Obama y el camino a Damasco
Los reformistas ¨¢rabes acogen al nuevo presidente de EE UU con simpat¨ªa personal y escepticismo pol¨ªtico. Temen que mantenga el 'statu quo': apoyo incondicional a Israel y a las autocracias ¨¢rabes proestadounidenses
Una de las pel¨ªculas favoritas de Barack Hussein Obama es Lawrence de Arabia. Cuenta la historia de T. E. Lawrence, el fascinante aventurero brit¨¢nico que, durante la Primera Guerra Mundial, se sum¨® a la Rebeli¨®n ?rabe contra el dominio turco de Oriente Pr¨®ximo. Pues bien, ya ha transcurrido casi un siglo desde las campa?as de Lawrence junto a los guerreros de Feisal y casi 40 a?os desde la muerte del ¨²ltimo gran l¨ªder del panarabismo, el rais Nasser. Triturado por Israel en la Guerra de los Seis D¨ªas y fracasado en todos y cada uno de sus intentos de construir pa¨ªses modernos y vigorosos, el nacionalismo ¨¢rabe ha dejado paso a un nuevo protagonista de la escena internacional: el islamismo. Hoy nadie habla de los ¨¢rabes, todos lo hacen de los musulmanes. Y sin embargo, los ¨¢rabes siguen ah¨ª.
Las amenazas de cambio de r¨¦gimen no funcionan. Lo mejor es apoyar la democratizaci¨®n paulatina
'Nada est¨¢ escrito', dec¨ªa Lawrence de Arabia. Obama puede redactar su propia historia
A fines de enero, Obama concedi¨® su primera entrevista televisiva como presidente a Al Arabiya, una cadena de noticias que compite con la pionera Al Yazira. Fue un gesto de buena voluntad hacia un mundo ¨¢rabe atravesado por agudos sentimientos de admiraci¨®n y odio hacia Estados Unidos, y donde su silencio durante el bombardeo israel¨ª de Gaza hab¨ªa provocado no pocas decepciones.
"Los ¨¢rabes creen en las personas, no en las instituciones", escribi¨® Lawrence en Los Siete Pilares de la Sabidur¨ªa. Y la persona de Obama despierta la simpat¨ªa de la mayor¨ªa de los ¨¢rabes, se?ala la egipcia Randa Achmawi, reciente ganadora del Premio de Periodismo Mediterr¨¢neo. "Las razones son obvias: piel oscura, ra¨ªces familiares africanas y musulmanas, nombre y apellido de sonoridad ¨¢rabes, promesas de cerrar Guant¨¢namo y retirarse de Irak...". Pero hay m¨¢s, a?ade Achmawi: "La llegada de un negro a la Casa Blanca ha revalorizado la democracia estadounidense a los ojos de millones de esc¨¦pticos ¨¢rabes".
Los estadounidenses han demostrado que pueden echar a los neocon, pero ?pueden los ¨¢rabes deshacerse de la tiran¨ªa, la corrupci¨®n, la burocracia, el despilfarro de los poderosos, la miseria de los humildes, la violencia como instrumento pol¨ªtico y tantas otras lacras que gangrenan su mundo? Y si la respuesta es afirmativa, ?c¨®mo hacerlo y c¨®mo puede ayudarles Washington? ?sas son las preguntas que ahora se hacen intelectuales, periodistas y activistas de los derechos humanos ¨¢rabes.
