Proyectos eternos
Cada cierto tiempo, los hoteleros alicantinos dejan o¨ªr su voz para pedir la construcci¨®n de un palacio de congresos en la ciudad. As¨ª sucede desde hace 20 a?os, poco m¨¢s o menos, que es cuando comenz¨® a hablarse del asunto en Alicante. La ¨²ltima semana, con motivo de un debate sobre el futuro del turismo, hemos vuelto a escuchar la petici¨®n. Comparada con ocasiones anteriores, la demanda ten¨ªa esta vez un tono m¨¢s angustiado y perentorio. La crisis econ¨®mica ha provocado un descenso en la ocupaci¨®n de los hoteles, que funcionan todos ellos a medio gas. La inquietud entre los industriales es evidente y se buscan soluciones. Las esperanzas que la Volvo hab¨ªa despertado, y sobre las que tanto se insisti¨® desde la Generalidad, se esfumaron tan pronto los veleros se perdieron de vista por el horizonte.
Ante la situaci¨®n, la primera pregunta que hemos de hacernos es c¨®mo una poblaci¨®n que pretende vivir del turismo, que considera al turismo su primera industria, no ha sido capaz de edificar, en 20 a?os, un palacio de congresos. Una d¨¦cada atr¨¢s, Alicante era la cuarta ciudad de Espa?a en n¨²mero de congresos; hoy, su nombre ni siquiera figura en el circuito de estas celebraciones. ?Qu¨¦ ha ocurrido para llegar a este punto? Responder a la pregunta es dif¨ªcil, porque exige explicar las razones del fracaso de Alicante como ciudad, que son variadas y de una gran complejidad.
Hace unos d¨ªas, hablaba este peri¨®dico de los frecuentes retrasos que suelen sufrir los proyectos p¨²blicos en Alicante. La informaci¨®n conclu¨ªa que la demora era consecuencia de las rivalidades existentes entre los pol¨ªticos de distintos partidos. Es cierto que las rivalidades pol¨ªticas producen a menudo estos resultados; ahora mismo, hay detenidos un par de proyectos probablemente por su causa. Pero, en mi opini¨®n, existe un motivo superior que explica los retrasos y es la incapacidad de las autoridades alicantinas para gestionar con solvencia los asuntos, es decir, para gobernar. Cuando un ayuntamiento no logra construir un edificio en veinte a?os, dif¨ªcilmente puede culparse a los dem¨¢s. Y en Alicante, no ha fallado s¨®lo el palacio de congresos: a estas alturas, a¨²n no tenemos un Plan General.
Es probable que el alicantino no haya advertido todav¨ªa las consecuencias que el largo gobierno de Luis D¨ªaz Alperi ha tenido para la ciudad. Lo descubrir¨¢ a lo largo de los pr¨®ximos meses. La bonanza econ¨®mica de los a?os pasados, tan extraordinaria por todos los conceptos, sirvi¨® para ocultar cualquier problema que se presentara. A D¨ªaz le bast¨® poco m¨¢s que su cordialidad para cosechar votos y gobernar con holgura. Pero la cordialidad por s¨ª sola no resuelve los asuntos ni es capaz de levantar un palacio de congresos. Hace falta trabajar un poco. Pasado el espejismo de la Volvo, hemos vuelto bruscamente a la realidad: la crisis econ¨®mica llama a la puerta, y Alicante lo tiene pr¨¢cticamente todo por hacer.
Alicante necesitar¨¢ algo m¨¢s que un palacio de congresos para superar las dificultades que se avecinan. Por no tener, esta ciudad que pretende vivir del turismo, no tiene ni una pol¨ªtica tur¨ªstica, ni hay se?al alguna de que vaya a tenerla. Tampoco, cambiando de terreno, dispone de suelo industrial. Aqu¨ª, a decir verdad, todo se f¨ªa a que pase pronto la crisis y vuelva la fiebre de la construcci¨®n. Esa parece ser la ¨²nica aspiraci¨®n municipal y en ese sentido parece estar redactado el proyecto del Plan General. Me temo que los hoteleros todav¨ªa deber¨¢n esperar para tener su palacio de congresos.
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