"Sobre Lukoil y Repsol se ha levantado un muro de Berl¨ªn econ¨®mico"
El heredero de Putin trata de hacer frente a la crisis econ¨®mica global mientras tiende la mano a EE UU para cooperar en el conflicto afgano
Dmitri Medv¨¦dev, el jefe del Kremlin desde el pasado mayo, es un afable abogado de 44 a?os, que responde a las preguntas sin alterarse, casi imperturbable comparado con sus antecesores, el susceptible Vlad¨ªmir Putin y, antes, el desmesurado Bor¨ªs Yeltsin.
Su presidencia, heredada de Putin, su protector, no ha sido el tr¨¢nsito del invierno a la primavera. Sobre ella se cierne la tormenta financiera global, convertida ya en crisis econ¨®mica. El rublo se ha devaluado un 35% y la producci¨®n industrial ha ca¨ªdo un 16%. Y en cuesti¨®n de meses, puede verse conmocionada por la crisis social que se gesta en las f¨¢bricas paralizadas y en el alza del desempleo.
Medv¨¦dev est¨¢ en una encrucijada. La ca¨ªda de los precios del gas y del petr¨®leo amenaza el contrato social de los a?os de Putin, esa f¨®rmula de ¨¦xito consistente en un Estado autoritario que a cambio de restaurar el orgullo nacional y subir el nivel de vida de los ciudadanos restring¨ªa el ejercicio de sus derechos y libertades.
"La Plaza Roja no es lugar para las protestas de la oposici¨®n radical"
"No somos un pa¨ªs ideal, pero hemos recorrido un largo camino en 17 a?os"
"Estamos dispuestos a participar en la estabilizaci¨®n de Afganist¨¢n"
"Hay que esperar y ver c¨®mo se desarrolla el juicio de Jodorkosvski"
El presidente ruso se distancia del pasado, de Gorbachov, pero sobre todo del desorden de la era Yeltsin, y apuesta por una soluci¨®n global a una crisis global. La obsesi¨®n con la seguridad, el temor al aislamiento y el papel central del Estado, son tradiciones grabadas en el ADN de los dirigentes rusos, pero pese a ello Medv¨¦dev reconoce la debilidad de las instituciones y suena sincero cuando insiste en la necesidad de cooperar con el resto del mundo ante amenazas comunes. La visita a Espa?a, que inicia ma?ana, alentada por su amistad con el rey Juan Carlos, es parte de este esfuerzo.
La entrevista con este peri¨®dico se celebra en Gorki 9, la dacha del presidente, una residencia al oeste de Mosc¨², construida en la d¨¦cada de los cuarenta para los dirigentes comunistas y ocupada posteriormente por Yeltsin. A esta zona de bell¨ªsimos bosques nevados se llega despu¨¦s de muchos atascos y de cruzar los barrios m¨¢s lujosos de las afueras de la capital. El ambiente es relajado, tanto que accede a comentar la met¨¢fora que lo presenta como un joven guerrero que todav¨ªa debe "matar al le¨®n" para convertirse en el gran jefe. Se r¨ªe. "No voy a matar al le¨®n porque le tengo el debido respeto, pero si hablamos de las tareas que tenemos que cumplir y usted equipara estas grandes tareas a dar muerte al le¨®n, entonces s¨ª trabajar¨¦ para conseguir el objetivo: matar al le¨®n".
Pregunta. ?Cree usted que la crisis econ¨®mica global puede acabar desestabilizando a Rusia?
Respuesta. La crisis siempre crea problemas al hombre de la calle y genera tensi¨®n en la sociedad, pero no se puede decir que vaya a cambiar de forma radical la situaci¨®n en el pa¨ªs. En primer lugar, la Rusia de hoy, su sistema econ¨®mico y social, se diferencia mucho de la de hace 15 a?os. Entonces Rusia era d¨¦bil y hab¨ªa perdido gran parte de su potencial econ¨®mico. En los ¨²ltimos a?os se logr¨® cambiar esa situaci¨®n, y por eso la crisis actual, a mi juicio, no desestabilizar¨¢ sustancialmente a la sociedad. Pero debemos vigilar la calidad de vida del ciudadano, no podemos permitir que el nivel de vida en el pa¨ªs descienda al que hab¨ªa en los a?os 90. Esta es la prioridad del Estado y del Gobierno.
