Israel, empantanado

Los dos contendientes principales de las elecciones israel¨ªes se consideran vencedores de unos comicios cuyo perdedor es un pa¨ªs donde parece imprescindible una seria reforma electoral si quiere sortear sus sucesivos atolladeros pol¨ªticos y sus Parlamentos atomizados e ingobernables. El pr¨¢ctico empate entre Tipzi Livni -inesperada vencedora, con los 28 esca?os del centrista Kadima- y el derechista Benjam¨ªn Netanyahu, que ha obtenido 27 para el Likud, coloca una vez m¨¢s en punto muerto la pol¨ªtica de Israel, donde los Gobiernos caen con facilidad pero se forman con enorme dificultad. Este terreno de nadie, cuyo reflejo institucional ser¨¢ el encargo del presidente Peres a uno u otro candidato para que forme una coalici¨®n viable, que puede llevar semanas, anticipa nuevos escollos en la soluci¨®n de los grav¨ªsimos problemas internos y externos del Gobierno jud¨ªo.

Para superar los 61 esca?os que dan la mayor¨ªa en la Knesset, Livni o Netanyahu necesitar¨¢n de alianzas m¨²ltiples, frecuentemente contra natura, que en el pasado siempre han demostrado su disfuncionalidad por su dependencia de peque?os partidos con intereses parroquiales. Netanyahu lo tiene aparentemente m¨¢s f¨¢cil, pese a no ser el vencedor en votos, porque la imparable extrema derecha de Avigdor Lieberman, tercero en las urnas, con 15 diputados, que ha capitalizado el asalto a Gaza y es llave del pr¨®ximo Gobierno, busca primordialmente un poder af¨ªn y comprometido con la eliminaci¨®n de Ham¨¢s a cualquier precio. El Likud tendr¨ªa en Lieberman, que considera a los ¨¢rabes israel¨ªes, 20% de la poblaci¨®n, como el verdadero enemigo, un aliado m¨¢s natural que Livni. Y lo mismo sucede con el Shas (11 esca?os), el mayor partido ultraortodoxo, opuesto a cualquier devoluci¨®n territorial en Jerusal¨¦n o Cisjordania. En el poli¨¦drico juego pol¨ªtico israel¨ª, sin embargo, no es descartable que, llegado el caso, Netanyahu prefiriese no ofrecer una imagen ultra y buscase con Livni una alianza de derecha moderada.

Barack Obama, en plena revisi¨®n de las prioridades internacionales de EE UU y sus m¨¦todos de actuaci¨®n, tiene servido un nuevo desaf¨ªo. Los resultados electorales israel¨ªes no anticipan, sino m¨¢s bien lo contrario, un camino practicable hacia la paz con los palestinos. Una paz que desaf¨ªa el paso del tiempo y cuyas sucesivas hojas de ruta van siendo olvidadas en el fragor de los acontecimientos.