Neocrispaci¨®n
Los ¨²ltimos acontecimientos est¨¢n volviendo a ensombrecer la pol¨ªtica espa?ola bajo el manto de la crispaci¨®n. Y lo est¨¢n haciendo, adem¨¢s, con un nivel de antagonismo desproporcionado, que poco tiene que ver con lo que se jugaba en las elecciones de ayer. Mientras tanto, el capitalismo se derrumba, los bancos deniegan el cr¨¦dito, las empresas quiebran y cada d¨ªa se despide a 10.000 personas. Pero nada de esto aparta de su pasi¨®n a nuestra clase pol¨ªtica, entregada a su enfermiza compulsi¨®n de zafarse contra el rival. ?C¨®mo entender este eterno retorno de la crispaci¨®n, que vuelve de nuevo por donde sol¨ªa?
Pronto har¨¢ un a?o de las pasadas elecciones generales, y el mensaje que entonces emitieron las urnas fue interpretado por casi todos como el entierro de la crispaci¨®n como estrategia pol¨ªtica. As¨ª lo entendi¨® tambi¨¦n el l¨ªder de la oposici¨®n, al reconocer por boca de su ide¨®logo de c¨¢mara que su derrota se deb¨ªa al sentido exclusivamente negativo de su discurso pol¨ªtico. De ah¨ª que los estrategas del PP se propusieran dar un giro a su ret¨®rica para dejar de ser un partido temible (nasty party) y convertirse en una opci¨®n amable con el ciudadano, respetuosa con el adversario y capaz de atraer al votante moderado. Es verdad que no todo el PP lo acept¨® as¨ª, pues los aznaristas neocon se negaron a aceptar ese giro moderado y opusieron fuerte resistencia, con Aguirre a la cabeza, reivindicando su estrategia de la crispaci¨®n. Pero, tras su victoria en el congreso de Valencia, pareci¨® que Rajoy lograba imponer a todos su giro moderantista. Un giro que se vio oficializado ante las c¨¢maras por el doble pacto de Rajoy con Zapatero en materia de lucha antiterrorista y renovaci¨®n de los ¨®rganos jurisdiccionales, pacificando as¨ª los dos campos de batalla que hab¨ªan centrado la confrontaci¨®n pol¨ªtica durante la legislatura anterior.
Pero, poco a poco, ese clima de distensi¨®n se ha venido degradando por una paulatina reapertura de las hostilidades. La primera se?al de alarma fue la negativa del PP a renovar el Tribunal Constitucional, del que depende su recurso contra el nuevo Estatut de Catalu?a. Pero enseguida se a?adieron otros enfrentamientos tan estridentes como su tridentina objeci¨®n a la nueva asignatura de educaci¨®n c¨ªvica, antidemocr¨¢ticamente saboteada por las comunidades aut¨®nomas gobernadas por el PP, cuyo m¨¢s inefable ejemplo fue el fallero esperpento de impartirla en ingl¨¦s. Y, adem¨¢s, desde su feudo en la capital, Aguirre no perd¨ªa ocasi¨®n de desafiar el moderantismo oficial de su partido, atizando la crispaci¨®n mediante el sistem¨¢tico boicoteo de las pol¨ªticas sociales, mientras prosegu¨ªa su desaforada privatizaci¨®n de los servicios p¨²blicos. Todo ello jaleado por la prensa neocon, que esgrime a Aguirre como ariete para embestir a Rajoy, acusado de blandura, p¨¦rdida de autoridad y falta de liderazgo. Y tan cuestionado se ha visto por los suyos que finalmente, y ante la amenaza de su posible derrota en las urnas gallegas, Rajoy ha optado por volver al redil de la crispaci¨®n.
En un principio, cuando estall¨® el esc¨¢ndalo del espionaje interno, pens¨® en utilizarlo para depurar al PP de sus residuos problem¨¢ticos. Pero al denunciarse el caso Correa, que ata?e a la financiaci¨®n del partido, Rajoy se ha tirado al ruedo para escenificar su solemne abandono de la moderaci¨®n. Aprovechando como pretexto la torticera cacer¨ªa de marras, ha reabierto las hostilidades rompiendo el pacto de la justicia y querell¨¢ndose contra el juez instructor. ?Qui¨¦n es el que rompe ahora el tan cacareado consenso de la transici¨®n? Sin duda, la cabra tira al monte, pues al PP no le ha durado su cuarentena moderada m¨¢s que el tiempo que quedaba hasta los comicios de ayer.
Ahora bien, este retorno de la crispaci¨®n no ser¨ªa explicable sin la contribuci¨®n de Zapatero. ?A qu¨¦ ven¨ªa nombrar ministro de Justicia a alguien como Bermejo? ?Acaso le soltaron para que hiciera imposible con sus provocaciones el giro moderado de Rajoy? Es verdad que ha dimitido ahora, cuando ya es demasiado tarde, pero su cese tambi¨¦n tiene consecuencias funestas, por cuanto implica de doble recompensa a la insumisi¨®n de los jueces huelguistas (vaya ejemplo para la ciudadan¨ªa) y a la neocrispaci¨®n de Rajoy. En su ¨²ltimo libro, el ling¨¹ista Lakoff propone ret¨®ricas ambivalentes basadas en la contradicci¨®n. Y en eso es maestro Zapatero, que sabe c¨®mo crispar con mucho talante. Pero con graves efectos perversos, pues ahora tenemos no s¨®lo al PP echado de nuevo al monte, sino adem¨¢s un abierto conflicto de poderes entre el Ejecutivo y el Judicial. Justo lo que menos necesitamos para enfrentarnos a la crisis global. ?O es esto precisamente lo que se pretende tapar a fuerza de neocrispaci¨®n?
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