Netanyahu obtiene el apoyo de la ultraderecha para formar Gobierno
Livni anuncia que su partido, Kadima, pasar¨¢ a ser la oposici¨®n en Israel
S¨®lo un milagro pol¨ªtico impedir¨¢ que un Gobierno de extrema derecha gobierne Israel. La margarita se deshoj¨® ayer cuando el l¨ªder del radical Yisrael Beiteinu, Avigdor Lieberman, recomend¨® al presidente, Simon Peres, que encomiende la tarea de formar Gobierno al ex primer ministro Benjam¨ªn Netanyahu.
El jefe del Likud tiene pues v¨ªa libre. Los partidos que aglutinan el voto de los colonos jud¨ªos -Uni¨®n Nacional y La Casa Jud¨ªa- y los ultraortodoxos Shas y Unidad por la Tor¨¢ y el Juda¨ªsmo tambi¨¦n anunciaron su prop¨®sito de respaldar a Netanyahu. Suman 65 de los 120 esca?os del Parlamento, una mayor¨ªa que estar¨¢ sometida a tensiones internas permanentes dif¨ªciles de gestionar.
La opci¨®n de un Gobierno de unidad nacional entre Likud, Yisrael Beiteinu y Kadima se desvanece. En el sistema pol¨ªtico israel¨ª, marcado por un acentuado personalismo, no parece que haya espacio para las concesiones. Ni siquiera cuando Israel afronta retos may¨²sculos: una crisis econ¨®mica que comienza a generar decenas de miles de desempleados en un Estado que sufre brechas sociales sin parang¨®n en los pa¨ªses occidentales, la respuesta al programa nuclear iran¨ª, la reforma de un sistema educativo que hace aguas, cambios fundamentales en la legislaci¨®n para permitir el matrimonio civil y facilitar las conversiones al juda¨ªsmo, monopolizadas por el rabinato...
Un Ejecutivo con Lieberman ser¨¢ fuente de roces internos y externos
Tanto Netanyahu como la candidata de Kadima, la todav¨ªa ministra de Exteriores del Gabinete saliente, Tzipi Livni, se hartaron de pregonar la urgencia de constituir un Gobierno de unidad capaz de poner orden en un pa¨ªs con la br¨²jula enloquecida.
Han primado, finalmente, los intereses y ambiciones personales de ambos dirigentes. Livni s¨®lo est¨¢ por la labor si ella encabeza el Ejecutivo. Netanyahu sostiene id¨¦ntica postura.
"Las bases para un Gobierno de extrema derecha se han establecido hoy. ?ste no es nuestro camino y no hay nada para nosotros en este Ejecutivo", declar¨® Livni, obviando la alternativa del Ejecutivo de unidad nacional. "No fuimos elegidos", a?adi¨®, "para legitimar ese Gobierno de extrema derecha. Debemos representar una alternativa de esperanza y pasar a la oposici¨®n".
No obstante, el presidente Peres tratar¨¢ hoy de conseguir lo que se augura imposible: persuadir a los dos candidatos m¨¢s votados para que a¨²nen fuerzas.
Lieberman, dirigente autoritario y referente de la poblaci¨®n inmigrante de origen sovi¨¦tico (m¨¢s de 1,2 millones de israel¨ªes), es la pieza clave del engranaje y del regateo pol¨ªtico. "Desde nuestro punto de vista existen tres posibilidades: un Gobierno amplio, que es lo que deseamos; un Gobierno reducido, que ser¨ªa un Ejecutivo paralizado, aunque no descartamos sentarnos en ¨¦l, y la celebraci¨®n de nuevas elecciones", explic¨® a Peres el ultranacionalista Lieberman tras anunciar su apoyo al l¨ªder del Likud.
La inclusi¨®n de Lieberman (investigado por lavado de dinero y falsificaci¨®n de documentos) en el Ejecutivo ser¨¢ fuente de roces en el ¨¢mbito de la pol¨ªtica interna y exterior. En Israel, porque su laicismo chocar¨¢ con los intereses de los partidos fundamentalistas, reacios a perder sus privilegios (subvenciones a las escuelas religiosas y la gesti¨®n de asuntos del derecho civil). Tambi¨¦n chocar¨¢ con las formaciones peque?as, porque las reformas que pretende introducir en el sistema pol¨ªtico reforzar¨ªan a los grandes partidos en detrimento de los minoritarios. Lieberman deber¨¢ enfrentarse a la resistencia de esas formaciones, claves ahora en la formaci¨®n de cualquier Gobierno.
M¨¢s relevante a¨²n. "Habr¨¢ un problema de imagen para la Administraci¨®n estadounidense si apoya a un Gobierno del que forme parte Lieberman, un pol¨ªtico tachado de racista. Pero el sistema israel¨ª no responde adecuadamente a las presiones externas", declar¨® el mi¨¦rcoles Daniel Kurtzer, ex embajador de Washington en Tel Aviv.
La negativa de la alianza radical a toda concesi¨®n a los palestinos ya hace temer a funcionarios y diplom¨¢ticos estridencias en el privilegiado v¨ªnculo con Estados Unidos. Barack Obama no es su adorado George W. Bush.
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