Ben¨ªtez hace sufrir a Torres

La noche que Fernando Torres debut¨® en el Bernab¨¦u, en la temporada 2002-2003, un tocayo se le acerc¨® con aire de sheriff. Era Fernando Hierro. No hab¨ªa empezado el partido cuando el capit¨¢n del Madrid mir¨® a la promesa del Atl¨¦tico, que ya era una especie de l¨ªder, y le dijo: "?Qu¨¦ te pasa? ?Anoche no has dormido bien?" Desde entonces, las veladas del delantero de Fuenlabrada en Chamart¨ªn han sido como largos desvelos. Ayer a Torres las cosas no le salieron s¨®lo mal. Ayer Torres vivi¨® un suplicio. A pesar de tener una lesi¨®n en el tobillo derecho, su entrenador, Rafa Ben¨ªtez, lo mantuvo m¨¢s de media hora sufriendo en el campo.

El punta del Liverpool era el hombre clave. El a?o pasado hab¨ªa marcado goles en el Estadio Emirates y en Highbury. Sin su referencia en ataque, su capacidad para ganar todos los balones a¨¦reos, sin sus desmarques, el equipo ingl¨¦s perdi¨® su estilete. Sucedi¨® a la media hora de partido. Torres acababa de evidenciar los problemas de Heinze y Cannavaro en el costado izquierdo de la defensa del Madrid. Recibi¨® un bal¨®n proyectado por Kuyt y entr¨® hasta que se encontr¨® a Casillas. El portero aguant¨®, le dej¨® decidir, y le sac¨® el guantazo cuando lanz¨® su tiro. Durante un segundo, el Bernab¨¦u contuvo la respiraci¨®n. Torres estuvo a punto de marcar por primera vez en el campo de su rival de la infancia. Pero se top¨® con Casillas, crecido como s¨®lo es capaz de crecerse este portero en las noches de Liga de Campeones. Fue la ¨²ltima acci¨®n importante de Torres, que empez¨® a sentir dolores en su tobillo.

Casi a la media hora de partido, el delantero centro pidi¨® la asistencia de los m¨¦dicos del Liverpool. Se sent¨® en la banda. Le examinaron durante unos minutos. Pero volvi¨® al campo. Cojeando. Padeci¨® los gritos de Ultras Sur, que le dedicaron insultos a discreci¨®n, tal vez por su pasado en el Atl¨¦tico, club al que Torres ha jurado fidelidad. Debi¨® sentir una gran impotencia. La de ayer no s¨®lo era su gran oportunidad de castigar al Bernab¨¦u. Ayer Torres sab¨ªa que los planes de su equipo depend¨ªan de su presencia. Y su presencia implica potencia, velocidad, fuerza. Todas cualidades que no pod¨ªa explotar.

Su tobillo le lastraba. Miraba los balones a los que antes corr¨ªa y no cambiaba de ritmo. Cuando un compa?ero tiraba un centro, apenas ejercitaba un desmarque. Su actividad se limit¨® a esperar alguna pelota perdida, alg¨²n rechace, alguna jugada interrumpida cerca del ¨¢rea de Casillas. No era mucho. Sin embargo, Ben¨ªtez le mantuvo incluso despu¨¦s del descanso. Hasta el minuto 60. La decisi¨®n entrar¨¢ en los anales de Ben¨ªtez, conocido como Arrigo Ben¨ªtez entre sus coet¨¢neos de la vieja Ciudad Deportiva de la Castellana. El hombre controla informaci¨®n clasificada.

Con Torres en el campo, el Madrid tuvo m¨¢s el bal¨®n, pero mand¨® el Liverpool. Cuando Ben¨ªtez sustituy¨® a su punta por Babel, un extremo, el Liverpool sigui¨® mandando, pero sin la referencia arriba. El desenlace se encamin¨® hacia el bal¨®n parado, o nada. Fue a bal¨®n parado. El Liverpool marc¨® un gol important¨ªsimo y el Bernab¨¦u se desinfl¨®. Los que insultaron a Torres la emprendieron con la Polic¨ªa Nacional. Hubo cargas. Los fan¨¢ticos violentos lanzaron objetos, se pegaron entre ellos, le pegaron a la polic¨ªa y recibieron garrotazos.

Para poner punto final a su obra, Ben¨ªtez cambi¨® a Riera por la estrella de su equipo, Gerrard, al l¨ªmite del final del partido. Para perder tiempo.