La crisis pasa factura
A pesar del d¨¦ficit del 3,8% del PIB, el Gobierno dispone de margen para pol¨ªticas de reactivaci¨®n
Una de las consecuencias inevitables del empeoramiento econ¨®mico que ha desembocado en recesi¨®n es la r¨¢pida conversi¨®n, en apenas unos meses, de los super¨¢vit p¨²blicos en d¨¦ficit. Despu¨¦s de varios a?os con super¨¢vit presupuestarios, el ejercicio de 2008 se cerr¨® con un d¨¦ficit de 41.874 millones de euros, equivalente al 3,8% del PIB. Son cuatro d¨¦cimas m¨¢s de la previsi¨®n oficial y, por supuesto, rebasa el l¨ªmite de d¨¦ficit excesivo que la UEM ha fijado en el 3% del PIB. El Gobierno atribuye una parte importante de ese d¨¦ficit al coste de las medidas de reactivaci¨®n econ¨®mica -los 400 euros, el cheque beb¨¦, la reducci¨®n de impuestos-, aunque no es, por supuesto, el ¨²nico agente generador de d¨¦ficit. Las comunidades aut¨®nomas han elevado significativamente el suyo, desde el 0,16% del PIB en 2007 al 1,45% el a?o pasado, y los ayuntamientos lo han aumentado desde el 0,23% al 0,39% del PIB.
No es ¨²til dramatizar la fulgurante conversi¨®n del super¨¢vit en d¨¦ficit; las recesiones exigen esfuerzos p¨²blicos considerables. No obstante, parte del crecimiento del gasto asociado a la crisis se decidi¨® de forma precipitada y en ese caso hay que situar la devoluci¨®n de 400 euros. El Gobierno se habr¨ªa ahorrado buena parte si hubiera actuado de forma m¨¢s selectiva. A la vista del d¨¦ficit de 2008 cabe extraer algunas conclusiones, sobre todo si el Ejecutivo no se resigna a aumentarlo hasta m¨¢s all¨¢ del 6% en 2009 y desea mantener cierta credibilidad en la elaboraci¨®n presupuestaria de 2010. La m¨¢s evidente es que las comunidades aut¨®nomas no controlan sus cuentas; y que el Gobierno debe instarles a que apliquen las correcciones necesarias.
La situaci¨®n requiere adem¨¢s que los ministerios econ¨®micos se defiendan con firmeza del aluvi¨®n de peticiones de ayudas p¨²blicas y que constituyen un chantaje apenas disimulado. Con el pretexto de no acrecentar el paro, empresas y sectores, a trav¨¦s de sus patronales, reclaman dinero p¨²blico a cambio de sostener la actividad y el empleo. El Gobierno no debe entrar en ese juego so pena de verse desbordado por un mar de subsidios cuya aplicaci¨®n final no controla.
La buena noticia es que el bajo nivel de deuda p¨²blica -el 39% frente a casi el 60% de media en la zona euro- confiere a la econom¨ªa espa?ola cierto margen de maniobra para organizar estrategias de reactivaci¨®n. El meollo de la cuesti¨®n radica en si el Gobierno tendr¨¢ la suficiente iniciativa para aprovechar ese margen.
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