De una escoba sali¨® un tiro
Bermejo ha pagado muy caro una pasi¨®n por la caza propia de hombre de pueblo. Pero ha hecho bien en dimitir. En la fauna pol¨ªtica nacional no hay nadie que supere en capacidad de agarre a los mastines del PP
Apunta p'all¨¢, que las escopetas las carga el diablo", dec¨ªa mi abuela Isabel, con deje leon¨¦s, cada vez que ve¨ªa a alguno de los cazadores de la familia manipulando un arma. Y como mujer sentenciosa que era, a?ad¨ªa, implorando la m¨¢xima cautela: "No olvides nunca que de una escoba sali¨® un tiro".
"Y mat¨® un ministro", podr¨ªamos decir hoy para cerrar el cuento, a prop¨®sito de que, en lo tocante a la caza, las imprudencias se pagan.
Como cazador de larga trayectoria, siento una piedad enorme por el ministro Bermejo, a quien no conozco de nada pero en el que intuyo una pasi¨®n ciega y no sobrevenida por la caza, como corresponde a un tipo de pueblo. Pero como ciudadano reconozco que ha hecho muy bien alivi¨¢ndole la carga a Zapatero, porque siendo el ministro m¨¢s montaraz de su Gobierno, llevaba d¨ªas atrapado en un lazo para jabal¨ªes de diez arrobas, en el que se hab¨ªa dejado apresar con imprudencia temeraria. Y en la fauna pol¨ªtica nacional no hay nadie que supere en capacidad de agarre a los mastines del PP, como queda demostrado una vez m¨¢s.
En el desastre del 'Prestige', ministros y 'conselleiros' estaban de cacer¨ªa o esquiando
Resulta chocante que Trillo, responsable pol¨ªtico del Yakolev, pidiera el cese de Bermejo
En Espa?a corren malos tiempos para la caza y peor a¨²n para los sin papeles. As¨ª que si a tu condici¨®n de ministro socialista en cacer¨ªa a?ades la de indocumentado, no hay nadie en el mundo que pueda hacer nada por ti. Nada de lo que ha protagonizado Bermejo est¨¢ fuera de lo com¨²n, pero est¨¢ fuera de nuestro tiempo. A ver si lo explico.
Un ministro tiene que saber que en este momento el relato sobre la caza lo sostienen los ecologistas y la gente que, sin serlo, vive en las ciudades. Para ambos, tan extempor¨¢neo resulta matar animalitos como meterse entre pecho y espalda esos desayunos con migas y gachas que no quedan nada zen. En Espa?a hay mucha gente que caza, pero son cada vez m¨¢s los que recelan de esa legi¨®n de todoterrenos que enfila el campo al amanecer con incontenible ¨¢nimo depredador: piensan que los conduce gente que lo mismo le da en la cruz a un venado de 14 puntas que, con la complicidad del concejal de turno, se cobra de un certero disparo una finca de 14 millones de plusval¨ªas, preferentemente situadas en el cintur¨®n esperanza que rodea Madrid, o una huerta de naranjos no recalificada de la costa valenciana o murciana.
No es tan infrecuente, por extra?o que parezca, que entre los millones de actos cineg¨¦ticos que se dan a lo largo de una temporada haya alguien que cace sin todos los papeles en regla, como al parecer le ha sucedido a Bermejo. El pecado no pasa de una venial falta administrativa, salvo que quien lo comete sea ni m¨¢s ni menos que un miembro del Gobierno, siendo probablemente el ministro de Justicia el menos indicado para ello.
Entre las modalidades de la caza se suele hablar de caza menor o mayor, de caza a la espera o al salto, de batida o rececho, legal o furtiva, entre otras; pero ninguna ser¨ªa tan clarificadora como la de dividir el fen¨®meno que nos ocupa entre los que cazan pagando y los que van de gorra o por el morro.
En el primer apartado, el de los que pagan, podemos a su vez incluir una tipolog¨ªa variada que empezar¨ªa en los niveles m¨¢s populares, que incluye a obreros, campesinos y gente de orden de clase media, y acabar¨ªa en se?ores que suelen pagar en billetes bin laden.
