gallegos, que ¨¦l tiene un compromiso con la "regeneraci¨®n pol¨ªtica e institucional". A lo mejor el mismo compromiso que el presidente Obama con sus votantes, y por eso no le ha podido ofrecer a Nancy Killefer un puesto importante en la nueva Administraci¨®n norteamericana. Y eran s¨®lo unos 600 euros el montante del impago de la muchacha a la Hacienda de su pa¨ªs. Nada de silencios ni tapar errores o basura, que la transparencia honra y da credibilidad a los adalides que nos gobiernan o quieren gobernarnos. Con miedos, silencios o mafias portuarias o no, perdemos todos.
Como perdemos todos los valencianos cuando a un pol¨ªtico imputado, entre otras cosas, por irregularidades con la Hacienda p¨²blica, lo tachan sus mentores de ciudadano ejemplar. O cuando ese mismo ciudadano ejemplar duplica el dinero con que se financian los sindicatos y aumenta el n¨²mero de liberados sindicales en el organismo que preside, sin que sepamos por qu¨¦ en plena crisis y haciendo caso omiso a las llamadas a la austeridad que se hacen por doquier. Y sin un Kazan con el ilustrativo gui¨®n de la ilustrativa pel¨ªcula del puerto o de Fabra.
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