Defendiendo la verdad y la raz¨®n
Es dif¨ªcil, aunque no imposible, imaginar un periodismo sin diarios impresos. No es tan dif¨ªcil, en cambio, imaginar diarios sin el periodismo de calidad indispensable para la salud de una sociedad democr¨¢tica
El debate sobre el futuro de los diarios contiene una preocupaci¨®n de fondo por el devenir del periodismo. La alternativa digital, sumada a la competencia audiovisual, incide sobre algo m¨¢s que la pervivencia de los formatos impresos, tambi¨¦n sobre los contenidos y la funci¨®n social de los medios.
Ese debate informal y sostenido tiene su origen m¨¢s reciente en la aparici¨®n de Internet, hace 15 a?os, pero la radio y la televisi¨®n ya lo hab¨ªan abierto mucho antes. El control inicial de los gobiernos sobre el audiovisual, as¨ª como el tiempo necesario para su perfeccionamiento t¨¦cnico, retrasaron el estallido de la competencia entre los medios hasta la segunda mitad del siglo XX. El periodismo ha sido absorbido por una industria de la comunicaci¨®n en la que el espect¨¢culo y la sensaci¨®n son el mayor reclamo para asegurar los niveles de difusi¨®n y audiencia exigidos por la publicidad, fuente de financiaci¨®n com¨²n a todos.
En contra de lo que se dijo, los nuevos medios no han eliminado a los anteriores
Hacer periodismo de calidad es caro. El gran problema est¨¢ en c¨®mo financiarlo
La distinta naturaleza de los medios de comunicaci¨®n ha otorgado posibilidades y l¨ªmites diferentes a cada uno de ellos. Hija a la vez de la hoja volante y del libro, y constre?ida en espacio y tiempo, la prensa diaria ya hab¨ªa rozado sus lindes con el sensacionalismo amarillo de William Randolph Hearst, el cinematogr¨¢fico ciudadano Kane, en cuyo deshonor Edward Godkin enton¨® la "verg¨¹enza p¨²blica de que los hombres puedan hacer tanto mal con el objeto de vender m¨¢s peri¨®dicos".
Hijas sucesivas del tel¨¦grafo sin hilos de Marconi, de la siembra de mensajes al viento (broadcast) de Lee de Forest y de la electr¨®nica industrial, la radio y la televisi¨®n no han conocido otros l¨ªmites que los que la pol¨ªtica haya podido imponerles y los que el comercio no haya logrado traspasar. En su caso, los umbrales de verg¨¹enza a¨²n no han dejado de sorprender.
Preguntarse en qu¨¦ medida los medios audiovisuales mantienen el trinomio originario informaci¨®n-formaci¨®n-entretenimiento es una buena manera de ver el marco en que se mueve hoy el periodismo. La acentuada decantaci¨®n hacia el entretenimiento m¨¢s espectacular, en dem¨¦rito de la formaci¨®n, puede arrastrar en exceso la informaci¨®n hacia formatos y lenguajes impropios, por coloquiales, subjetivos y ambivalentes. La imitaci¨®n de los modelos gr¨¢ficos instant¨¢neos de las noticias audiovisuales tiende a producir, adem¨¢s, un empobrecimiento informativo de los diarios, en cuyas p¨¢ginas tambi¨¦n gana espacio el entretenimiento.
De confirmarse esa tendencia, estar¨ªamos ante el riesgo de una disoluci¨®n del periodismo en la industria de la comunicaci¨®n, mientras que Internet parecer¨ªa proclamar su pura y simple obsolescencia. Hija no esperada de la inform¨¢tica y las telecomunicaciones, esa red global, instant¨¢nea y omnicomprensiva, de naturaleza aparentemente ilimitada, ha abierto la puerta a un periodismo m¨¢s participativo y autogestionado por el ciudadano, hasta poner en duda la necesidad originaria del mensajero y mediador. Como si el periodismo agotara su ciclo hist¨®rico.
?Lo est¨¢ agotando? No se agota, en todo caso, la necesidad del periodismo como selecci¨®n, elaboraci¨®n e informaci¨®n de los hechos, de acuerdo con criterios de inter¨¦s p¨²blico, como investigaci¨®n y presentaci¨®n de los problemas de la sociedad, como an¨¢lisis y cr¨ªtica con aportaci¨®n de opiniones fundamentadas.
La pregunta es si habr¨¢ lugar para el periodismo as¨ª entendido -y no como una mera repetici¨®n de noticias e impactos- en el espacio vac¨ªo que pudiera resultar de la acentuaci¨®n de esas tendencias, entre su disoluci¨®n en la industria de la comunicaci¨®n y la procelosa navegaci¨®n de los lectores por los mares virtuales de Internet.
Otra pregunta es si hay una conciencia clara de estas amenazas, agravadas por una crisis que ha reducido la publicidad que financia todos los medios, que ha cortado el potente despegue de los diarios gratuitos y que afecta tambi¨¦n a los de pago. Una tercera pregunta ser¨ªa si podr¨ªa sobrevivir el periodismo a una eventual desaparici¨®n de los diarios impresos.
