"Un deporte hecho para nosotros"
Los veteranos dan la clave del golf espa?ol: la imaginaci¨®n, hija de la necesidad
La federaci¨®n madrile?a de golf celebra su 40? aniversario y convoca a una cena a todas las viejas glorias. Suben al escenario y cuentan historias. Para muchos, las an¨¦cdotas, los recuerdos, las im¨¢genes en blanco y negro, las fotos amarillentas que las acompa?an, no son sino batallitas de abuelos que por una noche encuentran un auditorio cautivo. Para otros, sin embargo, para unos cuantos, las im¨¢genes de, por ejemplo, un Manolo Pi?ero, fino, pura fibra, muchacho renegrido reci¨¦n llegado de la dehesa extreme?a, conquistador como Pizarro, levantando una Copa del Mundo en 1976, las palabras que la acompa?aban, respond¨ªan, en cuatro trazos, a una de las preguntas m¨¢s repetidas en el deporte espa?ol: ?c¨®mo es posible que de la nada m¨¢s absoluta hayan nacido tantos campeones, y no s¨®lo de golf?
"Marcelino Morcillo, que a¨²n vive, se hac¨ªa los palos con retamas", dice Pi?ero
Valent¨ªn Barrios recuerda c¨®mo Bing Crosby muri¨® a sus pies en La Moraleja
"El golf es un deporte hecho para nosotros", afirma Pi?ero, que comparte con Jos¨¦ Mar¨ªa Ca?izares, Pep¨ªn Rivero, Severiano Ballesteros, generaci¨®n, estilo y or¨ªgenes. "Y ha sobrevivido, y de qu¨¦ manera, porque todos hemos aprendido de la generaci¨®n anterior, y los que nos siguen han aprendido de nosotros". El golf, apenas practicado en Espa?a hasta finales del siglo pasado, ha dado al deporte espa?ol alguno de sus m¨¢s grandes campeones y a uno, Seve Ballesteros, que ha sido de los mejores del mundo en la historia.
Interpretando a Pi?ero, un jugador con nostalgia de los tiempos, ya pasados, ya perdidos, en los que el golf era un arte m¨¢s que un deporte, un caddie que jugaba, cuando pod¨ªa y a escondidas, entre encinas, la historia del golf en Espa?a es una historia de lucha de clases. Pi?ero -como Ballesteros, que jugaba a escondidas en Pedre?a y con un solo palo, un hierro, en la playa las noches de luna llena, Rivero, caddie de Puerta de Hierro sobre quien pend¨ªa la amenaza de expulsi¨®n si el se?orito al que llevaba los palos le sorprend¨ªa haciendo siquiera un amago de swing con sus palos, o Ca?izares- se hizo artista gracias a las dificultades que tuvo que superar para poder expresarse.
"Y, como yo, mucho antes, en los or¨ªgenes, Marcelino Morcillo, ganador de varios Open de Espa?a en los a?os 40 y que todav¨ªa vive, debe de andar por los 97 a?os", cuenta Pi?ero. "Pues Morcillo me contaba que se hac¨ªa los palos con retamas, modelando sus ra¨ªces. Y de all¨ª nac¨ªa su golf, sus golpes ¨²nicos, su imaginaci¨®n".
Y detr¨¢s de Morcillo o Mariano Provencio, la generaci¨®n de los hermanos Garrido, de Manolo Cabrera y Valent¨ªn Barrios, los padres del grupo de Pi?ero. Barrios, enorme, recuerda c¨®mo Bing Crosby cay¨® fulminado a sus pies, un infarto masivo, el 14 de octubre de 1977 despu¨¦s de ganarle 10 d¨®lares en un partido en La Moraleja, Madrid, haciendo pareja con Pi?ero, de cantarle Strangers in the Night a los alba?iles de una obra cercana y de decirle, las ¨²ltimas palabras del crooner, "vamos a tomar una Coca-cola".
Todas sus historias, y tambi¨¦n la de Crosby, que llega a Espa?a y logra que los mejores profesionales jueguen con ¨¦l, reflejan la realidad social, no s¨®lo espa?ola, de unos tiempos en que los que ten¨ªan acceso al tiempo libre y al deporte, las clases acomodadas, consideraban de mal gusto ganar dinero haciendo deporte -la base ideol¨®gica del amateurismo que impregn¨® los Juegos Ol¨ªmpicos hasta los a?os 80 del pasado siglo-, los tiempos en que profesional equival¨ªa a trabajador y a sudor. "Los tiempos", contin¨²a Pi?ero, "en los que el golf era un arte, no s¨®lo un deporte. Ya no quedan apenas artistas. Bueno, est¨¢n los argentinos, est¨¢n ?ngel Cabrera y Eduardo Romero, y tambi¨¦n Phil Mickelson y John Daly, y Sergio Garc¨ªa, hijo del profesional de un campo". Tambi¨¦n podr¨ªa haber citado a Miguel ?ngel Jim¨¦nez, el ¨²ltimo mohicano, el ¨²ltimo de la escuela de los que se hacen caddies a los 10 a?os para huir del hambre.
Cuando ya todos tienen el pelo blanco, hacerse millonario practicando deporte ya no est¨¢ mal visto entre los socios de los clubes de golf. Los j¨®venes que han heredado su hueco provienen de universidades y de escuelas de golf, han aprendido a jugar con todos los medios a su alcance, claro. Pero lo que les hace mejores, diferentes, ¨²nicos, seguro que les ha llegado viendo jugar a los que aprendieron a escondidas, sin palos, para ganarse la vida. Los artistas.
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