M¨¢s miedo al clima que al ¨¢tomo
Ya hay casi tantos europeos a favor como en contra de la energ¨ªa nuclear - El riesgo por el calentamiento global se percibe m¨¢s cercano que el temor a otro Chern¨®bil
Rusia cort¨® este invierno el suministro de gas y millones de europeos, desde Eslovaquia hasta Bulgaria, tiritaron de fr¨ªo. El pulso comercial que Mosc¨² ech¨® a Ucrania el pasado mes de enero puso de manifiesto una vez m¨¢s las carencias del modelo energ¨¦tico de muchos pa¨ªses europeos. La dependencia de reg¨ªmenes de dudosa fiabilidad, como la propia Rusia o los Estados ¨¢rabes, empuja a los ciudadanos de la UE a mirar con menos reticencias la antes denostada energ¨ªa nuclear. Incluso algunos ecologistas se han subido al carro.
Suecia ha sido el ¨²ltimo pa¨ªs en renovar su confianza en los reactores. Un refer¨¦ndum celebrado hace tres d¨¦cadas fij¨® 2010 como el a?o de cierre de todas las plantas. Pero el Gobierno de centro-derecha decidi¨® a principios de mes mantener sus 10 centrales en funcionamiento y dotarlas de nuevos reactores, en esta ocasi¨®n m¨¢s potentes. Seg¨²n una encuesta publicada por el peri¨®dico Dagens Nyheter, dos tercios de los suecos apoyan esta iniciativa.
Los espa?oles son a¨²n de los europeos m¨¢s reacios a las centrales
Los ecologistas denuncian una campa?a de lavado de cara del sector
Pero no es s¨®lo Suecia. Francia, el campe¨®n nuclear en Europa con cerca de un 80% de electricidad generada a trav¨¦s de la temida energ¨ªa, construye un reactor de nueva generaci¨®n. Finlandia, tambi¨¦n. Y el Reino Unido invit¨® el a?o pasado a varias empresas a levantar nuevos reactores en plantas ya en funcionamiento. El Foro Nuclear, grupo que funciona como lobby de esta industria, contabiliza 44 reactores en construcci¨®n en todo el mundo, a los que se sumar¨¢n 200 centrales ya planificadas.
La ¨²ltima encuesta de la Comisi¨®n Europea sobre la actitud de los ciudadanos hacia la energ¨ªa, publicada en julio del a?o pasado, arrojaba un empate t¨¦cnico entre favorables y contrarios a la nuclear. Por primera vez, los que se declaraban partidarios pisaban los talones a los detractores con una diferencia de tan s¨®lo un punto porcentual. En tres a?os, las voces afirmativas han pasado del 37% al 44%.
Espa?a, por su parte, permanece como reducto antinuclear. Las encuestas -ya sean del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas o de instituciones privadas como el BBVA- son tozudas: reflejan una aplastante mayor¨ªa de ciudadanos en contra. Con un apoyo de tan s¨®lo el 24%, los espa?oles se resisten a abandonar la cola de aceptaci¨®n nuclear entre los europeos.
Pero incluso en Espa?a el porcentaje de voces favorables ha aumentado en estos tres a?os. Un incremento de ocho puntos, ligeramente por encima de la media comunitaria. Y eso que la comparaci¨®n se hace entre las respuestas dadas en 2005 y el a?o pasado; es decir, antes de que se desencadenara la crisis del gas. La raz¨®n para este viraje no hay que buscarla s¨®lo en los cambios de humor de los dirigentes rusos. Los movimientos ecologistas denuncian que el lobby nuclear ha emprendido una campa?a de lavado de imagen que, en muchos aspectos, est¨¢ cosechando sus frutos.
La preocupaci¨®n por el cambio clim¨¢tico hace que muchos se inclinen por una energ¨ªa que, al menos durante su proceso de producci¨®n, no emite di¨®xido de carbono. "Los riesgos nucleares (accidentes, problemas con el almacenamiento de los residuos en el futuro) son s¨®lo hipot¨¦ticos. Pero los del cambio clim¨¢tico se perciben como reales, tangibles e inminentes. Por ello, la resistencia hacia la energ¨ªa nuclear se ha disuelto poco a poco entre todos los segmentos de la poblaci¨®n", apunta Paul Isbell, del Real Instituto Elcano.