Desde Mauritania a Om¨¢n, el mundo ¨¢rabe, definido por una comunidad de lengua, cultura e historia, se extiende a lo largo de casi 13 millones de kil¨®metros cuadrados. Est¨¢ formado por 22 pa¨ªses -uno de ellos, Palestina, sin Estado- y habitado por unos 325 millones de personas, la mayor¨ªa musulmanes, aunque en Egipto, L¨ªbano, Palestina y Siria hay importantes minor¨ªas cristianas. Pero su mapa pol¨ªtico "no ha cambiado pr¨¢cticamente desde los a?os 70 del pasado siglo", observa el periodista liban¨¦s Rami Khoury. Su tumor primario, la tragedia de los palestinos, no ha hecho sino agravarse: Israel ha convertido en un archipi¨¦lago de bantustanes y guetos los territorios que conquist¨® en 1967. Y en cuanto a los otros pa¨ªses de la Liga ?rabe, ninguno es un ejemplo de democracia pol¨ªtica y/o econom¨ªa din¨¢mica.
"Los pa¨ªses ¨¢rabes", recuerda Khoury, "est¨¢n generalmente regidos por la autocracia". ?sta puede ser benevolente, como las monarqu¨ªas jordana y marroqu¨ª y algunos peque?os emiratos del Golfo, o feroz, como el baasismo sirio. De hecho, con el reemplazo de Hafez el Asad por su hijo Bashar, el r¨¦gimen sirio ha efectuado una aportaci¨®n ¨¢rabe a la pol¨ªtica contempor¨¢nea: la presidencia hereditaria de la rep¨²blica. Hoy la principal preocupaci¨®n del egipcio Mubarak y el libio Gaddafi es dejarle el cargo a sus respectivos hijos.
La situaci¨®n no es mejor en lo econ¨®mico. El man¨¢ petrolero ha convertido a Qatar, Kuwait, Dubai y otros emiratos en El Dorado de la industria del lujo y la arquitectura espectacular, pero poco m¨¢s. Cuando el Extremo Oriente y Am¨¦rica Latina han mejorado sus posiciones econ¨®micas, el mundo ¨¢rabe sigue empantanado.
En realidad, las novedades de los ¨²ltimos lustros en el mundo ¨¢rabe han sido el auge de los islamistas y el derrocamiento por los norteamericanos de Sadam Husein. Pero lo de Irak, recuerda Achmawi, "no tiene buena prensa entre nosotros, y no porque el d¨¦spota iraqu¨ª despertara simpat¨ªas, sino porque no nos entusiasma que se invada y ocupe un pa¨ªs hermano con falsos pretextos". Los ¨¢rabes no han olvidado que, cuando se iban desvaneciendo las patra?as sobre las armas de destrucci¨®n masiva y los lazos con Bin Laden, Bush esgrimi¨® un ¨²ltimo argumento: la toma de Bagdad iba a alumbrar la democratizaci¨®n de Oriente Pr¨®ximo. "Sin embargo, y a falta de ver c¨®mo termina lo de Irak, EE UU ha seguido apoyando a los aut¨®cratas pro-americanos de siempre, en particular los de Arabia Saud¨ª y Egipto", denuncia Khoury.
El s¨ªmbolo del rechazo ¨¢rabe a Bush ha sido el zapatazo que le lanz¨® el periodista iraqu¨ª Muntadhar al Zeodi. Desde Casablanca a Bagdad, pasando por Argel, El Cairo, Beirut, Damasco y Riad, el ex presidente es identificado con la muerte de decenas de miles de iraqu¨ªes; el mantenimiento, ahora so pretexto de la Guerra contra el Terror, de la alianza con tiranos ¨¢rabes; el ninguneo de Arafat hasta su muerte; el rechazo a Ham¨¢s cuando gan¨® las elecciones palestinas, y el apoyo incondicional a Israel. "Lo relativo a la democratizaci¨®n del mundo ¨¢rabe se qued¨® en ret¨®rica barata", dice Achmawi.
Pero los dem¨®cratas ¨¢rabes existen. El egipcio Saad Eddin Ibrahim, soci¨®logo y activista de los derechos humanos, es uno de ellos. En L¨ªbano, Egipto, Argelia, Marruecos, Qatar y otros pa¨ªses, ¨¦l y gente como ¨¦l siguen escribiendo, organizando a la sociedad civil, manifest¨¢ndose, usando espacios de libertad como las cadenas Al Yazira y Al Arabiya y empleando ingeniosamente instrumentos tecnol¨®gicos como los m¨®viles e Internet. Condenado de nuevo a dos a?os de prisi¨®n en el verano de 2008, Ibrahim tuvo que exiliarse.
