La isla de Pascua y el colapso global
El destino inmediato del capitalismo liberal, que se precipita en ca¨ªda libre hacia la implosi¨®n de un agujero negro impulsado por el continuo agravamiento de su crisis sist¨¦mica y fatalmente atra¨ªdo por el succionante ma?lstrom de un ominoso colapso global, exhibe fascinantes paralelos con la s¨²bita extinci¨®n de la cultura de los moa¨ªs que tuvo lugar en la polinesia isla de Pascua. Me refiero claro est¨¢ a esas c¨¦lebres estatuas gigantes, cerca de 900 en total, que hoy admiran a los turistas en un p¨¢ramo perdido, ¨¢rido y casi desierto a miles de kil¨®metros de las costas vecinas. Pues bien, esos impresionantes moa¨ªs fueron erigidos con fines ceremoniales por una floreciente civilizaci¨®n que se embarc¨® en un proceso de crecimiento acelerado cuyo cenit culminante se alcanz¨® en el siglo XVII de nuestra era, para precipitarse a partir de ah¨ª (1680) en una vor¨¢gine de autodestrucci¨®n colectiva que acab¨® con la civilizaci¨®n de Pascua justo antes de la llegada de colonizadores europeos.
La especulaci¨®n financiera e inmobiliaria agota los recursos productivos de la econom¨ªa real
El keynesianismo 'light' a lo Obama parece predestinado a fracasar
El mejor relato de esta tragedia cultural se contiene en un libro de obligada lectura, Colapso (2005), del ge¨®grafo evolucionista Jared Diamond, que la utiliza de pedag¨®gica ilustraci¨®n (entre otras extinciones an¨¢logas, como la de los mayas del Yucat¨¢n o los vikingos de Groenlandia) para explicar c¨®mo la intensificaci¨®n de la competencia por los recursos puede acabar con el suicidio colectivo de los competidores. Para ello Diamond recurre a la llamada "tragedia de los bienes p¨²blicos", propuesta por el bi¨®logo Russell Hardin en 1968, que predice el agotamiento de los ecosistemas a partir de un cierto umbral de explotaci¨®n. Pero la originalidad de Diamond reside en que, pese a ser un ecologista reconocido, deduce que la causa ¨²ltima del colapso no es biol¨®gica sino social. Lo que hace al sistema inviable y le fuerza a colapsarse no es la escasez de los recursos (seg¨²n el argumento maltusiano) sino el exceso de su explotaci¨®n, como un efecto s¨®lo derivado de la escalada social de la competici¨®n. Los diversos clanes de Pascua se embarcaron en un juego colectivo de prestigio ostentoso donde todos pugnaban por superar a los dem¨¢s en la erecci¨®n de moa¨ªs, para lo que no dudaron en agotar el bosque del que extra¨ªan la madera para transportar las piedras a edificar. Y al escasear la madera dejaron de producir canoas con las que pescaban su principal fuente de prote¨ªnas. Pese a lo cual siguieron erigiendo moa¨ªs cada vez mayores hasta que ya no pudieron hacerlo m¨¢s. Entonces los golpistas tomaron el poder, estall¨® la guerra civil y la isla de Pascua se desangr¨® hasta extinguirse.
Pues bien, el paralelo que les propongo con la actual deriva de la crisis global resulta transparente: los moa¨ªs son las burbujas especulativas que erigen nuestros clanes estatales y empresariales,unos moa¨ªs hechos de especulaci¨®n financiera e inmobiliaria que, al adentrarse en una escalada de intensificaci¨®n de la competencia, no tardan en agotar los recursos productivos de la econom¨ªa real.
V¨¦ase si no el deprimente ejemplo que dan esas ciudades vac¨ªas de la costa mediterr¨¢nea (Manilva) o la periferia madrile?a (Sese?a), aut¨¦nticos moa¨ªs desiertos y abandonados por el estallido de la burbuja inmobiliaria. Y al igual que los isle?os de Pascua se endeudaron a muerte agotando sus fuentes de subsistencia para erigir sus moa¨ªs, tambi¨¦n para erigir sus apalancadas pir¨¢mides especulativas nuestros isle?os del capitalismo liberal han esquilmado el suelo p¨²blico, el cr¨¦dito solvente, el empleo productivo y el tejido empresarial, encaminando al sistema a un colapso colectivo.
