Llodio examina su paradoja
El primer pueblo alav¨¦s, que prosper¨® con la inmigraci¨®n, es un basti¨®n de la izquierda radical - Su ausencia abre un nuevo escenario electoral
Llegue por donde llegue, la crudeza del paisaje urbano de Llodio turba al visitante. Lo buc¨®lico de su entorno (Ganekogorta al Oeste, Gorbea al Este, Sierra Salvada al Sur, colinas por todas partes) potencia el impacto visual, por contraste. Si uno llega por Areta, ah¨ª est¨¢ Guardian; si accede por la variante, Vidrala; ?que entra desde Amurrio?, Tubacex; si se adentra por Ugarte, Envases. Y entre una f¨¢brica y otra, casas. Bloques levantados sin otro criterio que el aprovechamiento vertical. "No es un pueblo bonito", asume Txema Urquijo, abogado y adjunto a la Direcci¨®n de Atenci¨®n a las V¨ªctimas del Terrorismo, quien naci¨® all¨ª en 1961. Dicen que lo fue, un tranquilo n¨²cleo rural de 3.000 habitantes, antes de que el desarrollismo desaforado multiplicase por siete su poblaci¨®n en los sesenta.
Batasuna exhibi¨® su perfil social y de izquierdas para seducir a los reci¨¦n llegados
Los vecinos se han sobrepuesto a las inundaciones, la reconversi¨®n y el terrorismo
Andaluces, extreme?os, gallegos y castellanos acudieron a la promesa de un empleo en Aceros de Llodio, en Tubacex, en Villosa. Se establecieron a orillas del Nervi¨®n como pudieron haber echado ra¨ªces en la Margen Izquierda. Pero, a diferencia de Barakaldo, o de Ermua, o de Basauri, localidades de similar configuraci¨®n demogr¨¢fica que se erigieron en feudos socialistas, Llodio es nacionalista y basti¨®n de la izquierda radical. "En la Transici¨®n, el mundo de HB supo conectar con sectores de la inmigraci¨®n a trav¨¦s de agrupaciones vecinales, asociativas y culturales", opina Urquijo. "Influy¨® el carisma de gente como Pablo Gorostiaga, un tipo campechano que practicaba la pol¨ªtica a pie de calle". Gorostiaga est¨¢ hoy en prisi¨®n por el caso Egin. "El mensaje de ese mundo sintoniz¨® con la inmigraci¨®n no desde el nacionalismo, sino por su reivindicaci¨®n social de izquierdas", apunta el actual alcalde, el peneuvista Jon Karla Menoio.
Desde la Transici¨®n, la segunda localidad de ?lava s¨®lo ha conocido alcaldes de Batasuna y del PNV. Se dice que en Llodio el p¨¦ndulo oscila de un polo nacionalista al otro. "El p¨¦ndulo es m¨¢s extenso", discrepa el primer edil. "En las ¨²ltimas generales, y antes en los ochenta, gan¨® el PSE. Llodio es un pueblo muy plural. Tiene una rica cultura de la alternancia".
Discrepa Charo Sarasua, portavoz socialista en el Ayuntamiento. "La bronca pol¨ªtica siempre lastr¨® a Llodio. Aqu¨ª nunca se ha hecho nada porque nunca ha habido entendimiento ni con la Diputaci¨®n, ni con el Gobierno vasco, ni con el central. Y as¨ª estamos, con todo por hacer: un multiusos, un teatro, el parque de Marqu¨¦s del Puerto, el nuevo centro cultural", protesta. "Y la gente sigue teniendo miedo de decir lo que piensa", abunda.
"La situaci¨®n es a¨²n grave porque hay gente amenazada que necesita escolta, pero la convivencia ya no presenta el perfil duro de los ochenta", cuando Llodio compet¨ªa con Renter¨ªa por el liderazgo de la kale borroka, incide Urquijo. "Llodio es un pueblo claramente posicionado contra el terrorismo", acent¨²a su alcalde.
En una cosa coinciden todos: nadie sabe qu¨¦ efecto tendr¨¢ en las urnas la ausencia de papeletas del mundo radical. "Ganar¨¢ el PNV, pero los porcentajes no variar¨¢n aqu¨ª en exceso de los del resto de Euskadi", aventura Urquijo.
El azote del terrorismo (tres atentados sufri¨® en los ochenta la Casa Cuartel, sita en pleno casco urbano), las inundaciones de 1983 (gestionadas por un alcalde biso?o llamado Juan Jos¨¦ Ibarretxe) y la reconversi¨®n industrial (que cerr¨® en 1992 Aceros de Llodio) configuraron un escenario tenebroso del que supieron escapar los vecinos, que ahora afrontan otra coyuntura compleja. "No somos una isla. La crisis se nota y el paro crece, pero nuestras empresas son ahora punteras y resistir¨¢n el envite", considera Menoio, quien se felicita pues la poblaci¨®n creci¨® el a?o pasado por vez primera desde 1992.
Esquizofrenia identitaria
"Si hurgas entre los llodianos, brotar¨¢ un sentimiento de abandono, justificado o no, con respecto a la Diputaci¨®n de ?lava. Sienten que, para los vitorianos, ?lava acaba en Vitoria, y que el primer pueblo de la provincia est¨¢ abandonado". Txema Urquijo aporta pruebas de la existencia de lo que denomina esquizofrenia identitaria: "La ciudad de referencia es Bilbao. Cada diez minutos tienes un tren que te deja en el centro en 28 minutos, mientras que ir a Vitoria en autob¨²s es una odisea. El prefijo telef¨®nico es el 94 [el correspondiente a Vizcaya]; nuestros hijos nacen en Cruces; nuestro hospital es el de Galdakao, y cada domingo se organizan autobuses a San Mam¨¦s", se?ala.
"Ante todo soy y me siento vasca. ?Alavesa? Tambi¨¦n, pero eso no impide que ame Bilbao", indica Charo Sarasua, portavoz socialista.
En las auton¨®micas, los partidos procuran incluir en sus listas a alg¨²n llodiano: sus 18.300 vecinos pueden resultar determinantes en la atribuci¨®n de esca?os. De ah¨ª que Llodio sea una prol¨ªfica cantera de pol¨ªticos.
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