Cuando Lawrence de Arabia propuso a sus compa?eros de armas beduinos atravesar un desierto infernal para atacar Akaba por la espalda y avanzar as¨ª hacia Damasco, ¨¦stos le dijeron que eso era imposible. "?Por qu¨¦?", pregunt¨®. "Porque as¨ª est¨¢ escrito", le respondieron. "Nada est¨¢ escrito", sentenci¨® el brit¨¢nico lanz¨¢ndose hacia las arenas ardientes de El Houl. ?Est¨¢ escrito en alguna parte que el mundo ¨¢rabe deba seguir as¨ª? ?Hay alg¨²n mektub o destino que le condene eternamente? No, piensan los reformistas ¨¢rabes. En su opini¨®n, Obama, al igual que pretende hacerlo en otros escenarios, deber¨ªa sustituir la ideologizada visi¨®n neocon de la era Bush por un pragmatismo progresista. ?En qu¨¦ consistir¨ªa? Lo resumen as¨ª:
1. EE UU debe apoyar a los pa¨ªses ¨¢rabes que celebren elecciones, establezcan sistemas judiciales independientes, tengan Parlamentos robustos, desarrollen sistemas educativos decentes, garanticen la libertad de prensa, avancen en la igualdad de la mujer... Simult¨¢neamente, debe reducir el sost¨¦n a los que no caminen por esta v¨ªa. "Pero sin amenazas de forzar un cambio de r¨¦gimen", advierte Khoury. "Eso termina siendo contraproducente".
2. EE UU tiene que comprometerse a aceptar los resultados electorales en los pa¨ªses ¨¢rabes. "Incluso cuando ganan los islamistas", precisa Saad Eddin Ibrahim. Como otros especialistas, el periodista espa?ol Javier Mart¨ªn, hasta hace poco director del Servicio ?rabe de Efe, sostiene que, por parad¨®jico que parezca, el islamismo pol¨ªtico moderado puede ser una v¨ªa de acceso a la modernidad, y cita el ejemplo de la Turqu¨ªa gobernada por Erdogan, un pa¨ªs musulm¨¢n aunque no ¨¢rabe.
3. EE UU no puede seguir manteniendo tanta complicidad con una Arabia Saud¨ª que difunde esa retr¨®grada versi¨®n del islam que es el wahabismo.
4. EE UU ha de emancipar su pol¨ªtica exterior de Israel y convertirse en un honest broker, un mediador justo, en el conflicto con los palestinos. Marwan Muasher, ex ministro de Exteriores de Jordania y autor de The Arab Center: The promise of moderation, afirma: "La mejor ayuda de Washington a los moderados ¨¢rabes ser¨ªa culminar el proceso de paz israelo-palestino. Y Obama no debe esperar a un segundo mandato para hacerlo".
?Llegar¨¢ Obama a Damasco, se convertir¨¢ en ese presidente estadounidense con que sue?an los reformistas ¨¢rabes? La simpat¨ªa personal que despierta est¨¢ te?ida de cierto escepticismo. "No nos hacemos demasiadas ilusiones", dice Randa Achmawi. "Intuimos que Obama mantendr¨¢ la pol¨ªtica tradicional respecto a Israel y, adem¨¢s, continuar¨¢ sosteniendo a los reg¨ªmenes totalitarios ¨¢rabes, mientras eso convenga a los intereses econ¨®micos y de seguridad de su pa¨ªs. Preferir¨¢ el statu quo".
Pero tampoco eso est¨¢ escrito. Obama, el admirador de Lawrence, tiene cuatro a?os por delante para redactar su propia historia.
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