El orden inverso de las respuestas no alterar¨¢ el sentido de la explicaci¨®n.
Es dif¨ªcil, aunque no imposible, imaginar un periodismo sin peri¨®dicos. Los peri¨®dicos son la referencia hist¨®rica del periodismo y su cultura profesional, por ser el m¨¢s antiguo de los medios y el ¨²nico espec¨ªfico, creados expresamente para la funci¨®n de informar y crear opini¨®n, ligados en su evoluci¨®n al progreso de la libertad y de la democracia, v¨ªctimas primeras y genuinas de cualquier regresi¨®n pol¨ªtica. De los peri¨®dicos han tomado la radio, la televisi¨®n e Internet principios, valores y g¨¦neros informativos, as¨ª como el nombre mismo de la actividad -periodismo- y las tareas que ejercen sus redactores o periodistas.
No es tan dif¨ªcil, en cambio, imaginar peri¨®dicos sin el periodismo bien entendido al que nos referimos. Hemos sufrido esa extra?a situaci¨®n en Espa?a durante gran parte del franquismo y la siguen sufriendo en muchos pa¨ªses. Si sucede por razones pol¨ªticas, podr¨ªa suceder tambi¨¦n -y, de hecho, comienza- por razones econ¨®micas. La tradici¨®n period¨ªstica anglosajona, que es la m¨¢s acreditada por su continuidad, coherencia y vinculaci¨®n originaria con la libertad de prensa, ofrece una conciencia de lo que hay que defender y c¨®mo, frente a esas tendencias de disoluci¨®n del periodismo, m¨¢s fuerte y clara que otras tradiciones afectadas por su vinculaci¨®n originaria al poder y por los accidentes derivados de la historia pol¨ªtica. En Espa?a, el corte profundo de la Guerra Civil y el franquismo rompi¨® la continuidad de la fr¨¢gil tradici¨®n liberal y ha dejado el periodismo en una situaci¨®n de escasez de referentes personales y culturales. Con una conciencia m¨¢s difusa de las amenazas y una situaci¨®n de debilidad conceptual para la defensa del lugar del periodismo en el futuro de los medios.
Sirva el periodismo norteamericano como referencia, no s¨®lo para explicar las causas de los cambios y amenazas, sino tambi¨¦n para construir los argumentos de la defensa. Un periodismo que reconoce la verdad como primera obligaci¨®n y cuya primera lealtad es con los ciudadanos, de acuerdo con Bill Kovach y Tom Rosenstiel, que expresaron en The Elements of Journalism (2001, actualizaci¨®n y revisi¨®n en 2007; en espa?ol, Los elementos del periodismo, EL PA?S, 2003), fruto de un extenso trabajo de investigaci¨®n y debate profesional. Un periodismo que no desatiende el concepto de objetividad, sino que lo plantea como m¨¦todo en una disciplina esencial de verificaci¨®n de las noticias.
Hay una raz¨®n hist¨®rica, si se quiere elemental, para creer en la pervivencia de los peri¨®dicos impresos: contrariamente a lo que se pens¨® en momentos parecidos del pasado, los nuevos medios no han comportado la desaparici¨®n de los antiguos, sino su transformaci¨®n y adaptaci¨®n. Tampoco afrontan todos los peri¨®dicos los mismos riesgos, m¨¢s acentuados para los que dependen de las grandes campa?as de publicidad que para los ligados a contenidos y recursos locales.
Para el futuro de todos los medios, se requiere una s¨®lida conciencia social y profesional sobre el periodismo que hay que defender. De ah¨ª la necesidad de profundizar en la comprensi¨®n y la aplicaci¨®n del concepto recurrente de periodismo de calidad, de convertirlo en referencia com¨²n del ejercicio profesional, de la demanda social y del inter¨¦s del p¨²blico. El periodismo de calidad, tomado como condici¨®n necesaria pero no suficiente. El problema principal est¨¢ en su financiaci¨®n, a¨²n m¨¢s ahora que la publicidad ha ca¨ªdo en picado y que el horizonte inmediato es de crisis y reducciones de plantillas.
El periodismo de calidad es caro, pero es indispensable para la buena salud de una sociedad democr¨¢tica. Volvamos a Kovach y Rosenstiel: "El periodismo proporciona algo ¨²nico en una cultura: la informaci¨®n independiente, fiable, precisa y extensa, que los ciudadanos requieren para ser libres". Evoquemos a Mariano Jos¨¦ de Larra, nuestro primer gran periodista, que defini¨® su oficio como un ejercicio genuino de cr¨ªtica al Gobierno y defensa de la sociedad, que proclamaba como ¨²nico objetivo del periodismo "contribuir en lo poco que pudiese al bien de mi pa¨ªs", sin necesidad de "defender m¨¢s que la verdad y la raz¨®n".
Jaume Guillamet es catedr¨¢tico de Periodismo de la Universitat Pompeu Fabra, de Barcelona.
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