Marta
Alguien que firmaba como Manu tuvo ayer la gentileza de interesarse, en una charla digital, por mi opini¨®n acerca del "seguimiento medi¨¢tico" de la desaparici¨®n de Marta del Castillo. Apenas respond¨ª, porque prefer¨ªa hacerlo desde aqu¨ª. Hay algo que deber¨ªamos establecer con claridad: el "seguimiento medi¨¢tico" (la expresi¨®n de Manu era muy precisa) no tiene nada que ver con el periodismo. Es espect¨¢culo y entretenimiento, generalmente de mal gusto, pero no periodismo. ?Es informaci¨®n? S¨ª, como las etiquetas de las conservas, las matr¨ªculas de los coches o la posici¨®n de las estrellas. El periodismo es otra cosa.
La distorsi¨®n resulta especialmente notoria en las televisiones. Los ¨²nicos programas que pueden ser juzgados bajo criterios period¨ªsticos son lo que llamamos telediarios. Lo dem¨¢s, aunque contenga periodistas, se atiene a otras normas que, en general, podemos resumir en una: audiencia.
Vayamos haci¨¦ndonos a la idea de que el periodismo representa s¨®lo una porci¨®n peque?a y decreciente de la oferta medi¨¢tica. El periodista no s¨®lo debe comprometerse a proporcionar una informaci¨®n fiable y contrastada, sino que debe someterse a una serie de reglas deontol¨®gicas. En el entretenimiento informativo no se requieren ni fiabilidad ni l¨ªmites. ?Nos quejamos de la televisi¨®n? Pues esperen a que despeguen los medios digitales, destinados a convertirse en una supertelevisi¨®n mezclada con enormes cantidades de texto. Ya hoy, los digitales m¨¢s solventes combinan informaci¨®n y entretenimiento informativo. ?C¨®mo los separaremos? ?Qu¨¦ prevalecer¨¢? La tendencia es clara: si colocamos en el digital una importante noticia pol¨ªtica (seg¨²n va la cosa, supongamos que el titular es "Un venado caza al ministro de Justicia"), y al lado un v¨ªdeo de Madonna en porreta viva tocando la mandolina, ?cu¨¢l tendr¨¢ m¨¢s audiencia? ?D¨®nde querr¨¢ ir el anunciante? La respuesta es obvia.
Sobre el "seguimiento medi¨¢tico", mi respuesta a Manu fue: "Mejor que otros, la verdad". Es decir, m¨¢s espectacular que otros y m¨¢s comercial. Y a¨²n nos falta la miniserie.
Lo siento por los perjudicados. Lo siento por la familia. Pero insisto: la culpa no es del periodismo.
egonzalez@elpais.es
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