Ch¨¢vez, a la segunda
A la segunda el presidente venezolano, Hugo Ch¨¢vez, se gan¨® el domingo el derecho a postularse indefinidamente a la primera magistratura del pa¨ªs. Y en el ¨¢nimo-des¨¢nimo de la oposici¨®n pudo haber contado la evidencia de que el l¨ªder bolivariano encontrar¨ªa motivo -legal, puesto que ¨¦l mismo ha creado esa legalidad- para presentarse tantas veces cuantas hiciera falta hasta alzarse con la pi?ata. Por eso, este segundo refer¨¦ndum es de los que gustan a los autoritarios, que cuando ganan una vez ya no organizan m¨¢s convocatorias.
Una serie de hechos prueba que Ch¨¢vez est¨¢ consiguiendo su prop¨®sito de crear un rumbo nuevo y distinto para Venezuela, alejado de lo que se entiende por mundo occidental. Cuando altos cargos del chavismo explicaban s¨®lo hace unas semanas por qu¨¦ iba a celebrarse un segundo refer¨¦ndum no experimentaban embarazo, ni sent¨ªan la necesidad de justificaci¨®n alguna; diferentemente, los militantes del chavismo espa?ol se cre¨ªan obligados a argumentar que si los referendos de la UE se pod¨ªan celebrar repetidamente hasta que fueran favorables, o el presidente colombiano, ?lvaro Uribe, pod¨ªa prorrogar mandatos, ?por qu¨¦ hab¨ªa de ser menos Venezuela? Y la segunda verificaci¨®n del fen¨®meno se produjo con la expulsi¨®n en v¨ªsperas electorales del eurodiputado espa?ol del PP Luis Herrero, por haber llamado "dictador" al presidente; la Caracas oficial debe haber olvidado que con esas intemperancias arma a sus detractores, pero lo que cuenta para Ch¨¢vez es agitar el espantajo de la injuria extranjera para excitar la calle en tiempo de elecciones.
El caudillo est¨¢ consiguiendo alejar a su pa¨ªs de lo que se entiende por mundo occidental
El resultado, bastante claro -54% a 46%- en relaci¨®n a la ajustad¨ªsima derrota de 2007, tambi¨¦n pone de relieve que los comicios a gobernaciones y alcald¨ªas del 23 de noviembre pasado, que el anti-chavismo, sobre todo el espa?ol, jale¨® como un triunfo, no fueron nada de eso. La oposici¨®n es cierto que mejor¨® posiciones, retuvo o gan¨® hasta seis Estados sobre 23, y se hizo con la alcald¨ªa mayor de Caracas, pero el poder se impuso en m¨¢s del 80% de los municipios, y ah¨ª es donde se ha fraguado el acopio de votos para Ch¨¢vez. La oposici¨®n, cuyo faro intelectual es Teodoro Petkoff, director del diario Tal Cual, admit¨ªa el lunes la limpieza matem¨¢tica del escrutinio, pero denunciaba que todo el peso del Estado se hab¨ªa volcado para hacer impensable la derrota, creando una atronadora centralidad del presidente durante toda la campa?a; Eleazar D¨ªaz Rangel, director de ?ltimas Noticias, chavista juicioso y recatado, daba por segura la victoria al pronosticar en Madrid que los partidarios de Ch¨¢vez que no hab¨ªan votado a su favor en el primer refer¨¦ndum porque no quer¨ªan un jefe de Estado eterno, se ver¨ªan mucho m¨¢s directamente solicitados por el l¨ªder, que los estar¨ªa mirando a los ojos hasta que cumplieran con su deber. Y ese porcentaje de alcald¨ªas ha sido el aparato movilizador que ha elevado el s¨ª del 49% al 54%, aunque con m¨¦todos que la est¨¦tica -que es tambi¨¦n una ¨¦tica- europea ha dejado atr¨¢s hace mucho tiempo, pero que en Am¨¦rica Latina no son tan infrecuentes; es la pr¨¢ctica de las "marramucias" -trampas- que se dice en venezolano castizo, como bien sabe el l¨ªder izquierdista mexicano Andr¨¦s L¨®pez Obrador, que pudo perder las presidenciales porque el poder foxista abund¨® en irregularidades de Estado.
Venezuela no es hoy una dictadura, ni Ch¨¢vez un dictador, sino un caudillo que opera dentro de una Constituci¨®n que el pueblo ha consentido que sea a su medida. Dictadores eran Pinochet y Franco. E incluso es impensable que el pa¨ªs vaya hacia una situaci¨®n comparable a la cubana, pese a la tropical intimidad entre La Habana y Caracas, entre otras cosas, porque para gobernar con m¨ªnimas limitaciones no hace ninguna falta. De aqu¨ª a 2012, cuando termine el mandato presidencial, toca la consolidaci¨®n del sistema: preservaci¨®n del pluralismo estricto necesario para que sobrevivan los partidos y de una cierta capacidad de actuaci¨®n p¨²blica de la oposici¨®n, siempre compatible con las formas externas de la democracia representativa, pero en unas condiciones en las que el antichavismo se vaya desgastando por la inutilidad de sus esfuerzos, y tenga cada vez menos oportunidad de darle la vuelta a la situaci¨®n. En eso puede consistir el alejamiento del modelo occidental.
Petkoff lo llam¨® un "totalitarismo light"; que ser¨¢, quiz¨¢, durante bastante tiempo m¨¢s light que totalitarismo, porque esa casi media Venezuela antichavista no va a desaparecer como por ensalmo. Y para gobernar as¨ª no hace tanta falta el crudo a 140 d¨®lares.
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