Un cofre de bronce para el pasado
El arquitecto Patxi Mangado presenta, en un paseo por sus salas, el futuro Museo de Arqueolog¨ªa de ?lava - "Esta es mi obra para Vitoria", asegura
"Esta es mi obra para Vitoria", comentaba el arquitecto Patxi Mangado mientras paseaba por las salas del nuevo Museo de Arqueolog¨ªa de ?lava que, por fin, se inaugurar¨¢ el pr¨®ximo mes de marzo, despu¨¦s de las elecciones. Ya s¨®lo faltan peque?os detalles, las piezas se exhiben en las vitrinas, y los operarios se dedican con denuedo a la limpieza de este gran contenedor de la primera historia del territorio alav¨¦s. Un gran cofre de bronce atravesado por prismas oblicuos que ejercen de lucernarios, una construcci¨®n con planta en l que se integra en el coraz¨®n del barrio antiguo de la capital alavesa, junto al palacio de Benda?a, sede del museo de Naipes.
"Mi intenci¨®n ha sido la de crear un edificio que pretende materializar el tiempo, esencia de la arqueolog¨ªa", explicaba quien se ha convertido en uno de los mejores arquitectos de su generaci¨®n, autor, entre otras obras recientes, del Pabell¨®n de Espa?a en la Expo 2008 de Zaragoza. Los andamios de limpieza invaden los pasillos, lo que convierte la visita en un recorrido sugerente, muy diferente al itinerario previsto.
"Espacio de reposo abierto dentro de la densidad del Casco Viejo"
As¨ª y todo, no se pierde la coherencia del edificio, como Mangado confirma: "El proyecto es el de un museo y resolver sus necesidades es la principal premisa de nuestro trabajo", comenta en el primer piso, donde se exhiben los primeros vestigios que aparecieron en ?lava, desde la Paleontolog¨ªa hasta la llegada de los metales, desde las puntas de silex a los abalorios que se han encontrado en distintos enterramientos de las edades del Bronce y el Hierro
Las tres salas de la exposici¨®n permanente -una por piso-mantienen la misma estructura con esas linternas truncadas de luz natural que se complementan con luz artificial cuando as¨ª se requiere que animan el espacio. Las vitrinas que recogen las piezas m¨¢s delicadas de la colecci¨®n de los diferentes yacimientos alaveses se mantienen con un sencillo sistema de paredes falsas.
Entre los muros recubiertos de bronce del exterior y las paredes de las salas discurre un pasillo que, adem¨¢s de contener las tripas (conducciones de luz, calefacci¨®n, aire acondicionado, control de humedad, etc.) del edificio, sirve para manipular con facilidad los paneles y ajustar las condiciones de conservaci¨®n "de estas piezas exquisitas de una delicadez extrema", comenta Mangado. "Lo ¨²nico importante de este museo son sus habitantes, los restos arqueol¨®gicos", insiste.
El arquitecto navarro ha tenido que intervenir en una parcela que comunica las calles Cuchiller¨ªa y Tintorer¨ªa, en el cruce con el cant¨®n de Santa Ana, compartiendo patio con el Museo de Naipes. Y Mangado ha planteado su edificio con la voluntad de convertir este nuevo espacio museogr¨¢fico en "un espacio p¨²blico, de reposo abierto dentro de la densidad del Casco Viejo".
En efecto, el edificio guarda detalles de homenaje a la arqueolog¨ªa viva que supone todo barrio antiguo. Las salas se han dise?ado en colores oscuros, atendiendo a esa inspiraci¨®n del cofre. Los citados lucernarios, como rayos de luz en cuanto se abre el cofre, ofrecen la iluminaci¨®n necesaria para disfrutar de las vitrinas. Adem¨¢s, en cada piso, hay una vitrina natural, un vano que da al cant¨®n de Santa Ana, en forma de cuadro, que recoge pasajes de la vida cotidiana del barrio, con la torre de la catedral de Santa Mar¨ªa en lo alto de la colina.
Las plantas segunda y tercera confirman la disposici¨®n anunciada en la primera: un criterio cronol¨®gico principal, salpicado con referencias a los principales yacimientos arqueol¨®gicos alaveses. Y, entre ellos, con especial presencia, la ciudad romana de Iru?a-Veleia. La calidad de este enclave, donde llegaron a vivir 10.000 personas, est¨¢ por encima del ¨²ltimo esc¨¢ndalo que ha sufrido.
De este modo, hay un espacio especial para los tesoros de la ciudad romana, con especial relavancia para la Dama de Iru?a o un hito romano de la calzada Astorga-Burdeos que pasaba junto a Veleia. En esta ¨²ltima planta se disfruta en mayor grado de la b¨²squeda de conseguir que la combinaci¨®n de su arquitectura con las piezas logre esa intemporalidad que asigna a la arqueolog¨ªa el arquitecto autor de los premiados Baluarte de Pamplona o del campo de f¨²tbol de Palencia.
El recorrido con Patxi Mangado termina en el patio, donde se descubre con mayor intensidad c¨®mo ha conseguido forjar la piel de chapa de bronce plegada en la b¨²squeda de efectos visuales. "Hemos tratado de que la luz se convierta en volumen en todo el edificio", concluye.
El autor
Patxi Mangado (Pamplona, 1951) ejerce como docente en diferentes universidades estadounidenses como la de Arlington en Texas, Harvard o Yale, adem¨¢s de hacerlo en la Universidad de Navarra, donde realiz¨® su primera formaci¨®n acad¨¦mica. Ha sido econocido con galardones como el Andrea Palladio o el FAD, entre otros. Entre sus trabajos destacan el Centro de cultura e Iglesia en Thiene (Italia), el Palacio de Congresos y Auditorio de Pamplona, la plaza Pey Berland en la localidad francesa de Burdeos o el Palacio de Congresos de Palma de Mallorca. Mangado se present¨® tambi¨¦n al concurso para el Palacio de Congresos, de las Artes y de la M¨²sica de Vitoria, que termin¨® ganando el madrile?o Mariano Bay¨®n. "Un gran arquitecto, que realizar¨¢ un excelente proyecto para Vitoria, no me cabe duda", explica.
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