Resucitar
Si es cierto, como lo es, que todo el tiempo que ya hemos vivido es el que ya hemos muerto, cualquier experiencia que nos devuelva al pasado hay que tomarla como una forma de resurrecci¨®n. Basta con hojear el ¨¢lbum de fotos. Ese ni?o con el caballo de cart¨®n, esa chica de la bicicleta, el chaval que aparece con los amigos en un parque, la adolescente con el primer carm¨ªn en los labios, el barbudo con la trenca apoyado en el pretil del Sena en Par¨ªs, todas esas criaturas sucesivas que fuimos una vez, ya se las ha tragado la vida. Pertenecen al reino de los muertos. Por fortuna seguimos vivos, porque vivir no es sino flotar cada d¨ªa en la superficie de nuestro propio abismo. Esta teor¨ªa tiene una aplicaci¨®n pr¨¢ctica. Profetas de toda ¨ªndole coinciden en diagnosticar la extrema gravedad de la actual crisis econ¨®mica, pero a la hora de pronosticar qu¨¦ va a ser de nosotros no se ponen de acuerdo. Los or¨¢culos m¨¢s pesimistas indican que esta recesi¨®n nos va a retrotraer al nivel de vida del final de la posguerra; los m¨¢s optimistas conf¨ªan en que podremos vivir como lo hac¨ªamos veinte a?os atr¨¢s. En todo caso, si esto es as¨ª, suceder¨¢ un hecho feliz: con el regreso al pasado este colapso econ¨®mico nos va a hacer m¨¢s j¨®venes. El constructor, hoy arruinado, volver¨¢ a ser de nuevo aquel barbudo de la trenca con un libro de Sartre en la mano; la chica de amianto abrazada a un motero macarra recuperar¨¢ la falda de flores y la bicicleta con la que iba a la playa; el ejecutivo de una multinacional en quiebra ser¨¢ otra vez un simple oficinista con la bufanda de felpa cruzada en el pecho; el progresista gastr¨®nomo que adora el fais¨¢n lo cambiar¨¢ por el pollo de Carpanta; el contertulio de la caverna que suelta soflamas incendiarias contra la izquierda recobrar¨¢ el perfil de leninista sectario de hace unos a?os. La crisis nos dar¨¢ la oportunidad de resucitar cada cual en su edad de oro. Bastar¨¢ con abrir el ¨¢lbum de fotos y uno podr¨¢ elegir a su antojo ser de nuevo el joven que luchaba por cambiar el mundo, o el que todav¨ªa cre¨ªa en Dios, o el que aun no ten¨ªa tripa, o el que se arriesgaba por los dem¨¢s, o el que so?aba con las estrellas compartiendo con su amante un bocadillo de sardinas. S¨®lo la crisis puede hacer este milagro.
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