Pero m¨¢s all¨¢ del viejo y polarizado debate nuclear s¨ª / nuclear no, es patente un nuevo acercamiento, desde puntos de partida m¨¢s desideologizados y sin prejuicios. "Se ha roto un tab¨². Hemos pasado de posiciones dogm¨¢ticas simplistas a otras m¨¢s reflexivas. Parafraseando el eslogan del refer¨¦ndum de la OTAN, ya no se dice 'de entrada no'; sino 'ya veremos", apunta el soci¨®logo V¨ªctor P¨¦rez D¨ªaz, autor junto a Juan Carlos Rodr¨ªguez del libro Energ¨ªa y sociedad.
Para gran parte de la generaci¨®n que alcanz¨® la mayor¨ªa de edad en los a?os de la transici¨®n, oponerse al franquismo supon¨ªa rechazar tambi¨¦n la energ¨ªa que el dictador hab¨ªa tra¨ªdo a Espa?a. La movilizaci¨®n ciudadana lleg¨® a su punto ¨¢lgido tras la muerte de Francisco Franco, con manifestaciones que llegaron a reunir a m¨¢s de 100.000 personas. ETA intervino en la campa?a matando a cinco trabajadores. Entre otros, la banda secuestr¨® y asesin¨® en 1981 a su ingeniero jefe, Jos¨¦ Mar¨ªa Ryan.
La oposici¨®n a la central de Lem¨®niz marc¨® a principios de los ochenta un hito en el movimiento del nuclear no, gracias. El reci¨¦n elegido Gobierno socialista paraliz¨® la puesta en marcha de esta planta vizca¨ªna en 1982, dos a?os antes de decretar una moratoria para toda Espa?a. Sin embargo, Felipe Gonz¨¢lez, el presidente que firm¨® esa decisi¨®n, considera hoy "ineludible" reabrir el debate nuclear en la UE.
"Se ha perdido esa identificaci¨®n ideol¨®gica. Te puedes encontrar con ecologistas defensores de lo nuclear y conservadores que lo atacan, pero no por razones medioambientales, sino porque creen que no es viable desde el punto de vista econ¨®mico", dice Lloren? Serrano, responsable de Energ¨ªa de Comisiones Obreras. El anterior l¨ªder de este sindicato, Jos¨¦ Mar¨ªa Fidalgo, ya hab¨ªa escandalizado a no pocos izquierdistas con su defensa de lo radiactivo.
Lo hace con la boca peque?a, pero el Gobierno socialista tambi¨¦n ha matizado en los ¨²ltimos a?os su postura. En la campa?a de 2004, el PSOE prometi¨® cerrar las nucleares en 20 a?os; y en el debate sobre el estado de la naci¨®n de 2005, Zapatero anunci¨® un "calendario de cierre". Las ideas ahora no est¨¢n tan claras. Aunque el secretario de Medio Ambiente, Hugo Mor¨¢n, apunt¨® ayer el pr¨®ximo cierre de Garo?a, el ministro de Industria, Miguel Sebasti¨¢n, afirm¨® hace 10 d¨ªas que no existe un compromiso. "El programa electoral dice que no va a haber nuevas centrales y que se mantendr¨¢ la vida ¨²til de las ocho existentes. Queda por definir cu¨¢l es ese horizonte de vida ¨²til", dijo.
Y es que, como se?ala Lloren? Serrano, el debate en Espa?a se reduce ahora a ver qu¨¦ pasa con las ocho centrales en funcionamiento. El pr¨®ximo 5 de julio vence el permiso de explotaci¨®n de Garo?a (Burgos). "No tiene sentido hablar de nuevas plantas porque no hay ning¨²n grupo financiero dispuesto a abordar una inversi¨®n de tal magnitud. Si hubiera una propuesta concreta podr¨ªamos iniciar un debate. Pero lo cierto es que sin ayudas p¨²blicas no habr¨¢ nuevas centrales econ¨®micamente viables", afirma el responsable de CC OO.
Es verdad que la herencia de la lucha antifranquista contribuye a explicar por qu¨¦ los espa?oles son de los m¨¢s reacios de Europa; pero no basta con la historia. Luis Atienza, presidente de Red El¨¦ctrica, apunta en otra direcci¨®n: "Aqu¨ª percibimos menos los problemas de suministro. Nuestro sistema el¨¦ctrico funciona razonablemente bien, porque su funcionamiento no ha sufrido quiebras importantes en los ¨²ltimos a?os. Adem¨¢s, la apuesta por las renovables hace que se perciban como una fuente alternativa a la nuclear. Esta confianza es positiva, pero si desaparece la inquietud puede que creamos que las reformas para ampliar nuestro mix energ¨¦tico son innecesarias", alerta.
Este ex ministro socialista apuesta por reducir la intensidad de consumo y ahondar en las renovables, pero tambi¨¦n por no renunciar a la nuclear. Y avisa de que el debate sobre un asunto tan estrat¨¦gico se hace desde una sociedad que parte de unos conocimientos muy rudimentarios de la materia.
