El Likud de Netanyahu logra un virtual empate con Livni en Israel
El auge de la extrema derecha facilita el regreso al poder del ex primer ministro
Sorpresa relativa y euforia may¨²scula en la sede de Kadima en Tel Aviv. Su candidata, Tzipi Livni, remont¨® en las dos ¨²ltimas semanas de campa?a una clara desventaja merced a la imagen de dureza por su actuaci¨®n en la guerra de Gaza y se alz¨® anoche con la victoria en las elecciones generales israel¨ªes. Con el 88% de los votos escrutados, obten¨ªa 29 de los 120 esca?os del Parlamento frente a los 27 de su contrincante, Benjam¨ªn Netanyahu, l¨ªder del Likud.
El triunfo por la m¨ªnima, no obstante, puede resultar in¨²til para las aspiraciones de Livni, porque afronta ahora una misi¨®n extremadamente compleja. El bloque de la derecha es claramente mayoritario y no est¨¢ nada claro que la centrista Livni pueda aglutinar a los 61 diputados imprescindibles para formar Gobierno.
El hundimiento del Partido Laborista tiene dimensiones hist¨®ricas
Kadima aventajaba por un solo punto (23% a 22%) al Likud. Pero Netanyahu, ya de madrugada, no se rindi¨®. "El bloque de la derecha, comandado por el Likud, ha vencido y liderar¨¢ al pueblo. Si Dios quiere, ser¨¦ el pr¨®ximo primer ministro de Israel", anunci¨® ante sus incondicionales. Livni, por su parte, ofreci¨® a su rival ingresar en un Gobierno de unidad nacional.
Los conservadores y la derecha radical nunca han sido tan potentes desde que Menahem Begin lograra en 1977 la primera victoria para el Likud. Primeros ministros tan halcones como Isaac Shamir o Ariel Sharon no son novedad, pero los esca?os logrados por los partidos de la derecha y la ultraderecha laica, los que agrupan el voto de los colonos, y los ultraortodoxos sefard¨ªes y ashkenazis han alcanzado sus m¨¢s elevadas cotas. Rozan los 65 esca?os, cuando en la C¨¢mara que ahora se disuelve contaban con 53. Y la izquierda es un residuo en Israel. Meretz, el ¨²nico partido que comparte con Hadash esa etiqueta, pagaba ayer un anuncio en el diario Haaretz para quemar sus ¨²ltimos cartuchos. "Todos son Lieberman. Livni se sentar¨¢ en un Gobierno con Lieberman, con Netanyahu y con Mofaz. Y de hecho en cualquier alianza de derecha-extremista-racista".
La enorme incertidumbre anim¨® al 65% de los electores a acudir a los colegios pese al d¨ªa de perros que sufri¨® Israel. Eligieron la 18? Kneset de la historia del pa¨ªs, en cuyos bancos se sentar¨¢n s¨®lo 13 diputados laboristas. El hundimiento del partido que fund¨® el Estado adquiere dimensi¨®n hist¨®rica. El voto de rechazo a Netanyahu ha perjudicado sobremanera al aspirante laborista, Ehud Barak. S¨®lo Livni aspiraba a derrotar al l¨ªder del Likud.
Ahora comienza el proceso para formar Gobierno. Dispondr¨¢ de seis semanas Livni, siempre que sea la candidata designada por el presidente, Sim¨®n Peres, para culminar la tarea. Porque el mandatario comenzar¨¢ las consultas en breve con todos los l¨ªderes parlamentarios, y, seg¨²n las recomendaciones de ¨¦stos, encomendar¨¢ a la jefa de Kadima la misi¨®n o elegir¨¢ a Netanyahu, probablemente con m¨¢s opciones de conformar un Ejecutivo estable. Las negociaciones ser¨¢n encarnizadas.
Los aparatos de los partidos pugnan durante ese lapso por imponer sus agendas al nuevo Gabinete que forzosamente ser¨¢ una amalgama. Y Avigdor Lieberman, el dirigente racista de Yisrael Beiteinu, que consigue 15 esca?os, puede tener la llave. O no. Porque en pocos lugares como en Israel la pol¨ªtica es tan imprevisible. Y a nadie extra?ar¨ªa que los l¨ªderes del Likud, Kadima y del Laborismo optaran por un triunvirato que dirija un Ejecutivo de unidad nacional del que Yisrael Beiteinu quede marginado o como comparsa.
Es una alternativa que, tal vez, dotar¨ªa de estabilidad al Gobierno. Algo que exigen los ciudadanos israel¨ªes, cansados de acudir a las urnas siempre en elecciones anticipadas. Sin embargo, este objetivo es dif¨ªcil de lograr mientras la legislaci¨®n electoral -basada en el principio de la proporcionalidad pura- fomenten el compadreo, siempre acrecentado por las profundas brechas sociales que forman compartimentos casi estancos: ashkenazis contra sefard¨ªes; laicos versus fundamentalistas jud¨ªos; ¨¢rabes contra jud¨ªos... Y, por supuesto, la divisi¨®n entre quienes reclaman el fin de la ocupaci¨®n y quienes promueven la expansi¨®n de las colonias en los territorios palestinos.
Los efectos del desenlace electoral sobre las negociaciones con la Autoridad Palestina y con Siria -que apenas hab¨ªan arrancado- se dejar¨¢n sentir. Se complica el panorama para el presidente Barack Obama y sus esfuerzos por mediar en el eterno conflicto. Livni se empe?a en abanderar el llamado campo de la paz, pero ha embarcado al pa¨ªs, junto a su primer ministro, Ehud Olmert, en dos guerras (L¨ªbano y Gaza) en tres a?os. Todo un r¨¦cord. "Livni est¨¢ enamorada de unas negociaciones in¨²tiles y cobardes", ha escrito el analista pol¨ªtico Gide¨®n Levy. Netanyahu es a¨²n m¨¢s duro de roer.
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