Una casa tan especial como su due?o
Curzio Malaparte, autor de 'La piel', encarg¨® al arquitecto Adalberto Libera su m¨ªtica residencia de la isla de Capri
Capri es una peque?a isla m¨ªtica situada al sur del Golfo de N¨¢poles, a tres millas de la costa sorrentina, en la Campania. Su nombre proviene de "isla de las cabras", como la llamaron los primeros habitantes. Homero la cita como "la isla de los comedores de pan". Pero sobre todo es conocida como la "isla del amor", sobrenombre debido a los excesos sexuales de las org¨ªas de Tiberio.
En esa isla, varios siglos m¨¢s tarde, Curzio Malaparte, un escritor de la estirpe de Suetonio, mand¨® construir una casa extra?a y extravagante, tambi¨¦n en el escarpado litoral y no muy lejos del lugar llamado el Salto de Tiberio, donde el emperador hab¨ªa erigido su palacio: Villa Jovis. Malaparte la edific¨® entre 1938 y 1940 en un lugar de dif¨ªcil acceso y bastante solitario: el Cabo Massullo. Frente a ella se abre toda la amplitud marina, surcada de libros y aventuras, del golfo de Salerno.
La figura de Malaparte, "dandi y burlador profesional", como han definido sus enemigos a este periodista y escritor ¨²nico, o "el archiitaliano", como lo calificaban sus amigos, preside la forma y el esp¨ªritu de la Villa Malaparte, nombre que hoy en d¨ªa conserva la casa. El escritor se la encarg¨® al arquitecto Adalberto Libera; sin embargo, fue el propio Malaparte quien asumi¨® todo el dise?o y la rectificaci¨®n de los planos, hasta lograr acercarse a su ideal quim¨¦rico de unir abstracci¨®n y sensualidad en una misma construcci¨®n irrepetible y libre. La forma es esencialmente geom¨¦trica; un paralelep¨ªpedo, con paredes de color rojo sangre y blanco cal mediterr¨¢nea, abierto a una escalera de pir¨¢mide que asciende hasta una cubierta plana en forma de sol¨¢rium. L¨ªneas trazadas sobre planos que se cortan en el horizonte azul del mar, inmediato a la vista. Una inclasificable muestra de arquitectura racionalista, ep¨ªgono de los principios est¨¦ticos de la Bauhaus. Malaparte la llam¨® (y as¨ª lo grab¨® en una l¨¢pida de piedra en la entrada): Casa Come Me (casa como yo, o casa a mi modo). Sencillo y claro. ?O m¨¢s bien complejo y enigm¨¢tico? En realidad, ambiguo y disuasorio. Es una denominaci¨®n que, a la vista de la casa, se convierte en un laberinto o un acertijo.
Malaparte hab¨ªa nacido en 1898 muy lejos de Capri, en la Toscana. Su verdadero nombre era Kurt Suckert. Se hizo periodista y eligi¨® ser un hombre de su tiempo, un hombre que quer¨ªa actuar en la historia. Bruce Chatwin lo compara con T. E. Lawrence y Andr¨¦ Malraux, pero de modo injusto ironiza sobre ¨¦l, al rebajar su esp¨ªritu como el de una especie de turista privilegiado, provocador y neutro en todos los lugares en que estuvo. En cambio, Maria Antonietta Macciocchi, cuando dirig¨ªa Vie Nuove, describi¨® a Malaparte como un verdadero aventurero. Lo repudiaban Calvino, Moravia, Gobetti y Spriano, as¨ª como los intelectuales de la izquierda intransigente y puritana, por haber sido fascista de joven. Sin embargo, Malaparte gozaba de la admiraci¨®n sincera y del respeto de Palmiro Togliatti, el icono izquierdista de su tiempo. Pero Malaparte fue siempre Malaparte: un fascista al que odiaron los fascistas, un comunista al que odiaron los comunistas, que acab¨® siendo un cat¨®lico al que no admitieron los cat¨®licos. Malaparte era como era su casa, como era su isla: un ser exc¨¦ntrico, maldito y puro.
