Segunda vida para las piruletas de Manhattan
El nuevo Museo de Dise?o de la ciudad ocupa el controvertido edificio Lollipop
A finales del mes de septiembre, arranc¨® la apertura de la nueva sede del Museo de las Artes y Dise?o de Nueva York. Cuando el restaurante de la ¨²ltima planta abra sus puertas el pr¨®ximo verano terminar¨¢ la larga y controvertida saga que ha rodeado las obras de remodelaci¨®n de un m¨ªtico edificio: el Lollipop.
No era el m¨¢s alto de la ciudad, ni el m¨¢s espacioso, ni el m¨¢s luminoso. Simplemente se trataba de uno de los m¨¢s -si no el m¨¢s- feo, seg¨²n la cr¨ªtica de arquitectura del Ada Louise Huxley, poco antes de su inauguraci¨®n en los sesenta. La imponente masa de cemento recubierta de m¨¢rmol blanco con fachada c¨®ncava y esquinas de celos¨ªa, se apoyaba en unas caracter¨ªsticas columnas: los lollipops. Huxley sentenci¨® que se trataba de "un palacio veneciano de serie sostenido por piruletas".
Para algunos representaba el ¨²ltimo rastro de romanticismo arquitect¨®nico en Nueva York; una obra audaz y arriesgada. Otros, lo ve¨ªan como un aberrante adefesio kitsch. Cuando el Museo de las Artes y el Dise?o anunci¨® sus planes de adquisici¨®n y remodelaci¨®n del Lollipop en 2003, defensores y detractores del edificio piruleta se enfrentaron en manifestaciones, juicios, art¨ªculos y airadas columnas. El mism¨ªsimo Tom Wolfe escribi¨® una de las m¨¢s sonadas. "Un terrible bofet¨®n se escuchar¨¢ por todo Nueva York. No ser¨¢ fuego hostil. Ser¨¢ el sonido de la comisi¨®n de protecci¨®n de edificios de la ciudad cayendo por el suelo de nuevo, mientras uno de los edificios m¨¢s importantes de la historia de la arquitectura del siglo XX se esfuma y las peque?as criaturas urbanitas esnifan el tufo que queda en el aire", vaticin¨®.
Ubicado en la esquina suroeste de Central Park, en el n¨²mero 2 de Columbus Square, el dise?o original del Lollipop corri¨® a cargo de Edward Durrel Stone. Hunfington Hartford, un rico heredero detractor del arte abstracto y firme enemigo del estilo internacional -del metal y el cristal que en aquellos a?os causaba furor- le encarg¨® el proyecto de lo que ser¨ªa su galer¨ªa de arte. El resultado final fue un edificio sin ¨¢ngulos rectos, "un reloj suizo de cemento", seg¨²n Durrell, con salas oscuras, suelos de parqu¨¦, paredes forradas de casta?o y apliques de bronce. La galer¨ªa cerr¨® en 1969 y el Lollipop pas¨® a manos de una empresa privada. En los ochenta fue traspasado a la ciudad de Nueva York.
Brad Cloepfil, el arquitecto encargado de la reforma, ha conservado las piruletas de la base, pero se ha propuesto aligerar el conjunto. El m¨¢rmol ha sido sustituido por una piel de terracota que cubre el cristal de la fachada. Como en una cremallera angular, una serie de cortes conectados aseguran la entrada de luz. El espacio de exposici¨®n se ha ampliado mediante el cambio de lugar de las escaleras. El proyecto ha costado 90 millones de d¨®lares.
Dos de las nueve plantas est¨¢n dedicadas a exposiciones temporales. Otras dos muestran de forma rotatoria las m¨¢s de 250 piezas de la colecci¨®n permanente del museo, que incluye joyas y muebles en madera y metal de Frank Gehry, orfebrer¨ªa de estilo constructivista dise?ada por la m¨ªtica Margaret de Patta y piezas de Nakashima. Seis artistas becados por la instituci¨®n imparten talleres en directo y muestran sus t¨¦cnicas de trabajo a los visitantes. La tecnolog¨ªa ha abierto nuevas puertas a la artesan¨ªa y a las llamadas artes decorativas.
Fundado en la d¨¦cada de los cuarenta, el centro fue bautizado originalmente como Museo de Artesan¨ªa Contempor¨¢nea. M¨¢s adelante pas¨® a llamarse Museo de Artesan¨ªa Americana y en 2002 obtuvo su denominaci¨®n actual. El foco de atenci¨®n de esta instituci¨®n, sin embargo, no ha cambiado: materiales naturales y t¨¦cnicas artesanales, objetos, telas y piezas art¨ªsticas, elaboradas a partir de vidrio, barro y metales. Telas, muebles o joyas que defienden la sofisticaci¨®n de lo cotidiano.
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