Estados Unidos puede decir no
A principios de este mes, el presidente de Kirguizist¨¢n, Kurmanbek Bakiyev, fue gorra en mano a Mosc¨² para pedir ayuda financiera. Para que esta petici¨®n resultara m¨¢s digerible, Bakiyev anunci¨® que estaba solicitando que Estados Unidos cerrara su base a¨¦rea en Kirguizist¨¢n, que reabastece de tropas de la OTAN al vecino Afganist¨¢n. De la misma manera, a fines del a?o pasado, el Gobierno de Islandia le pidi¨® ayuda a Rusia para rescatar su sistema bancario, mientras que el presidente paquistan¨ª, Asif Ali Zardari, visit¨® China con la esperanza de conseguir una inyecci¨®n urgente de efectivo.
Algunos observadores mencionan estos episodios como evidencia de una merma en la influencia internacional de Estados Unidos. Pero existe un argumento m¨¢s amplio: hasta ahora, con excepci¨®n de las sumas relativamente peque?as ofrecidas a Kirguizist¨¢n, Rusia y China no han brindado demasiada ayuda.
Del declive estadounidense no est¨¢ naciendo un mundo multipolar, sino uno sin polos
Rusia, China, Brasil India... ni pueden ni quieren dirigir la orquesta global
En medio de lo mucho que se habla de un "mundo post-norteamericano", muchos observadores ven que hay un viraje desde un orden internacional dominado por Estados Unidos a un sistema multipolar, en el que pa¨ªses como China, Rusia y otros compiten por el liderazgo global ante una serie de riesgos comunes.
Hace m¨¢s de cinco a?os, el presidente de China, Hu Jintao, proclam¨® que "la tendencia hacia un mundo multipolar es irreversible y dominante". Cuando Vlad¨ªmir Putin se quej¨® durante una conferencia en M¨²nich el a?o pasado de que el unilateralismo estadounidense alimentara conflictos en todo el mundo, un ofendido senador John McCain le respondi¨® que la confrontaci¨®n era innecesaria en el "mundo multipolar de hoy".
Cuando, el pasado septiembre, Putin recibi¨® en Rusia al presidente venezolano, Hugo Ch¨¢vez, observ¨® que "Am¨¦rica Latina se est¨¢ convirtiendo en un eslab¨®n visible de la cadena del mundo multipolar que se est¨¢ gestando". Ch¨¢vez coincidi¨®: "Un mundo multipolar se est¨¢ convirtiendo en una realidad".
Todos ellos se equivocan. El dominio estadounidense est¨¢ claramente en decadencia, pero un orden multipolar implica que varias potencias tengan opiniones diferentes sobre c¨®mo deber¨ªa manejarse el mundo, y est¨¦n dispuestas a actuar con vigor para promover sus respectivas agendas. ?ste no es el caso.
Por el contrario, somos testigos del nacimiento de un orden no-polar, en el que los principales competidores de Estados Unidos siguen demasiado ocupados con problemas en sus pa¨ªses y con sus vecinos inmediatos como para echarse al hombro las responsabilidades internacionales m¨¢s pesadas. Ni tan siquiera ninguna de las potencias emergentes ha comenzado a utilizar su creciente peso e influenciapol¨ªtica y econ¨®mica para promover ambiciones verdaderamente globales, o asumir aquellas responsabilidades que Washington ya no puede afrontar.
Empecemos por Rusia. A pesar de sus crecientes v¨ªnculos con Venezuela y sus esfuerzos por coordinar una pol¨ªtica energ¨¦tica con pa¨ªses ricos en gas natural en el norte de ?frica, el Kremlin no aspira a reconstruir una influencia como la que tuvo en la era sovi¨¦tica en Am¨¦rica Latina, ?frica o el sudeste asi¨¢tico. Este Kremlin tampoco tiene un atractivo ideol¨®gico al estilo sovi¨¦tico. Por el contrario, los l¨ªderes de Rusia est¨¢n ocupados en proteger los mercados, las empresas y los bancos de su pa¨ªs de los peores efectos de la crisis financiera global, consolidando el control estatal sobre los sectores econ¨®micos dom¨¦sticos y extendiendo su influencia en materia de pol¨ªtica exterior en el ex territorio sovi¨¦tico.