Un lugar diferente
La casa ciertamente es "como ¨¦l": cl¨¢sico, mediterr¨¢neo, masculino, esteta, fr¨ªo, pasional, mit¨®mano, marcial, severo, asceta y esencial. Libre, independiente, cultivador de la diferencia. Todo esto representa algo de su cuidada imagen ideologizada. Ficcion¨® desde el periodismo, e hizo pasar la ficci¨®n como periodismo: en este sentido, sus obras m¨¢s conocidas, La piel y Kaputt, son absolutamente precursoras. Pero su visi¨®n del periodismo como mapa de la realidad lo llev¨® a magnificar la verdad por encima de todo. Y la verdad, cuando es verdad radical, siempre es incre¨ªble, "parece una mentira". Hasta el punto de que mucha gente cre¨ªa que exageraba. En La piel existe una clara autocr¨ªtica sobre este asunto. Acabada la casa, y perseguido por lo m¨¢s retr¨®grado del fascismo, fue enviado de corresponsal del Corriere della Sera -como Dino Buzzati- en el frente ruso, y m¨¢s tarde, en Suecia, en Cracovia, en Varsovia, en cuyo gueto consigui¨® penetrar, pero luego no supo transmitir todo el horror que vio; entr¨® en Ucrania con los alemanes, donde fue testigo de las grandes matanzas de los comandos policiales voluntarios. Sus art¨ªculos, que sal¨ªan al mundo libre por v¨ªa de Suecia, eran una clara denuncia contra el nazismo, hasta el punto de ser perseguido en esa ¨¦poca por la Gestapo. Acab¨® en Finlandia, en la guerra finosovi¨¦tica. Sus experiencias de entonces est¨¢n reflejadas en Kaputt, realidad ficcionada en la que tiene un papel importante Agust¨ªn de Fox¨¢, el embajador de Espa?a en Helsinki. Cuando los americanos llegaron a N¨¢poles en 1943, Malaparte ya est¨¢ all¨ª y es nombrado enlace con ellos. La realidad que describe de esa experiencia ha devenido su libro m¨¢s popular: La piel.
Poco antes de morir, decepcionado de todos y como un acto de c¨ªnica denuncia, don¨® la Villa Malaparte a la Rep¨²blica Popular China, pa¨ªs en el que hab¨ªa vivido un tiempo en los a?os cincuenta como corresponsal, pero finalmente la familia logr¨® impugnar el testamento. La casa qued¨® abandonada. No se reconstruy¨® hasta los a?os ochenta, para acabar siendo hoy en d¨ªa sede de la Fundaci¨®n Ronchi. Pero a?os antes, en 1963, Jean-Luc Godard rod¨® en la Villa su pel¨ªcula Le M¨¦pris, con Fritz Lang en uno de los papeles.
La presencia de Lang en esa casa es todo un s¨ªmbolo moral, pues ambos, ¨¦l y Malaparte, est¨¢n pr¨®ximos en su esp¨ªritu cr¨ªtico y en su libertad de pensamiento, como dos "ilustrados volterianos de fin de mundo". Curiosa mezcla, adem¨¢s: dos sofisticados iconoclastas unidos por el contradictorio genio de Godard. Lang podr¨ªa haber sido un gran personaje de Malaparte. Qu¨¦ pena que no se cruzaran. S¨®lo la casa los uni¨®.
? Adolfo Garc¨ªa Ortega es autor de la novela El comprador de aniversarios (Seix Barral, 2008).
La pel¨ªcula que no rod¨® Billy Wilder
Gu¨ªa
C¨®mo ir
? Alitalia (915 16 11 01; www.alitalia.com). Vuelos desde Madrid a N¨¢poles a partir de 147 euros, ida y vuelta, todo incluido.
? Clickair (www.clickair.com). Desde Barcelona, por 80 euros, ida y vuelta.
? En 'ferry' a Capri (www.capritourism.com). Para llegar existen varias compa?¨ªas. Los ferrys salen entre las 5:40 y las 20:00. Tarda 80 minutos y cuesta 9,60 euros. Por 17 euros se puede llegar en hidroala en 40 minutos.
Visitas
? Villa Malaparte (0039 055 22 45 97; casamalapar-te@fastwebnet.it) La Fundaci¨®n Ronchi gestiona el acceso a la casa del escritor.
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