Mensajeros de la tragedia
La Berlinale proyecta 'The messenger', un cre¨ªble filme sobre la guerra de Irak
Imagino que hay pocos trabajos tan cabrones como ejercer de mensajero de la tragedia, tener que notificar cara a cara a ignorantes padres, esposas, maridos o hijos que el ser amado ha muerto. En The messenger, ¨®pera prima de Oren Moverman, los encargados oficiales de transmitir ese horror son un capit¨¢n y un sargento que informan a las familias de los soldados estadounidenses que acaban de morir en Irak. Uno de ellos es un profesional que mantiene escrupulosa fidelidad a las reglas que hay que aplicar en ese ingrato momento, el otro es un novato, tullido y atormentado h¨¦roe de guerra que no puede entender el academicismo o la frialdad que le exigen ante el derrumbe, la ira, el aullido, el inconsolable llanto, el estupor, la desolaci¨®n o la agresi¨®n a los que revelan la desgracia que van a asaltar a los que han recibido el mazazo.
Estoy colgado de la belleza, la clase y el talento de Robin Wright
El tema es muy fuerte y su desarrollo cre¨ªble. El director prescinde de artificios o excesos melodram¨¢ticos al contar la progresiva catarsis de los que viven en contacto permanente con el dolor ajeno, lo problem¨¢tico que resulta no implicarse emocionalmente o sentir v¨¦rtigo ante aquellos a los que notifican que ya no existe una parte fundamental en el sentido de su existencia. Los dos protagonistas te contagian su desasosiego, su impotencia, la inevitable ca¨ªda de esa m¨¢scara con la que pretenden acorazarse, sus dudas sobre los valores patri¨®ticos que exaltan la necesidad de la guerra, su desintegraci¨®n moral, su necesidad de emborracharse hasta el embrutecimiento para amortiguar el efecto que provoca en su cerebro y en su coraz¨®n trabajo tan espeluznante.
Al final de The messenger aparece una dedicatoria con el nombre de los soldados norteamericanos que han muerto en Irak. Y es terrible, pero tambi¨¦n te planteas que esa gente eran militares conscientes de que en su n¨®mina les est¨¢n pagando por el riesgo de que la guada?a se cebe con ellos. Seg¨²n las estad¨ªsticas, han muerto 4.200 personas entre los invasores. No se sabe exactamente el n¨²mero de civiles iraqu¨ªes que han dejado de respirar desde que empez¨® la barbarie, pero cifras aproximadas hablan de 200.000. Intuyes que jam¨¢s se van a hacer lacerantes pel¨ªculas sobre los que tienen que dar el p¨¦same a lo que queda de las familias de tantos inocentes muertos. Y sigue siendo intolerable la convicci¨®n de que siempre existir¨¢n difuntos de primera, de segunda y de tercera clase.
La directora Rebecca Miller ha logrado en The private lives of Pippa Lee que se pongan a sus ¨®rdenes unas mujeres y actrices llamadas Robin Wright Penn, Maria Bello, Julianne Moore, Winona Ryder y Monica Bellucchi. Es un poderoso argumento para que pasen por taquilla los hombres a los que les gustan las mujeres. En mi caso, estoy colgado de la belleza, la clase y el talento de Robin Wright (me sobra el Penn, por mucho que admire a su ex marido Sean Penn) desde la primera vez que la vi en una pantalla.
En nombre de ese incombustible amor y de lo apetecible que resulta echarle un vistazo a sus atractivas compa?eras, esta historia irregularmente narrada mantiene para m¨ª el encanto. Pero el trabajo de la creadora no supera el aprobado. Hay momentos inspirados, machacona exhibici¨®n de sensibilidad, mordacidad con gracia, aunque tambi¨¦n unas cuantas y prescindibles tonter¨ªas en el retrato que hace Rebecca Miller de una mujer que fue traumada por su anfetam¨ªnica madre, siempre en fuga de s¨ª misma, perseguida por los machos, aturdida de drogas y de sexo, que en un momento determinado de su vida decide integrarse en la reconfortante normalidad y ser mod¨¦lica esposa, madre, vecina y ama de casa, hasta que el paso del tiempo le impone el retorno a la esquizofrenia y tambi¨¦n a la factura que hay que pagar por ser libre. Es una pel¨ªcula que a ratos te irrita y en otros te seduce. La preciosa Robin Wright sigue derrochando estilo y sensualidad. No importa que hayan aparecido las arrugas, su capacidad de seducci¨®n permanece intacta.
La pel¨ªcula alemana Alle anderen igualmente habla de matrimonio en crisis de gente instalada. En este caso, me da un poco igual. S¨®lo me preocupa o me fascina el adulterio si la que lo padece, lo anhela o lo provoca se llama Robin Wright.

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