P. Pero, ?va a resolver la crisis con m¨¢s democratizaci¨®n o con menos? ?Apretar¨¢ las tuercas o al rev¨¦s?
R. No estoy seguro de que la superaci¨®n de la crisis est¨¦ relacionada con el desarrollo de la democracia. El problema est¨¢ en otra parte, en la falta de mecanismos econ¨®micos normales que permitan superar la crisis sin p¨¦rdidas. Claro que es mejor que el Estado tenga las instituciones democr¨¢ticas que le permitan tomar las decisiones correctas. Recordemos lo que pasaba en los a?os 30 en EE UU y en otros pa¨ªses, no creo que fueran los mejores ejemplos de democracia. Al contrario, en varios casos los Estados se vieron obligados a apretar las tuercas para superar la crisis. No lo digo porque vayamos a hacer lo mismo en Rusia, sino porque me parece que la superaci¨®n de la crisis y el desarrollo de las instituciones democr¨¢ticas son cosas separadas.
P. Hay quien, ampar¨¢ndose en las medidas anticrisis, busca hacer dinero.
R. De este problema he hablado en tres reuniones con la direcci¨®n de los ¨®rganos del orden p¨²blico: los servicios de seguridad, el Ministerio del Interior y la fiscal¨ªa, y les dije que quienes intentan sacar partido de la crisis cometen un delito socialmente peligroso.
P. En la comunidad internacional hay preocupaci¨®n con la situaci¨®n de los derechos humanos en Rusia. En concreto, con los casos de periodistas asesinados que no se han resuelto, como el de Anna Politk¨®vskaya.
R. En cada pa¨ªs se pueden encontrar casos sobre los que se pueden hacer reproches mutuos sobre la observancia de los derechos humanos b¨¢sicos, en el plano social, econ¨®mico... No somos un pa¨ªs ideal. Creo que Rusia en los ¨²ltimos 17 a?os ha recorrido un gran camino. ?Qu¨¦ derechos humanos pod¨ªa haber en la URSS? Y hay que decir que Espa?a se acuerda bien de un periodo parecido y eso fue hace relativamente poco. Pero ahora la situaci¨®n aqu¨ª es otra, porque nuestra Constituci¨®n funciona y garantiza los derechos humanos y libertades c¨ªvicas b¨¢sicas. Hay algunos derechos elementales en los que no se ha tenido ¨¦xito, como por ejemplo la defensa del ciudadano ante la delincuencia y la defensa de la propiedad. En 2008 hubo m¨¢s de 2.000 asesinatos que no han sido esclarecidos. Es una estad¨ªstica penosa. As¨ª que el perfeccionamiento de instituciones de la Justicia es una tarea que el Estado no puede postergar.
P. ?Por qu¨¦ el Kremlin le tiene tanto miedo al pueblo? ?Por qu¨¦ la oposici¨®n radical recibe siempre una negativa cuando quiere hacer un mitin en la calle? No hablamos de los comunistas, que s¨ª reciben permiso, sino de gente como Kasp¨¢rov, los de la Otra Rusia.
R. Yo no sigo las actividades de la oposici¨®n radical en el mismo grado que seguramente las siguen ustedes, pero desde mi punto de vista es un grupo peque?o de pol¨ªticos radicales, empe?ados en atraer el inter¨¦s hacia s¨ª mismos. A juzgar por lo que yo veo y veo mucho, porque entro en las p¨¢ginas de Internet a menudo, hacen lo que quieren, salen a la calle y gritan que hay que destituir al presidente y al Gobierno. Nadie les cierra la boca. Dicen todo lo que quieren. Pero que no intervengan en la Plaza Roja. La Plaza Roja no es sitio para ellos.
P. Pero si les han detenido en los restaurantes y antes de que pudieran intervenir en la calle.
R. Si ha habido irregularidades, habr¨ªa que aclararlas. Pero dicen lo que quieren y lo dicen sin tapujos, con un lenguaje proletario directo.
P. En enero hubo una guerra del gas entre Ucrania y Rusia, donde su pa¨ªs perdi¨® dinero y reputaci¨®n. ?Qu¨¦ har¨¢ en la pr¨®xima crisis con Kiev?
R. En primer lugar, no cerramos el grifo, sino que Ucrania no firm¨® un acuerdo con nosotros y por eso no ten¨ªamos una base jur¨ªdica para suministrar el gas. De ah¨ª que se tomara esa decisi¨®n tan dif¨ªcil para nosotros, una decisi¨®n que no quer¨ªamos y que quisi¨¦ramos evitar en el futuro. El resultado fue la firma del acuerdo del 19 de enero, seg¨²n el cual el suministro de gas a Ucrania se hace a precios de mercado y nuestros socios deben pagar a tiempo. Si esto no se cumple, Ucrania, seg¨²n el acuerdo, deber¨¢ pasar a pagar por anticipado sus suministros. No queremos que se repita la situaci¨®n anterior, pero si se niegan a pagar, tendremos que hacer algo. A la Comisi¨®n Europea le he explicado que si queremos dar garant¨ªas a todos, incluidos los consumidores europeos, debemos ayudar a Ucrania, que est¨¢ al borde del colapso econ¨®mico. Si vemos que no son capaces de pagar, formemos un consorcio internacional y ayud¨¦mosle con dinero. Yo creo que esto ser¨ªa una salida para todos. He propuesto, adem¨¢s, una nueva versi¨®n de la Carta Energ¨¦tica, que no est¨¦ unilateralmente dirigida al servicio de los consumidores, aunque estos sean la parte m¨¢s vulnerable. A veces hay que pensar en el productor y en los pa¨ªses de tr¨¢nsito. He ordenado a nuestro Gobierno y tambi¨¦n a nuestras principales compa?¨ªas que preparen propuestas al respecto. Pronto se las entregar¨¦ a nuestros socios.
