Si gana Ibarretxe; y si pierde
El atentado que el pasado lunes destroz¨® la sede de los socialistas en Lazkao (Guip¨²zcoa) subraya la inconsistencia de quienes condenan la ingerencia de ETA en la campa?a y a la vez lamentan que su brazo pol¨ªtico no pueda estar presente en ella. Esa inconsistencia se agrava cuando se afirma, como no deja de hacer Ibarretxe, que la anulaci¨®n de las listas de la izquierda abertzale responde a un c¨¢lculo pol¨ªtico de socialistas y populares para alcanzar una mayor¨ªa alternativa a la suya. Si se repitieran los resultados de 2005, los 9 esca?os del PCTV se distribuir¨ªan de la siguiente manera: 5 al PNV, 3 al PSE, 1 al PP; eso, sin contar con que, como indica una encuesta de la Diputaci¨®n de Guip¨²zcoa, la inmensa mayor¨ªa de los electores potenciales de las candidaturas anuladas que han decidido votar a otras listas lo har¨¢n a las fuerzas nacionalistas, PNV incluido, como ya hicieron en 2001. Votos que pueden ser decisivos para decantar al ganador.
Ibarretxe s¨®lo podr¨ªa rehacer el tripartito adoptando el programa de su sector m¨¢s radical
Lo que se juega en las elecciones vascas del domingo es la continuidad o no de la pol¨ªtica de unidad nacionalista desplegada por Ibarretxe durante diez a?os como prolongaci¨®n del Pacto de Lizarra y con el se?uelo de la paz. Ese frente se ha sostenido en torno a la apuesta soberanista de EA y el sector del PNV identificado con Egibar.
Es una apuesta que ha fracasado. No ha logrado convencer a ETA; y tampoco ganar para la causa independentista a sectores que no estaban convencidos de antemano. La distancia media entre el conjunto del nacionalismo y la suma de los partidos que no lo son fue hasta la llegada de Ibarretxe, en 1998, de 25 esca?os. Desde entonces, la media ha bajado a 10 esca?os. Y en porcentaje, la relaci¨®n viene a ser, si incluimos las legislativas,de un 55% frente a un 45%. Pasar del autonomismo al independentismo requerir¨ªa un consenso mayor; similar al que tuvo en su d¨ªa el Estatuto de Gernika.
Se decide entre seguir en lo mismo otros cuatro a?os, o cambiar de v¨ªa (y de lehendakari). El actual habr¨¢ ganado si suma con sus aliados la mitad m¨¢s uno de los esca?os. Pero tras el distanciamiento de EA, partidario ahora de forjar un frente puramente independentista que incluya a los restos de Batasuna, y la integraci¨®n probable de Aralar, la repetici¨®n del tripartito s¨®lo ser¨ªa posible sobre la base de un programa cuasi independentista.
El lehendakari ha intentado superar la contradicci¨®n entre lo que necesita para ganar y lo que necesitar¨¢ para pactar con un mensaje que traduce el derecho a decidir como mera garant¨ªa de que "el centro de decisi¨®n (contra la crisis) estar¨¢ aqu¨ª, y no en Madrid"; sobrentendi¨¦ndose: como ocurrir¨ªa si gobierna Patxi L¨®pez.
Esa expectativa de un nuevo tripartito con programa radical va en contra de los deseos de la actual direcci¨®n peneuvista de librarse de esos compa?eros de ruta reclutados por Ibarretxe. Pero una victoria de ¨¦ste supondr¨ªa seguir esa v¨ªa, aplazar la clarificaci¨®n interna y dejar abierto el conflicto latente. Pues, tras la publicaci¨®n del libro de M. A. Iglesias, el lehendakari ya sabe lo que piensa Urkullu (en la intimidad) sobre su estrategia de acumulaci¨®n de fuerzas nacionalistas y ruptura total de puentes con el resto de la sociedad.
?Y si Ibarretxe pierde? Si no logra sumar con sus aliados la mayor¨ªa absoluta significar¨¢ que la alcanzan los no nacionalistas. Y aunque un pacto de gobierno entre el PSE y el PP parece improbable, Basagoiti ha insinuado que estar¨ªa dispuesto a votar la investidura de Patxi L¨®pez, sin pacto: para desalojar a Ibarretxe. El PP ya dio su voto en 2005 al candidato socialista, que habr¨ªa superado a los conseguidos por Ibarretxe si ¨¦ste no hubiera recibido los dos que le dio el PCTV en tercera votaci¨®n (en la que basta la mayor¨ªa simple).
Un pacto PSE-PP encaja mal en el discurso de L¨®pez a favor de salidas "transversales, no frentistas". Pero ayer mismo declar¨® en Radio Nacional que tambi¨¦n consideraba imposible un pacto "con el PNV de Ibarretxe". Esto podr¨ªa interpretarse como que no lo ser¨ªa con un PNV m¨¢s parecido al de Imaz, por ejemplo. Pero ese PNV autonomista s¨®lo ser¨ªa veros¨ªmil si pasa a la oposici¨®n, y para ello ser¨ªa necesario que PSE y PP junten sus votos en la investidura.
En esa hip¨®tesis, y tras diez a?os como lehendakari, lo m¨¢s natural ser¨ªa que Ibarretxe renunciase a seguir en la brecha, ahora como jefe de la oposici¨®n, y dejase paso a un nuevo futuro candidato. Tambi¨¦n ser¨ªa l¨®gico que el paso a la oposici¨®n tras 29 a?os gobernando suscitara en el PNV un debate sobre el camino a seguir: insistir en el frente nacionalista (con Egibar al frente) o intentar reconstruir un consenso amplio en torno, por ejemplo, a una reforma del Estatuto de Gernika, como las que han hecho ya otras seis autonom¨ªas.
En ese contexto, un pacto transversal PSE-PNV no ser¨ªa tan ut¨®pico a medio plazo. El problema ser¨ªa c¨®mo convencer a Basagoiti de que, con esa perspectiva de futuro, apoye ahora a Patxi L¨®pez para acabar con el periodo Ibarretxe. Sin embargo, un PNV de regreso al autonomismo tambi¨¦n podr¨ªa pactar con el PP vasco.
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