La sana levedad del 'na?f'
Una descendiente del conde de Romanones se desmarca de la aristocracia
Al otro lado del Misisipi madrile?o, de ese invisible Manzanares social que es la Castellana, naci¨® hace 30 a?os, con la Espa?a constitucional, Carla Figueroa Domecq. Expansi¨®n capitalina del XIX, all¨ª se encuentra el barrio de Salamanca, barrio de clase media pudiente que se debate hoy, como hace 30 a?os, entre mujeres de piernas prietas que llenan las aceras de sonidos de tac¨®n, hombres insospechadamente vestidos como si parecieran que van a cazar patos y una fauna de viejecitos de chocolate y misa agarrados a la renta antigua. Pero Carla naci¨® y creci¨® un paso m¨¢s arriba, entre chal¨¦s placenteros del Viso.
S¨®lo hay que ver los apellidos de esta madrile?a para empezar a sudar: bisnieta del primer conde de Romanones (alcalde de Madrid, presidente del Senado, 17 veces ministro, tres veces presidente del Consejo de Ministros con Alfonso XIII y prol¨ªfico escritor y bi¨®grafo); nieta de la viuda del conde de Romanones, Aline Griffith, la condesa esp¨ªa que aprendi¨® a tirarse en paraca¨ªdas y matar con cuchillo en aquellos a?os de la CIA, primeros whiskis y primeras bases americanas; hija del actual conde de Romanones y de Luc¨ªa Domecq, de la gran familia vinatera jerezana. S¨®lo escribirlo cansa.
Su perro, 'Quien' levanta la pata al grito de "?Arriba Espa?a!"
"A Obiang le pint¨¦ con un mono. Lo vio un ministro y dijo que era un insulto"
Ella ni est¨¢ cansada ni suda. Ella pinta, pinta dibujos na?fs, de fondos brillantes e ins¨®litos donde pulula gente guapa de grandes ojos y labios carnosos cercanos a Jordi Labanda pero sin el aburrido disseny catal¨¢n. Carla es ya la retratista de la high madrile?a. Se r¨ªe y le pega una sana patada a la cansina historia de Espa?a. "El prototipo del pijo serio y pesado que s¨®lo habla de t¨ªtulos nobiliarios existe. ?Y tanto! Yo les digo que soy adoptada", dice Carla en el bar al lado de su estudio del barrio de la Guindalera mientras acaricia a su perro. De nombre Quien, el perro. Con correa con los colores de la bandera espa?ola y a quien Carla, muerta de risa, le hace levantar la pata al grito de "Viva Espa?a".
"Un d¨ªa, hace nueve a?os, por la noche me vi pintada, mi imagen pintada de una manera, con los rasgos no realistas, y me dibuj¨¦. Segu¨ª dibujando a mis hermanos y luego a mis amigos hasta que me dije que por qu¨¦ no cobrar", explica Carla, que ahora pinta por encargo. "Yo primero hablo con ellos, les pido fotograf¨ªas y con eso hago un primer boceto y propongo varios fondos", explica. Con una t¨¦cnica mixta, donde prima el rotulador y los fondos acr¨ªlicos, Carla es capaz de retratar a una pareja canaria donde ¨¦l es Indiana Jones, ella una turista ex¨®tica y de fondo reina el Teide. "Est¨¢n encantados, son s¨²per fans m¨ªos. Yo con un cuadro me tengo que divertir".
Infancia en un colegio hoy desaparecido, el Santa Ana de la calle de Serrano, donde eran 13 por clase, vacaciones en la finca del abuelo Domecq en Jerez donde, dice, "me dedicaba a molestar a las muchachas" y se inventaba travesuras para aguantar las clases de flamenco que les pon¨ªan a ella y a sus primas. Otra Espa?a, con ecos de un pasado glorioso e ilustrado sobre la que otros tambi¨¦n har¨ªan caer sombras. "El gran cacique de Espa?a", dir¨ªa de su bisabuelo Arturo Barea en su Forja de un rebelde, un "pirante" dir¨ªa La Pisa-Bien de Luces de Bohemia, de Valle-Incl¨¢n. Infancia y adolescencia de rencillas familiares, de pititas y rastrillos, de salidas al Green y al Gatsby, de estudios, de primeros trabajos y la madurez que se atisba, que va llegando. Dos obras de Carla llaman la atenci¨®n y se superponen a la biblioteca de caoba familiar. La primera, ¨¢rbol geneal¨®gico y proclama, verdadero manifiesto donde Carla pint¨® a toda su familia: "Pint¨¦ a mi hermana peque?a Luc¨ªa con el tatuaje que se quer¨ªa hacer, yo haciendo yoga para aguantar a mi familia, a mi hermana mayor Cristina que es profesora y hace danza contempor¨¢nea bailando un poco, a mi madre que le dio en esa ¨¦poca por hacer la danza del vientre la puse as¨ª, a mi padre bien vestido pero con un chaleco cachondo, a mi hermano ?lvaro un tanto chulo y a mi hermano Alonso que era un enano y le hab¨ªa dado por las marcas le puse un cocodrilo gigante en la camiseta, le sent¨® fatal".
La otra, cuesti¨®n de cuasi Estado que recuerda a los negocios del bisabuelo en las minas del Rif: "Mi padre trabaja en Guinea Ecuatorial, es intermediario con el tema del petr¨®leo y me dijo que quer¨ªa regalarle un retrato m¨ªo a Obiang. Lo puse un poco menos negro, bien vestido, guapo, y de fondo pint¨¦ una selva con un mono jugando con un pl¨¢tano. Mi padre no lleg¨® a d¨¢rselo porque lo vio un ministro y le dijo que el mono era tomado all¨¢ por un insulto. As¨ª que tuve que ponerlo m¨¢s negro, vestirle con el traje t¨ªpico y en el fondo me hicieron pintar palomas blancas. Lo puse todo lleno de palomas, una casi le estaba dando un picotazo en la nariz".
Hace poco, Carla, como procede, inaugur¨® exposici¨®n en Kaplan, el nuevo espacio de Sotheby's para j¨®venes creadores. Su abuela le organiz¨® una cena de sociedad y fotos con la prensa: "Mi abuela me dec¨ªa: '?Pero hija, ense?a los dientes!'. Yo no pod¨ªa, no puedo ser tan falsa. S¨¦ que mi abuela, a quien a pesar de su car¨¢cter quiero mucho, lo hac¨ªa con cari?o, pero yo estoy fuera de todo eso, cuanto menos mejor, a m¨ª ese mundillo...".

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