"No muchas personas saben que el 20% de la electricidad que consumen es de origen nuclear. Cuando se le pregunta a la gente de d¨®nde viene la energ¨ªa que le rodea, las respuestas se dividen entre los que creen que viene de la monta?a o del mar", bromea.
Aumentan los apoyos en toda Europa, pero la radiograf¨ªa sociol¨®gica de los distintos grupos sociales permanece relativamente invariable, seg¨²n los Eurobar¨®metros que Bruselas realiza desde 1998: las mujeres son m¨¢s antinucleares que los hombres; los de izquierdas m¨¢s que los de derechas; los j¨®venes, que los mayores...
Si se buscara dentro de los confines de la UE el arquetipo del perfecto pronuclear, el resultado ser¨ªa un hombre lituano o checo, mayor de 55 a?os, de derechas, con m¨¢s de 20 a?os de estudios, un puesto de jefe en su trabajo y que se considera informado sobre residuos radiactivos. En el extremo opuesto, en el de los opositores, abundan las mujeres, con una edad entre 25 y 54 a?os, que se definen de izquierdas y con un nivel educativo y de informaci¨®n sobre energ¨ªa menor. Acompa?an a Espa?a en la lista de pa¨ªses m¨¢s reacios Irlanda, Portugal, Grecia, Malta y Chipre.
A Carlos Bravo, de Greenpeace, le gusta desmontar las verdades de la campa?a que, seg¨²n ¨¦l, ha iniciado la industria nuclear para conseguir su objetivo ¨²ltimo: convencer a los Gobiernos de la necesidad de subvencionar nuevas centrales. "Se repiten siempre los mismos argumentos. Incluso con los mismos personajes, como Patrick Moore, uno de los fundadores de nuestra organizaci¨®n que se ha reconvertido al otro bando. La industria necesita que esta campa?a tenga ¨¦xito porque si no consigue en los pr¨®ximos a?os una docena de nuevos encargos, tendr¨¢ que cerrar".
Bravo enumera los puntos flacos de los argumentos que esgrimen los que alaban las bondades de los reactores: "Dicen que los rusos no son fiables para proveernos de gas, pero el uranio necesario para producir energ¨ªa nuclear tambi¨¦n viene de Rusia; dicen que es la soluci¨®n al cambio clim¨¢tico, pero no veo ning¨²n banco dispuesto a invertir las enormes cantidades necesarias para poner en marcha nuevas plantas; dec¨ªan que era la ¨²nica alternativa porque el petr¨®leo estaba a 150 d¨®lares el barril, pero ahora que ha ca¨ªdo a 45 ya no oigo esos argumentos...".
Una de las principales destinatarias de estos dardos, Mar¨ªa Teresa Dom¨ªnguez, presidenta del Foro de la Industria Nuclear, niega la existencia de campa?as. "Los profesionales nucleares somos un desastre como lobby. El creciente apoyo se debe a necesidades reales, no a presiones. No se trata de dejar de lado otras fuentes, sino de que cada pa¨ªs estudie sus circunstancias y el mix que necesita. Suecia se vuelca ahora en esta energ¨ªa, pero sigue diciendo que su objetivo es llegar a un 40% de renovables", se?ala. La organizaci¨®n que preside no s¨®lo defiende mantener la continuidad de las centrales en funcionamiento, sino construir nuevas unidades.
El renacimiento de una energ¨ªa que parec¨ªa languidecer est¨¢ sometido a los vaivenes de una opini¨®n p¨²blica, como denuncia el libro de V¨ªctor P¨¦rez D¨ªaz, con un conocimiento muy superficial de la materia. "Las respuestas de los encuestados variar¨ªan sensiblemente si se les preguntara en los d¨ªas siguientes a la crisis del gas ruso o tras la publicaci¨®n de los problemas de seguridad de la central catalana de Asc¨®", dicen en Greenpeace.
Accidentes como el de la Isla de las Tres Millas en EE UU en 1979, o la cat¨¢strofe de Chern¨®bil en la antigua URSS en 1986 contribuyeron a configurar una opini¨®n p¨²blica muy concienciada contra esta energ¨ªa. Han pasado 23 a?os desde que el reactor 4 de la central at¨®mica V. I. Lenin, en territorio de Ucrania, desencadenara una emisi¨®n de radiactividad 200 veces mayor que la de las bombas de Hiroshima y Nagasaki con las que concluy¨® la II Guerra Mundial. Y muchos ya lo han olvidado.
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