El lado oscuro de la pandilla de Marta
El amargo final del grupo de amigos de la joven desaparecida se precipit¨® tras las detenciones
Los amigos de Marta del Castillo tienen grabada una imagen: la de Samuel Ben¨ªtez deshecho en l¨¢grimas la tarde en la que todos se reunieron en una misa para pedir por el regreso de la chica. Era el 29 de enero. Marta, de 17 a?os, llevaba ya cinco d¨ªas desaparecida y las esperanzas de que se hubiera ido voluntariamente empezaban a desvanecerse. Samuel, en medio de su llanto, se esforzaba por mantener alto el ¨¢nimo de todos. "Tranquilos, la vamos a encontrar. Y cuando vuelva nos vamos a montar una fiesta para celebrarlo", les dec¨ªa. Siempre cerca de ¨¦l se mov¨ªa Javi G., un adolescente de 15 a?os al que muchos le oyeron gritar con rabia que si alguien le hab¨ªa hecho algo a Marta, ¨¦l se lo har¨ªa pagar.
Nadie se imagin¨® que las l¨¢grimas y el aliento eran parte de sus coartadas
"Miguel mat¨® a Marta; 'Samu' y 'Javi' nos han matado a nosotros"
Todos aluden a una amistad muy estrecha, una lealtad llevada al extremo
"Miguel pegaba a los muros hasta que ven¨ªa con los nudillos sangrando"
Ninguno de los que les escuchaban pod¨ªa pensar que las l¨¢grimas y palabras de aliento que mostraron desde la primera noche de b¨²squeda es posible que fueran parte de sus coartadas. "Miguel mat¨® a Marta; Samu y Javi nos han matado a nosotros", dice un amigo que prefiere no dar su nombre.
La historia de esta pandilla de barrio no pod¨ªa tener un final m¨¢s amargo. Un final precipitado en tres semanas, las que discurrieron entre la desaparici¨®n de la chica y la confirmaci¨®n de que los que estaban detr¨¢s de esa ausencia eran, presuntamente, tres de sus mejores amigos. A muchos les ha venido estos d¨ªas a la memoria un mural que hizo Marta hace unos meses en el ordenador y que env¨ªo a todo el grupo. Un collage de fotograf¨ªas de adolescentes felices presidido por un lema: "Todos 100% juntos". Pero en el cartel hab¨ªa una segunda consigna que se ha convertido en un negro presagio: "O todos o ninguno". Ha sido ninguno. El grupo se desvaneci¨® el fin de semana del 14 de febrero, cuando la polic¨ªa detuvo a Miguel Carca?o, de 19 a?os, como presunto asesino de la joven desaparecida, y a Samuel y Javi como sus c¨®mplices. Los que han quedado en el barrio creen que nunca podr¨¢n recuperarse de la p¨¦rdida de Marta; pero tampoco de la traici¨®n de los tres detenidos.
"Esto es duro, bastante duro. Nos hemos quedado de piedra", acierta a decir Gabi, uno de los chicos del grupo al que tambi¨¦n pertenec¨ªan Marta, Alejandra, Cristian, Roc¨ªo, Gonzalo y Alfredo. Todos rondan los 17 y han crecido en Tartessos, un barrio de clase media de Sevilla ubicado a escasos 500 metros de la estaci¨®n de Santa Justa. Por all¨ª empez¨® a dejarse ver hace dos a?os Miguel Carca?o, que entonces era un adolescente bajito que acababa de perder a su madre y se hab¨ªa mudado a casa de su hermano Francisco Javier, vecino de unos pisos con urbanizaci¨®n cerrada colindante con los de Marta. Unos definen a Miguel como un chaval "apocado", otros como un adolescente "chulito y presumido". Todos coinciden en que le gustaban mucho las chicas y siempre andaba con alguna.
Marta estaba llamada a ser una m¨¢s de esa larga lista de conquistas. Los present¨® Alfredo, que hab¨ªa hecho buenas migas con el chico nuevo del barrio. Marta ten¨ªa 15 y Miguel 17. Se cayeron bien y empezaron a salir. La relaci¨®n formalmente no dur¨® m¨¢s de un mes, pero, cuando rompieron, Miguel ya estaba integrado en la pandilla. ?l trajo un d¨ªa a Samuel, un joven "divertido y cari?oso", que ten¨ªa un amigo m¨¢s peque?o llamado Javi que tambi¨¦n se uni¨® al grupo.