La necesidad de China de satisfacer su sed de petr¨®leo y otras materias primas importadas le ha otorgado una presencia internacional. Pero su influencia es m¨¢s comercial que pol¨ªtica. Los l¨ªderes de China deben dedicar su atenci¨®n a un conjunto sorprendente de inquietudes apremiantes a nivel interno: c¨®mo evitar una desaceleraci¨®n econ¨®mica que podr¨ªa dejar a millones de personas sin empleo, las consecuencias en la poblaci¨®n rural de la reforma agraria y los esfuerzos por afrontar los tremendos problemas ambientales y de salud p¨²blica.
En cuanto a India, debe garantizar su competitividad frente a la creciente sombra de China. De cara a las elecciones del a?o pr¨®ximo, el gobernante Partido del Congreso est¨¢ invirtiendo tiempo y dinero del Gobierno en subsidios para los consumidores, en aumentos salariales para los empleados p¨²blicos y en una condonaci¨®n de la deuda para los agricultores.
Brasil, por su parte, tambi¨¦n est¨¢ preocupado y, al parecer, no tiene mayores aspiraciones en el corto plazo que promover la estabilidad en Am¨¦rica Latina, pilotar los efectos de la crisis financiera global y servir de inspiraci¨®n para otros.
En resumen, existe un vac¨ªo de liderazgo global justo en el momento en que se necesita enormemente. La atenci¨®n del presidente Barack Obama est¨¢ concentrada ahora en estimular a la an¨¦mica econom¨ªa norteamericana, perge?ar recortes impositivos, reformar las pol¨ªticas energ¨¦ticas y de atenci¨®n sanitaria y restablecer la confianza en las instituciones financieras de Estados Unidos. Y la Uni¨®n Europea sigue con su debate interno sobre cu¨¢l es la mejor manera de rescatar a sus bancos e industrias en quiebra, manejar las consecuencias de su expansi¨®n al Este, garantizar la fortaleza de la eurozona y estabilizar unas relaciones cada vez m¨¢s escabrosas con Rusia.
?Qui¨¦n, entonces, puede tomar la delantera en los esfuerzos por crear una nueva arquitectura financiera global que refleje las complejidades del comercio del siglo XXI? ?Qui¨¦n puede promover consenso sobre una respuesta multilateral al cambio clim¨¢tico? ?Qui¨¦n reemplazar¨¢ un r¨¦gimen de no proliferaci¨®n obsoleto, ofrecer¨¢ seguridad colectiva en las zonas calientes internacionales y tendr¨¢ ¨ªmpetu suficiente para impulsar conversaciones de paz de Oriente Medio?
La cumbre internacional celebrada en Washington en noviembre de 2008 subray¨® el problema. Los pa¨ªses m¨¢s ricos del mundo (el G-7) recurrieron a las potencias emergentes dentro del G-20 para que les ayudasen a coordinar una respuesta a la desaceleraci¨®n financiera global. Pero si resulta dif¨ªcil que siete pa¨ªses se pongan de acuerdo en algo, imaginen el desaf¨ªo de generar consenso entre 20. Consideremos las opiniones contradictorias dentro de este grupo en materia de democracia, transparencia, el papel econ¨®mico del Gobierno, las regulaciones de los mercados financieros y el comercio y cu¨¢l es la mejor manera de asegurar que las Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial reflejen con justicia el equilibrio de poder global de hoy.
En los pr¨®ximos a?os, cuando quienes est¨¦n en crisis recurran a Estados Unidos en busca de ayuda, es cada vez m¨¢s probable que escuchen la palabra no. Y no est¨¢ claro si alguien m¨¢s querr¨¢ y podr¨¢ decir s¨ª.
? Project Syndicate, 2009.
Traducci¨®n de Claudia Mart¨ªnez.
Ian Bremmer es presidente del Eurasia Group y miembro senior del World Policy Institute.
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