Pero, la que hace al caso es la modalidad de gorra, que parece que la hubiera inventado Bermejo, cuando aqu¨ª en Espa?a los ministros recib¨ªan, junto a la cartera Loewe con el t¨ªtulo del Departamento grabado en oro, una invitaci¨®n a hacerse con un juego de paralelas para desfogarse en la pr¨®xima cacer¨ªa del General. Por favor, que no le hagan hablar a Carmencita Franco, cuyo trasero fue plomeado en el bautizo de fuego de un ministro que le cogi¨® afici¨®n a la cosa.
En Espa?a el poder pol¨ªtico y administrativo ha cazado de gorra siempre desde don Pelayo y lo pol¨ªticamente relevante del caso es que un ministro socialista, tan del agrado de la nueva v¨ªa, no haya roto con la tradici¨®n. ?A qu¨¦ viene tanto revuelo por la coincidencia de un ministro y un juez en una monter¨ªa de pueblo si no hay cacer¨ªa de post¨ªn en la que no comparezcan uno o dos magistrados, el registrador de la propiedad, el director de la caja de ahorros y un cargo de la Junta? (En donde m¨¢s se ve la p¨¦rdida de poder de la Iglesia es que ya no va nunca el cura, aunque tambi¨¦n es verdad que el fin de semana lo tienen m¨¢s ocupado). Por eso yo creo que si Garz¨®n y Bermejo coincidieron en esa monter¨ªa no fue para conspirar, sino porque a los ministros no se les espera en esas monter¨ªas de pueblo.
Porque hay otro nivel de cacer¨ªas o de monter¨ªas donde s¨®lo pega tiros el Gotha, y a ¨¦sas s¨ª que iban por el morro ministros del PP, pero en ellas la partida se juega en recintos amurallados, vallados o vigilados por c¨¢maras robotizadas. Es en ellas donde se cuece el caldo gordo y donde no se escapa ni un jabal¨ª ni una palabra de lo tratado.
Est¨¢ muy feo que un juez y un ministro coincidan en el momento en que est¨¢ abierta una causa que tiene conmocionada a la opini¨®n p¨²blica y m¨¢s todav¨ªa al primer partido de la oposici¨®n. Y est¨¢ bien que el ministro dimita, pero cabe preguntarse por qui¨¦n dimiti¨® en la Xunta o en el Gobierno de Aznar cuando los conselleiros y el ministro directamente implicados en el desastre del Prestige se repartieron por media Espa?a matando perdices, persiguiendo rebecos o calz¨¢ndose las raquetas en Sierra Nevada.
Resulta todav¨ªa m¨¢s chocante que sea el responsable pol¨ªtico de la tragedia del avi¨®n Yakolev el que le diera un ultim¨¢tum al presidente Zapatero para la destituci¨®n del ministro de Justicia. Que no dimitiera por verg¨¹enza torera y que el PP le haga parlamentario para guarecerle de la causa del avi¨®n homicida es una cosa, pero que lo exhiba como azote y ejemplo de integridad pol¨ªtica es verdaderamente una osad¨ªa.
O no, porque ahora que el ministro ha ca¨ªdo volvemos a los temas judiciales y Trillo es un experto, como dej¨® acreditado en el pasado, y puede serle muy ¨²til a un partido que conoce el mundo judicial como la palma de la mano. Si alguien sabe las trochas procesales seguro que uno de ellos es Trillo.
En las monter¨ªas el primer animal que llega a la l¨ªnea de escopetas, por extra?o que parezca, es el zorro, te¨®ricamente el m¨¢s astuto de los animales. Pero el cazador experto sabe que detr¨¢s del zorro vienen las grandes piezas. O sea, que tras Bermejo llega la hora de la verdad. El rastreo de pistas nos indica que hay materia para estar al acecho y hay que tomarse la espera con calma porque en la ley de la caza, las primeras piezas que se levantan no son las importantes. Los medallas de oro, ya sean venados o guarros, mandan por delante a los escuderos y ellos se encaman hasta que las pistas los delatan o a veces, hasta que se deshace la armada.
En cuanto a la caza, poco que a?adir. Hoy todav¨ªa no pido perd¨®n. Nac¨ª en ambiente cazador y me curt¨ª, siendo ni?o, en las partidas m¨¢s bravas y furtivas del oeste leon¨¦s, entre Laciana, Fornela y Los Ancares. No est¨¢ la caza para muchos tiros. No hay caza sin libertad y casi toda Espa?a es una finca parcelada en la que rumian pienso todas las especies. Tampoco gasten mucha p¨®lvora contra los cazadores porque somos especie en extinci¨®n. Vamos a morir de fuego amigo o de tristeza.
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