Los mayores del barrio no tienen quejas de esta pandilla de adolescentes. Su entretenimiento preferido era pasar la tarde comiendo pipas en un banco de la plaza Santa Mar¨ªa de Ordaz, a pocos metros de sus casas. No sol¨ªan salir de discotecas, no hac¨ªan botell¨®n y casi ninguno de ellos fumaba. "Nosotras beb¨ªamos en la Feria. De los dem¨¢s, alguno beb¨ªa, pero poco", recuerda Alejandra, la mejor amiga de la joven desaparecida. Juntas compart¨ªan otras aficiones m¨¢s infantiles que juveniles: ver pel¨ªculas de Disney y meter toda la ropa que pod¨ªan en el probador de una tienda para hacerse fotos con el m¨®vil como si fueran modelos. "Pod¨ªamos estar seis horas as¨ª, haciendo fotos bobas", cuenta Alejandra, que define a su amiga como una chica "tranquila, especialmente inocente y muy apegada a sus padres".
A los padres de Marta nunca les gust¨® mucho Miguel. Lo repitieron en p¨²blico desde el d¨ªa que desapareci¨® su hija. Lo ve¨ªan como un joven celoso, problem¨¢tico, hijo de una familia desestructurada que le hab¨ªa condenado a una infancia dif¨ªcil. La mayor¨ªa sab¨ªa que su madre y una hermana (o dos) murieron en un accidente de tr¨¢fico. La polic¨ªa les ha informado ahora de que se lo hab¨ªa inventado. "Me enter¨¦ de que todo era mentira cuando fui a declarar a la comisar¨ªa", cuenta uno de los chavales. "Me qued¨¦ helado". La historia ahora desvelada es que el padre les abandon¨®, el ni?o se crio con la madre y ¨¦sta, que viv¨ªa atada a una silla de ruedas y trabajaba para la ONCE, muri¨® hace dos a?os.
Aunque la relaci¨®n de Marta y Miguel fue fugaz, sus amigos coinciden en que nunca se deshizo del todo. Ella segu¨ªa enamorada de ¨¦l y ¨¦ste, aunque saltaba de chica en chica, sent¨ªa algo especial por Marta. "Yo creo que estaba obsesionado con ella", apunta Juan Pablo, un amigo de la chica. "Ella le segu¨ªa queriendo y ¨¦l lo sab¨ªa y le dec¨ªa 'como te vea con otro t¨ªo ver¨¢s", cuenta Alejandra. Las compa?eras del colegio San Juan Bosco, donde la joven desaparecida estudiaba 2? de ESO, recuerdan que todav¨ªa a principios de este curso era frecuente ver a Miguel yendo en moto a recoger a Marta a la salida de clase.
Ten¨ªa ¨¦xito con las chicas, pero Miguel nunca ejerci¨® de l¨ªder del grupo. Ni siquiera parec¨ªa tener especial dominio sobre Samuel y Javi, los dos m¨¢s apegados a ¨¦l y a los que acab¨® convenciendo para que cometieran el peor error de sus vidas. ?C¨®mo lo consigui¨®? En el barrio todos aluden a una amistad muy estrecha, a una lealtad llevada al extremo en la que para guardarle las espaldas al amigo han traicionado hasta el l¨ªmite a la amiga. "Ha quedado claro que eran m¨¢s amigos de Miguel que de Marta", concluy¨® el pasado viernes el jefe superior de Polic¨ªa de Andaluc¨ªa Occidental, Enrique ?lvarez Riestra.
A los que le conocieron, Miguel tampoco les pareci¨® nunca una persona agresiva. Quiz¨¢s s¨ª temperamental. "No era de ir buscando pelea, pero reaccionaba r¨¢pido, sin pensar en las consecuencias, no dialogaba", cuenta Gabi. Dos chicas con las que vivi¨® una relaci¨®n pasajera coinciden en que nunca le vieron pegar a nadie, aunque s¨ª "enfadarse mucho y pagarlo a patadas con un banco o una papelera".
Algo parecido vio m¨¢s de una vez otro de los amigos de la pandilla al que le sorprend¨ªa que Miguel "se enfadara por todo" y se desahogara "peg¨¢ndole a los muros hasta que ven¨ªa con los nudillos sangrando". Quiz¨¢s por eso, cuando Marta desapareci¨®, muchos se?alaron a Miguel. Al contrario que sus dos c¨®mplices, la frialdad del joven tras la desaparici¨®n de la chica aviv¨® sospechas. No volvi¨® a aparecer por el barrio ni llam¨® para interesarse por las labores de b¨²squeda. "Era todo tan raro que est¨¢bamos convencidos de que ¨¦l sab¨ªa algo", recuerda Silvia.
Lo normal hubiera sido que se comportara como Samuel y Javi, que se unieron al grupo en las batidas por la ciudad y ayudaron a difundir su imagen. Samuel incluso acompa?¨® a la familia a presentar la denuncia ante la polic¨ªa la noche en la que se perdi¨® el rastro de Marta. Hac¨ªa unas horas que presuntamente hab¨ªa ayudado a tirar el cuerpo de su amiga al r¨ªo y hab¨ªa decidido poner en marcha su teatro. La obra dur¨® 21 d¨ªas.
Con la colaboraci¨®n de ?ngeles Lucas
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