P. Cuando la petrolera rusa Lukoil mostr¨® inter¨¦s en hacerse con un paquete de Repsol, en Espa?a fueron evidentes las reticencias. ?Falta confianza en los socios rusos?
R. Estamos interesados en que haya inversiones espa?olas en Rusia y que las compa?¨ªas rusas vayan al mercado espa?ol e inviertan all¨ª en los sectores m¨¢s diversos. Cuanto mayor sea el nivel de inversiones, tanto mayor ser¨¢ el nivel de seguridad en Europa, porque si los pa¨ªses est¨¢n vinculados por negocios comunes, nunca habr¨¢ motivo para conflictos. Sobre Lukoil y Repsol, no voy a entrar en detalles porque se trata de dos compa?¨ªas privadas. Por lo que s¨¦, era un paquete peque?o, inferior incluso al llamado de control, que no ejerc¨ªa una influencia sustancial en la toma de decisiones de la compa?¨ªa. O¨ª que a algunos esta inversi¨®n les gustaba y que otros actuaban de acuerdo con los estereotipos y la l¨®gica del que llegan los rusos y que resultaba peligroso para la independencia del Estado, etc¨¦tera. Creo que es una l¨®gica nociva o idiota, ll¨¢mele como quiera, porque dividir a los inversores en buenos y malos, en correctos e incorrectos, es levantar un nuevo muro de Berl¨ªn en la econom¨ªa.
P. EE UU ha perdido la base de Man¨¢s en Kirguizist¨¢n, crucial para la OTAN en Afganist¨¢n. ?Puede y quiere Rusia hacer algo para compensar esta p¨¦rdida?
R. El cierre de esa base es una decisi¨®n soberana de las autoridades de Kirguizist¨¢n. Se debi¨® a que la decisi¨®n de abrirla hab¨ªa sido para un par de a?os, pero su presencia se prolong¨® durante ocho y sobre esto no se hab¨ªan puesto de acuerdo con EE UU. En cuanto a Afganist¨¢n, estamos interesados en activar nuestro trabajo en la regi¨®n, porque vemos las amenazas de los grupos radicales que existen en Afganist¨¢n, Pakist¨¢n y otros pa¨ªses. Por lo que s¨¦, el nuevo presidente de EE UU ha incluido esta tarea entre sus prioridades internacionales. Compartimos este enfoque. Y es m¨¢s, estamos dispuestos a participar en la estabilizaci¨®n de Afganist¨¢n, recurriendo a la autoridad de organizaciones internacionales como la Organizaci¨®n de Cooperaci¨®n de Shanghai (OCSh) [China, Kazajst¨¢n, Kirguizist¨¢n, Rusia, Tayikist¨¢n y Uzbekist¨¢n]. Todos estamos interesados en que en Afganist¨¢n haya un Estado democr¨¢tico, civilizado y eficaz. Hemos pensado celebrar una conferencia sobre este tema, probablemente este a?o.
P. ?Invitar¨¢n a la OTAN?
R. La OCSh bien podr¨ªa hacerlo. Sus miembros son pa¨ªses fronterizos con Afganist¨¢n, los que m¨¢s sufren del extremismo que all¨ª existe. Toda esa corriente turbia de narc¨®ticos y terroristas nos afecta a nosotros. Por eso vamos a discutir en la conferencia estos temas, pero en vista de que la operaci¨®n se lleva a cabo en Afganist¨¢n, creo que debe haber representantes suyos.
P. Por ¨²ltimo, ?no le parece que el nuevo proceso contra el multimillonario Mija¨ªl Jodorkovski, acusado ahora de robar miles de millones de euros, aumentar¨¢ la desconfianza hacia Rusia?
R. El tribunal mostr¨® su intransigencia e independencia en el caso de Politk¨®vskaya cuando, a pesar de que creo que el asunto no era tan sencillo, pronunci¨® un veredicto absolutorio al afirmar que las pruebas eran insuficientes. Por eso hay que esperar y ver c¨®mo se desarrolla este juicio. No tiene sentido comentar un juicio antes de que haya comenzado. La consistencia de las acusaciones es responsabilidad de la fiscal¨ªa; si creen tener suficiente, que lo presenten. Y ya veremos lo que sucede en el juicio.
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