Rajoy se la juega
El final de la campa?a gallega se embarraante la incertidumbre sobre el desenlace
La presencia de Zapatero, decidida en el ¨²ltimo momento, en el cierre de la campa?a para las elecciones gallegas de ma?ana confirma la sensaci¨®n de que el PSOE y sus aliados nacionalistas llegan a la meta con el PP pis¨¢ndoles los talones. Los efectos de la crisis econ¨®mica y el desencanto en una parte del electorado de izquierda con el balance del Gobierno de P¨¦rez Touri?o han lastrado los esfuerzos de movilizaci¨®n de la coalici¨®n, que hace apenas unos meses parec¨ªa tener el camino despejado para renovar mayor¨ªa y pacto para otros cuatro a?os.
El PP se ha empleado a fondo en las dos ¨²ltimas semanas para reconquistar uno de sus feudos hist¨®ricos y, de paso, dar ox¨ªgeno a Mariano Rajoy, agobiado por los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n y las batallas internas, esp¨ªas incluidos. Que en semejantes circunstancias el PP haya llegado vivo a la cita con las urnas corrobora que su suelo electoral resiste incluso en los peores momentos. A Rajoy nadie podr¨¢ acusarle de huir de la batalla: ha estado en su tierra 12 de los 15 d¨ªas de campa?a, recorriendo pueblos y aldeas, pidiendo el voto casi puerta a puerta. Se ha implicado de tal manera que ya no hay duda de que, para bien o para mal, su liderazgo en el partido quedar¨¢ marcado por lo que ocurra en la comunidad donde naci¨® y donde comenz¨® su carrera pol¨ªtica.
Pero no todo ha sido encomiable en el esfuerzo final del PP. La campa?a de acusaciones contra la Xunta por su supuesto lujo y despilfarro acab¨® traspasando todos los l¨ªmites hasta llegar a insinuaciones sin fundamento sobre la vida personal del candidato del BNG, Anxo Quintana. El ariete de las embestidas ha sido el presidente del PP de Ourense, Jos¨¦ Luis Baltar, que culmin¨® sus excesos verbales llamando "maric¨®n" a un consejero socialista. Con personajes como Baltar, poco cre¨ªbles resultan las promesas de regeneraci¨®n democr¨¢tica y de lucha contra el caciquismo del l¨ªder del PP gallego, Alberto N¨²?ez Feij¨®o.
Por lo dem¨¢s, no deja de resultar sorprendente que un partido que mira para otro lado cuando las sospechas de corrupci¨®n salpican a su responsable de finanzas desate un ataque furibundo contra sus rivales por los gastos en remodelaci¨®n de despachos o en coches oficiales.
Sin la trascendencia que los comicios tienen para Rajoy, tambi¨¦n el PSOE se juega mucho en Galicia. Tanto que Zapatero se ha implicado mucho m¨¢s de lo previsto al inicio de la campa?a y que su n¨²mero dos en el partido, el tambi¨¦n gallego Jos¨¦ Blanco, ha trasladado su cuartel general a Galicia durante las dos ¨²ltimas semanas.
Tan apretada se presenta la batalla que no es descartable que, como ocurri¨® hace cuatro a?os, el desenlace final no se conozca hasta dentro de una semana, cuando se escruten los votos de los gallegos del exterior, el 12% del censo. De nuevo, un pu?ado de votos decidir¨¢ si Galicia sigue con la actual coalici¨®n de izquierdas o vuelve a manos de la derecha.
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