La crisis 'tapa' la gala de los Oscar
La depresi¨®n econ¨®mica elimina de la gran noche de Hollywood fiestas y regalos
Unas lonas negras esconden la instalaci¨®n de la alfombra roja de los ojos de los turistas en Hollywood Boulevard. S¨®lo en su acceso al teatro Kodak se puede observar algo de la obra, que en realidad no difiere en nada a ediciones anteriores: p¨¦rgola contra la lluvia, estatuillas gigantes, operarios tirando l¨ªneas de cable y afianzando las gradas para prensa y p¨²blico... Sin embargo, el secretismo es palpable en cada uno de los actos previos a los Oscar de la Academia. Y m¨¢s a¨²n todo lo que implica el escenario del Kodak. La culpa la tienen la crisis y el descenso de audiencia televisiva.
Desde que se iniciaron los preparativos, la Academia ha apostado por el secretismo como arma contra la brutal ca¨ªda de televidentes que ha sufrido la gala en los ¨²ltimos a?os. En concreto, en la pasada edici¨®n s¨®lo la vieron 31 millones de personas, y eso preocupa a Sid Ganis, presidente de la Academia, que ha asegurado en repetidas ocasiones que esta edici¨®n ser¨¢ diferente, todo sea para defender los 40 millones de euros que la cadena ABC paga a la Academia por la retransmisi¨®n de los premios. Sin embargo, las se?ales no parecen muy positivas. Por de pronto, desde la semana pasada se puede ver en la televisi¨®n y en los cines un anuncio de la gala dirigido por John Singleton que deja una sensaci¨®n a videojuego de tercera. El presentador de la ceremonia, Hugh Jackman, aparece en un breve plano, y eso que el actor australiano es una de las apuestas del pr¨®ximo domingo. Jackman ya ha asegurado que no har¨¢ chistes, que lo suyo no es la comedia, aunque s¨ª cantar y bailar, y por ah¨ª pueden ir los tiros. El protagonista de Australia tiene un premio televisivo Emmy por su labor como anfitri¨®n de la gala de los Tony, los galardones del mundo del teatro; y sabe lo que es triunfar en un musical en Broadway.
De lo poco que han confirmado Laurence Mark y Bill Condon (director de Dioses y monstruos y Dreamgirls), los productores de los Oscars, es que no sobrepasar¨¢n las tres horas de duraci¨®n. Y con 24 premios, homenajes aparte, queda muy poco tiempo para m¨¢s.
No habr¨¢ discurso c¨®mico inicial. Se han fusionado la interpretaci¨®n de las tres canciones candidatas al Oscar, y por ello Peter Gabriel, autor de Down to Earth, de Wall-E, ha rechazado actuar, aunque s¨ª estar¨¢ en el patio de butacas. Puede que ese medley lo entone Jackman. Habr¨¢ tambi¨¦n un v¨ªdeo realizado por Bennet Miller (Capote) y el escenario ha sido dise?ado por David Rockwell, el arquitecto responsable del teatro Kodak, con una l¨ªnea muy marcada por lo kitsch. Algunos presentadores no pasear¨¢n por la alfombra roja para aumentar la sorpresa de su salida al escenario, aunque, ya que entre los candidatos no hay mucho tir¨®n para el p¨²blico adolescente (al que, vistas las encuestas, no le ha hecho mucha gracia el ninguneo a El caballero oscuro) s¨ª estar¨¢n en el show Robert Pattinson (Crep¨²sculo) y Zach Effron (High school musical). Se nota que cada vez m¨¢s se alejan los gustos de los espectadores de los de los acad¨¦micos. Enero, tradicionalmente un mes fuerte para los filmes candidatos, ha supuesto su batacazo final, y la taquilla ha sido comandada por la comedia Paul Blart: mall cop, seguida de Venganza y Gran Torino. Entre las cinco candidatas a la estatuilla a mejor pel¨ªcula, s¨®lo El curioso caso de Benjamin Button ha sobrepasado los 100 millones de d¨®lares en recaudaci¨®n en Estados Unidos. Y eso que la venta de entradas en 2009 ha batido todos los r¨¦cords, y que el pasado fin de semana -que combinaba viernes 13, s¨¢bado de san Valent¨ªn y el d¨ªa del Presidente el lunes- ha sido el m¨¢s taquillero de todos los febreros de la historia con 200 millones de euros.
La crisis tambi¨¦n ha alcanzado a las fiestas, reducidas a la m¨ªnima expresi¨®n. Ni Paramount ni Warner celebrar¨¢n sus tradicionales homenajes a sus candidatos. Sony Classics ha reconvertido su festejo en una cena en el restaurante Celloni's. No habr¨¢ bolsa con regalos de cortes¨ªa en casi ninguno de los saraos hollywoodienses. Agencias de representantes como William Morris han decidido anular sus recepciones, mientras que otros las han trasladado desde clubs y restaurantes a las casas de los jefes (como CAA o Endeavou). Nadie quiere aparentar de m¨¢s cuando los datos econ¨®micos ofrecen pocas alegr¨ªas a la clase media estadounidense. Tambi¨¦n ser¨¢n los primeros Oscar de Barack Obama como presidente, pero estos d¨ªas poca gente lo recuerda. Poca, excepto un t¨ªo Sam afroamericano que arrastra una silueta de cart¨®n de Obama a tama?o natural y que se deja fotografiar por un pu?ado de d¨®lares a la puerta del teatro chino de Grauman. Otro que se suma a la fauna habitual de marilyns, batmans, king kongs y capitanes Sparrow.
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