Una l¨ªnea de sombra
A finales de enero, desde el pabell¨®n montado por Orange Market, Francisco Camps aprovech¨® de nuevo la feria de turismo Fitur, en Madrid, para defender su pol¨ªtica de grandes eventos. Esta vez, su argumentaci¨®n superlativa, m¨¢s que al asombro, induc¨ªa a la estupefacci¨®n. La utilizaci¨®n de acontecimientos deportivos, culturales o tur¨ªsticos para movilizar a las masas y orientar las opiniones p¨²blicas tiene tradici¨®n en todo tipo de reg¨ªmenes pol¨ªticos y sus precedentes democr¨¢ticos entre nosotros se remontan a los que impulsaron en tiempos de Felipe Gonz¨¢lez ciudades como Sevilla o Barcelona. Pero Camps ya no la justifica como una maniobra paliativa de autoestima colectiva m¨¢s o menos da?ada o una proyecci¨®n exterior de rentabilidad dudosa. Sostiene el presidente, contra toda evidencia emp¨ªrica y estad¨ªstica, que los grandes eventos han convertido a la Comunidad Valenciana en una referencia "para salvar la crisis". Si el ciudadano quisquilloso ya intu¨ªa antes que, en realidad, a Camps, de los grandes eventos le importa sobre todo el efecto propagand¨ªstico a favor de su partido y de su "r¨¦gimen", con la burbuja de la prosperidad pinchada y la resaca de la crisis a cuestas, su insistencia lleva a un choque irracional entre la tozudez ideol¨®gica y el sentido com¨²n.
Sin embargo, nada se sospechaba a¨²n de la operaci¨®n que el juez Garz¨®n ha emprendido desde la Audiencia Nacional contra toda una trama de personajes que mezclan en su ch¨¢chara de tramposos los eventos, el pelotazo urban¨ªstico, el concurso p¨²blico y la picaresca cutre del ventajista. No sab¨ªamos, hace s¨®lo una semana, que la Copa del Am¨¦rica, la Volvo Ocean Race, la F¨®rmula 1 y hasta el viaje del Papa han ido de boca en boca entre oscuros personajes cuya actividad consiste en exprimir las cuentas p¨²blicas con el ¨²nico m¨¦rito de estar cerca del PP, si no es que desempe?an incluso ciertos cargos dentro de la organizaci¨®n que lidera Mariano Rajoy.
Hab¨ªa hasta ahora algo m¨¢s irritante en los grandes eventos valencianos que la prepotencia de su aprovechamiento electoral y partidista: su opacidad. Decenas de preguntas sin respuesta jalonan la ejecutoria del Consell en empresas y organismos sostenidos con fondos p¨²blicos cuyas cuentas nadie explica. La detenci¨®n e interrogatorio del responsable de Orange Market y de sus supuestos c¨®mplices ha sacado a la luz del foco judicial un marem¨¢gnum de amistades y de coincidencias de aspecto repelente. Un panorama en el que los eventos del PP y los de la Generalitat pasan por las mismas manos, en el que se enredan los lazos de amistad o de inter¨¦s, en el que se confunden licitadores y adjudicatarios y donde la equidad naufraga.
La opacidad es sin duda el caldo de cultivo m¨¢s propicio para la corrupci¨®n en la gesti¨®n p¨²blica. Pero ha querido Camps tender una l¨ªnea de sombra en su pol¨ªtica m¨¢s all¨¢ de la cual nadie pueda saber, nadie pueda inquirir, nadie pueda ejercer un control que desbarate el anuncio publicitario. Ahora, tras el decorado, m¨¢s all¨¢ de la l¨ªnea de sombra, se vislumbra una ci¨¦naga.
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