?C¨®mo detener e invertir esta deriva autodestructiva? ?Qu¨¦ escenarios de salida cabe imaginar para esta continua escalada de la crisis global? Jared Diamond se?ala que, cuando se entra en una espiral de competici¨®n intensificada, s¨®lo hay dos medios de evitar el colapso colectivo: la autolimitaci¨®n de los competidores o el racionamiento impuesto por el poder p¨²blico. Dos soluciones que equivalen a la autorregulaci¨®n de los mercados y a la intervenci¨®n keynesiana del Estado. Pero cada una de ellas excluye a la otra, mientras que hoy se siguen intentando ambas a la vez, por lo que no sabemos todav¨ªa cu¨¢l de ambas se impondr¨¢ a la larga. As¨ª que hagamos un poco de ciencia-ficci¨®n y especulemos sobre las cuatro posibles salidas de la crisis.
La primera es la salida liberal que proponen los poderes financieros globales respaldados por los organismos internacionales como la UE, el FMI o la OCDE: una crisis intensa y aguda, que durar¨¢ dos o tres a?os hasta que se complete el proceso de desapalancamiento con alt¨ªsimos costes sociales, tras lo que se iniciar¨¢ una lenta recuperaci¨®n que dar¨¢ paso a un nuevo proceso estable de crecimiento autosostenido, eventualmente susceptible de abrir nuevas fuentes de negocio convertibles en moa¨ªs (pir¨¢mides o burbujas especulativas). Este escenario c¨ªclico implica mantener intacto el sistema de mercado, quedando relegado el Estado keynesiano a un papel meramente accesorio, servil y transitorio, tras cuya excepcional intervenci¨®n se restaurar¨¢ la dominaci¨®n absoluta del mercado global. Pero esta salida es de incierta probabilidad porque el keynesianismo light a lo Barack Obama parece predestinado a fracasar, ya que los mercados libres no se pueden gobernar, siendo como son un orden espont¨¢neo. La mano visible del Estado puede regularlos variando su estructura de incentivos pero no puede imponerles normas ejecutivas, pues cuando intenta hacerlo la mano invisible del mercado reacciona generando un desorden espont¨¢neo como el actual.
As¨ª llegamos a la segunda salida previsible de la crisis, que es el colapso definitivo de los mercados tras el fracaso del keynesianismo light, lo que obligar¨¢ a los Estados a una intervenci¨®n hardcore mediante nacionalizaciones masivas de la banca y de las empresas en quiebra con el posible cierre de las Bolsas. Esta salida estatal implica la supresi¨®n o al menos la suspensi¨®n de los mercados libres, que quedar¨¢n sustituidos por un proteccionismo mercantilista (colbertismo) de estilo chino e inspiraci¨®n prusiana. Pero con ello se anula la virtualidad de los ciclos econ¨®micos, y la crisis deja de ser un punto de inflexi¨®n entre las fases recesiva y ascendente para convertirse en un estado estacionario de estancamiento en forma de L (ramal descendente de ca¨ªda en picado seguida de una duradera depresi¨®n lateral).
Pero si la depresi¨®n se eterniza, la salida estatal o proteccionista agravar¨¢ extraordinariamente el clima de conflictividad social. Y entonces comenzar¨¢ a ser posible y quiz¨¢s probable la tercera salida, que podemos llamar violenta: b¨¦lica o incluso revolucionaria. Al fin y al cabo, el colapso de la isla de Pascua termin¨® en un ba?o de sangre, y lo mismo ocurri¨® con la depresi¨®n econ¨®mica de los a?os treinta, cerrada con el crep¨²sculo de los dioses proteccionistas.
Confiemos en que la memoria hist¨®rica nos ense?e a evitar lo peor y nos permita aprender a buscar otra salida menos autodestructiva. ?Cu¨¢l podr¨ªa ser ¨¦sta? Queda una cuarta posibilidad, al menos te¨®rica por improbable que sea, y es la de convertir la actual crisis de los mercados en una verdadera crisis del sistema, eventualmente capaz de dar a luz un nuevo modelo de sociedad. Una sociedad sostenible y ya no basada en el depredador capitalismo neoliberal, que de ciclo a ciclo y de burbuja en burbuja est¨¢ conduciendo al planeta a un inminente colapso como el de la isla de Pascua, ahora masivamente amplificado a escala global.
Enrique Gil Calvo es profesor titular de Sociolog¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid.
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