Una campa?a serena
Acostumbrados como est¨¢bamos a que todo lo relativo a la pol¨ªtica en el Pa¨ªs Vasco estuviera presidido por la crispaci¨®n, est¨¢ resultando llamativa la serenidad con que se est¨¢ desarrollando la campa?a electoral que culmina ma?ana. La campa?a electoral vasca ha sido considerablemente m¨¢s serena y, sobre todo, mucho m¨¢s limpia que la campa?a gallega.
El contraste entre 2001 y 2005 y este 2009 no puede ser m¨¢s llamativo. La campa?a de 2001 fue, al menos en el recuerdo que tengo, la campa?a m¨¢s agresiva de todas las que se han celebrado en unas elecciones auton¨®micas. El ataque liderado por Jaime Mayor Oreja con Nicol¨¢s Redondo como escudero y con el apoyo de pr¨¢cticamente todos los medios de comunicaci¨®n de ¨¢mbito estatal, pretendiendo deslegitimar al nacionalismo democr¨¢tico vasco, al que se hac¨ªa en buena medida responsable de la pervivencia del terrorismo etarra, gener¨® un clima de tensi¨®n dif¨ªcilmente soportable no s¨®lo en el Pa¨ªs Vasco, sino tambi¨¦n en el resto del Estado. Afortunadamente, la mayor participaci¨®n electoral que se ha producido nunca en el Pa¨ªs Vasco ayud¨® a que las aguas volvieran a su cauce y no se produjeran da?os irreparables en el subsistema pol¨ªtico vasco, que habr¨ªan sido tambi¨¦n irreparables en el sistema pol¨ªtico espa?ol.
El PNV ha dejado en quinto plano el 'plan Ibarretxe', inmanejable desde una perspectiva constitucional
La de 2005 tambi¨¦n fue una campa?a de una crispaci¨®n muy notable, si bien en este caso fue el lehendakari Juan Jos¨¦ Ibarretxe el que tens¨® la cuerda, al disolver el Parlamento de manera anticipada al d¨ªa siguiente del rechazo por el Congreso de los Diputados de la reforma del Estatuto de Gernika, aprobada por la C¨¢mara vasca con los votos de Batasuna, convocando en consecuencia las elecciones como una suerte de plebiscito sobre su persona y de refer¨¦ndum sobre su plan. De esta manera, el fantasma de la independencia, con la inseguridad que dicho fantasma genera, domin¨® la convocatoria electoral. Afortunadamente tambi¨¦n en este caso, los ciudadanos, mediante el ejercicio del derecho de sufragio, ayudaron a poner las cosas en su sitio, neg¨¢ndole al lehendakari el voto de confianza que solicitaba.
Da la impresi¨®n de que lo ocurrido en 2001 y 2005 no ha ca¨ªdo en saco roto. Los candidatos socialistas y populares han dejado de autocalificarse de constitucionalistas, con lo que ha dejado impl¨ªcitamente de calificar a los nacionalistas como anticonstitucionalistas, y los candidatos del PNV han dejado en un quinto o sexto plano el Plan Ibarretxe completamente inmanejable desde una perspectiva constitucional.
Como consecuencia de ello, el debate electoral ha sido un debate sereno, en el que no se han producido insultos o descalificaciones personales, que dificulten o impidan el entendimiento entre los partidos en el Parlamento de acuerdo con los resultados que arrojen las urnas.
Esto es positivo, ya que el subsistema pol¨ªtico vasco, como ocurre tambi¨¦n con el subsistema catal¨¢n, es m¨¢s pluralista que el sistema pol¨ªtico espa?ol y que los subsistemas de la mayor parte de las dem¨¢s comunidades aut¨®nomas. En consecuencia, la tarea de formar Gobierno es, por lo general, m¨¢s compleja de lo que suele ser en el Estado o en otras comunidades y no es improbable que sea preciso entablar conversaciones a varias bandas.
Tengo la impresi¨®n de que el precedente de Navarra ha ayudado a crear este clima. La Uni¨®n del Pueblo Navarro aprendi¨® en la pasada legislatura los riesgos que supone para la propia convivencia pac¨ªfica en el interior de su comunidad dejarse arrastrar por estrategias de que Espa?a se rompe, de que Navarra es moneda de cambio en la negociaci¨®n con ETA y cosas por el estilo. A punto estuvo de producirse una situaci¨®n de bloqueo o de constituci¨®n de frentes que hubieran institucionalizado una suerte de estado de guerra civil-pol¨ªtica en la comunidad. Afortunadamente, el partido socialista supo hacer una lectura muy correcta de los resultados electorales (lectura que yo no compart¨ª inicialmente) y se consigui¨® encontrar una salida razonable, que ha tenido efectos ben¨¦ficos no s¨®lo en Navarra sino en toda Espa?a.
Esperemos que ocurra tambi¨¦n lo mismo en el Pa¨ªs Vasco tras las elecciones de ma?ana. Parece que, por primera vez desde la entrada en vigor de la Constituci¨®n, la pol¨ªtica vasca puede no convertirse en un elemento de divisi¨®n en el resto del Estado y de crispaci¨®n de la vida pol¨ªtica en todo el pa¨ªs. En la medida en que esta incidencia vasca en la pol¨ªtica espa?ola ha sido uno de los elementos m¨¢s perturbadores de nuestra democracia, el desarrollo de la campa?a electoral nos permite pensar que tal vez estemos entrando en una nueva fase. Una golondrina no hace verano, pero al menos el respiro de una campa?a serena en el Pa¨ªs Vasco se agradece.
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