Un campe¨®n mundial ense?a k¨¢rate a mujeres maltratadas
"Esto os pude valer para escapar".- Las mujeres que acuden al curso han denunciado a sus parejas por maltrato
"No se le puede quitar de la cabeza a una persona una obsesi¨®n", sentencia la mujer de los ojos verdes. "Su obsesi¨®n soy yo, hacerme da?o", contin¨²a. "S¨¦ que voy a necesitar defenderme m¨¢s pronto que tarde". Hace dos a?os y medio que se separ¨® y desde entonces no ha habido un solo d¨ªa que no tenga noticias de su ex pareja. La busca, la hostiga judicialmente. "Ahora quiere llevarse a los ni?os, cuando siempre fue indiferente", contin¨²a. "S¨®lo lo hace para hacerme da?o, como sea".
La mujer de los ojos verdes asiste, junto a 14 compa?eras, a clases de k¨¢rate en Arganda. Un d¨ªa a la semana acuden al gimnasio del s¨®tano del puesto de Polic¨ªa Local para aprender a defenderse. "Me parec¨¦is muy valientes", empieza su maestro. Un maestro que, vestido de calle, no parece que haya sido seis veces campe¨®n del mundo de k¨¢rate.
"No vais a ser m¨¢quinas de matar, pero evitar¨¦is da?os", dice el maestro
Iv¨¢n Leal ha acudido con su mujer. Empiezan una peque?a demostraci¨®n. Las 15 mujeres les rodean. Ella le agarra del pecho, le empuja. ?l la sortea. "Son situaciones a las que muchas os hab¨¦is enfrentado", explica. "Aunque se¨¢is m¨¢s d¨¦biles, con cabeza podr¨¦is evitar da?os". Su mujer vuelve a la carga, agarr¨¢ndole del pelo. Una alumna susurra: "No puedo m¨¢s, lo siento", y se separa del grupo unos minutos. Demasiados recuerdos.Poco m¨¢s de 20 a?os tendr¨¢ la mujer menuda que, sin palabras, observa la clase junto a la mujer de los ojos verdes. "No vais a salir de aqu¨ª siendo m¨¢quinas de matar", a?ade Iv¨¢n con media sonrisa, "pero s¨ª m¨¢s fuertes de mente, m¨¢s seguras de vosotras mismas". "Os entiendo", sigue, "una persona muy cercana a m¨ª sufri¨® maltrato. Por mucho que yo pueda llegar a pensar 'soy capaz de matarle', no es eso, ¨¦sa no es la v¨ªa. Nunca se puede llegar a nada as¨ª".
Tras la confesi¨®n, Iv¨¢n contin¨²a explicando c¨®mo esquivar golpes. Pero no todo es defensa. Iv¨¢n alecciona a las mujeres sobre c¨®mo pueden agarrar las manos de su agresor para evitar da?os y, sin ejercer fuerza, con t¨¦cnica, luxarle las mu?ecas, tirarle al suelo o darle una patada. "Eso os puede dar el tiempo suficiente para salir corriendo", explica ¨¦l. "En el peor de los casos, puede incluso ayudaros a desarmarle".
Las alumnas atienden: saben que les puede ir la vida en ello. Sus ojos siguen ansiosos cada movimiento. "Iv¨¢n, ?y si nos agarra por el cuello?", pregunta, despacio, la mujer menuda. Las preguntas, poco a poco, se suceden. Junto a Iv¨¢n, una psic¨®loga ayuda a resolver las m¨¢s comprometidas. Como las que hablan de los hijos que, ya lejos de sus padres, s¨®lo han aprendido a maltratar a su madre.
Los 50 minutos de clase concluyen y las mujeres agarran sus abrigos. "Vengo porque necesito confiar en m¨ª misma", comenta una se?ora de cerca de 50 a?os y mirada dulce. "Necesito ser capaz de ir libremente, sin miedo a no poderme defender como ya me ha pasado. Necesito sentirme segura", argumenta. Hace ocho a?os que le dijo adi¨®s a su marido definitivamente. Le hab¨ªa dejado en otra ocasi¨®n, pero volvi¨® con ¨¦l. Y con ¨¦l, el maltrato "fue a peor", asegura.
"Iv¨¢n estableci¨® que fuesen menos de 20 alumnas", explica la concejal de la Mujer, Concepci¨®n P¨¦rez. Las mujeres que acuden al curso, organizado por dicha concejal¨ªa junto a la de Seguridad, son derivadas desde el Punto Municipal de Violencia de G¨¦nero. Todas han denunciado a sus parejas y muchas reciben ayuda psicol¨®gica y asesor¨ªa laboral.
"Yo me he sentido protegida por la polic¨ªa y por la Guardia Civil", cuenta una mujer rubia. "Pero aun as¨ª siento que, por si acaso, tengo que aprender a defenderme sola", contin¨²a; "estos cursos deber¨ªamos hacerlos todas".
La mujer de los ojos verdes es m¨¢s esc¨¦ptica: "La polic¨ªa no puede hacer nada, golpear a alguien es muy f¨¢cil", asegura. "No puede haber un agente 24 horas al d¨ªa conmigo", a?ade la mujer rubia. "Los m¨®viles ayudan, pero puedo tardar en encontrarlo, en dar la alarma... No s¨¦, es imposible estar del todo segura", lamenta la mujer de los ojos verdes antes de apretar los labios. Despu¨¦s, gira la cabeza y mira a su compa?era, la rubia. "Nos vemos la semana que viene, no faltes", sonr¨ªe. "No", responde, con sencillez, la otra. Tiene la mirada dura. Frunce el ce?o. "No faltar¨¦", afirma susurrando.
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