Tres postales del PP
?La fotograf¨ªa El d¨ªa que el PP amaneci¨® como un boxeador sonado tras conocer que el fiscal implicaba a Francisco Camps en la trama de corrupci¨®n, los segundos del presidente se movilizaron para procurarle los primeros auxilios, evitando as¨ª que quedara tundido sobre la lona. Entre la amplia panoplia de los lenitivos que se le procuraron (que iban desde una terapia de choque hasta proporcionarle ox¨ªgeno con una toalla) me llam¨® la atenci¨®n un peque?o detalle. Una fotograf¨ªa, discreta, que su equipo remiti¨® a todos los medios de comunicaci¨®n. En ella, aparec¨ªa el presidente de la Generalitat en el instante de manuscribir la declaraci¨®n institucional que luego leer¨ªa ante los medios de comunicaci¨®n,
No pocos han cre¨ªdo ver en esta imagen la proyecci¨®n de un Camps transmutado en un nuevo Churchill, plant¨¢ndole cara a los elementos. Pero no se trataba de eso. La fotograf¨ªa, en realidad, intentaba presentar a una persona herida en su dignidad, en su honestidad, capaz de aceptar las cr¨ªticas pol¨ªticas, pero molesto por esa intrusi¨®n en su ¨¢mbito m¨¢s ¨ªntimo. Por eso, la imagen le presenta en solitario, sin asesores construy¨¦ndole un discurso. El retrato de un hombre que acepta que todo es opinable salvo su honestidad. Es Camps respondiendo en primera persona de su ¨¦tica personal. Pero el hecho reconocido y que se intent¨® ocultar desde el principio es que el presidente se prob¨® trajes en la tienda de Milano en Madrid. Qu¨¦ ser¨¢ lo pr¨®ximo.
?La peste. Los populares se sienten apestados por el caso G¨¹rtel y su correlato valenciano a trav¨¦s de Orange Market y su m¨¢ximo responsable empresarial ?lvaro P¨¦rez. Existe la conciencia de que, de una manera u otra, todos han estado en contacto con la peste, pero desconocen qui¨¦nes han sido contagiados y qui¨¦nes no. La incertidumbre les genera p¨¢nico. Son muchos los que aqu¨ª han tenido contacto con El Bigotes por eso no les llega la camisa al cuerpo. Por eso tantos piensan que pueden ser el pr¨®ximo implicado, el otro cargo del Consell que figura en el sumario y cuyo nombre a¨²n se desconoce. El Bigotes era la peste y muchos convivieron demasiado cerca de ella.
?La leona. Rita Barber¨¢, la alcaldesa de Valencia, es de una estirpe de pol¨ªticos que se desvanece. Siempre que las cosas le han ido mal a su partido, en AP o en el PP, ella ha estado ah¨ª para ech¨¢rselo sobre los hombros y sacarlo adelante. El pasado jueves sali¨® como una leona a proteger a su cachorro m¨¢s querido y, al d¨ªa siguiente, rugi¨® desde su despacho de alcald¨ªa para infundir miedo a sus adversarios —jueces, fiscales y socialistas— y quit¨¢rselo ella misma de encima por lo que pueda pasar en el futuro. Curtida en mil batallas, esta veterana es una sabia de la pol¨ªtica y carg¨® por donde intuye que le puede llegar el peligro a su partido. Tremebunda como s¨®lo sabe serlo ella ("Se est¨¢ pudriendo el Estado de derecho en Espa?a") y excesiva atac¨® al secretario general de los socialistas valencianos, Jorge Alarte, porque es ¨¦l quien le preocupa, no Ricardo Peralta.
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