El empate
No hay nada m¨¢s aburrido que un empate, pero a la gente le encanta empatar.
Ahora hay en Espa?a un esc¨¢ndalo que empez¨® a contarse en este peri¨®dico. Es un revuelto de esp¨ªas en el que parecen estar todos contra todos. Primero dijeron -desde el PP- que no hab¨ªa partido, pero la cosa fue creciendo, lleg¨® a los juzgados, al Parlamento regional y ahora vaya que s¨ª hay partido. Pero lo quieren empatar.
Despu¨¦s de ese esc¨¢ndalo hubo otro. Un juez investig¨® una trama, sac¨® un ovillo, lo dispuso sobre la mesa de disecciones de la corrupci¨®n pol¨ªtica y hall¨® m¨¢s cera que la que arde. Hab¨ªa partido, otro partido, y tambi¨¦n lo quieren empatar. Que no gane nadie, que se oculte.
El primer partido quisieron empatarlo contando lo que le pas¨® al otro partido en otros tiempos. "?El PSOE s¨ª que espiaba!", dijo la presidenta de la Comunidad de Madrid en aquel debate parlamentario donde mostr¨® sus manos temblando para decir que ella no temblaba. Fue un momento interesante para la utiller¨ªa de las transcripciones: ?c¨®mo reflejan las estenotipistas ese gesto? Y no es un gesto cualquiera: mientras In¨¦s Saban¨¦s iba hablando, Esperanza Aguirre hizo como si sus manos volaran. ?C¨®mo se refleja ese aire de la chuler¨ªa parlamentaria?
En todo caso, quer¨ªan el empate. Si el PP es malo, el PSOE tambi¨¦n. Empatados. Como ya hubo, para qu¨¦ decir que ahora tambi¨¦n hay. Goma de borrar: el pasado borra el presente. Una delicia. Pero lo cierto es que ahora se est¨¢ jugando otro partido, hay otros espectadores, otros protagonistas, e incluso hay otros ¨¢rbitros.
Con el esc¨¢ndalo de los hombres del puro tambi¨¦n se ha buscado el empate. El otro d¨ªa escuch¨¦ en la emisora local de Madrid (Telemadrid) a un periodista que dec¨ªa que al lado de lo que pas¨® con Filesa esto de los hombres del puro es de risa. Quieren empatar el partido. Como aquello s¨ª que era gordo, olvidemos estas flaquezas. ?El hombre del puro? Un bendito al lado de los otros sinverg¨¹enzas. Aqu¨¦llos s¨ª que eran malos. ?stos son veniales. Empatados, pues.
Es una curiosa sensaci¨®n: ahora resulta que lo que se ha hecho (si se hizo) se puede borrar porque otros lo hicieron peor. Y esto es una locura. La gente se equivoca, paga por ello, y luego otros se equivocan y pagan tambi¨¦n por ello. Pero no se perdona la maldad (o el fraude) porque otros hayan cometido las mismas fechor¨ªas en otro tiempo. Empatar es la ambici¨®n de los mediocres, cuidado.
jcruz@elpais.es
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.