El golpe de Casado y el final de la guerra
Un grupo de anarquistas y socialistas se rebel¨® el 5 de marzo de 1939 contra el Gobierno de Negr¨ªn. Quer¨ªan negociar la inminente derrota republicana. No les sirvi¨® de nada, Franco no tuvo piedad con los vencidos
Hace 70 a?os se levant¨® el tel¨®n sobre el ¨²ltimo acto de la Guerra Civil: el 5 de marzo de 1939 el coronel Segismundo Casado se rebel¨® en Madrid contra el Gobierno Negr¨ªn y cre¨® un Consejo Nacional de Defensa (CND). Poco antes, tambi¨¦n se hab¨ªa sublevado la base naval de Cartagena. La Flota huy¨® y cort¨® toda posibilidad de evacuaci¨®n masiva. Casado, que llevaba semanas en estrecho contacto con los agentes de Franco, se hab¨ªa asegurado el concurso de numerosos mandos militares y de una variada gama de fuerzas pol¨ªticas que iban desde los anarcosindicalistas a la Agrupaci¨®n Socialista Madrile?a, pasando por afiliados de los partidos de la izquierda burguesa. Madrid padec¨ªa hambre y privaciones. La victoria franquista, tras la ca¨ªda de Catalu?a, parec¨ªa inevitable. La resistencia, ut¨®pica. La consigna casadista, paz sin represalias, result¨® irresistible. El Gobierno Negr¨ªn y la direcci¨®n del PCE tomaron el camino del exilio. En las tres semanas siguientes las negociaciones del CND no condujeron a nada. En el ¨ªnterin, una corta resistencia comunista en Madrid fue ahogada en sangre. La guerra termin¨® como hab¨ªa empezado: con la escisi¨®n del Ej¨¦rcito y la traici¨®n.
No hab¨ªa ninguna conspiraci¨®n comunista. Negr¨ªn no actuaba al dictado del PCE
El triunfo franquista acab¨® con las conquistas de la clase obrera y la burgues¨ªa de izquierdas
Los acontecimientos de marzo de 1939 marcaron indeleblemente los debates del exilio. Dejaron en algunos una sensaci¨®n de verg¨¹enza, en otros, avivaron el rencor. Se gener¨® una bibliograf¨ªa testimonial de tono acusatorio o exculpatorio. Los constre?imientos ideol¨®gicos de la guerra fr¨ªa aportaron lo suyo. Los mitos proliferaron. Sobresalieron cuatro, de los cuales tres los aprovech¨® al m¨¢ximo la propaganda de los vencedores: Casado se hab¨ªa adelantado a un golpe comunista; ¨¦ste contaba con la complicidad de Negr¨ªn para prolongar una resistencia est¨¦ril que s¨®lo conven¨ªa a los dictados de una potencia extranjera (la Uni¨®n Sovi¨¦tica); fue una medida profil¨¢ctica y no una pu?alada por la espalda. Habr¨ªa que comprender, pues, a quienes se sacrificaron por la causa de la independencia de Espa?a: ante todo Casado, pero tambi¨¦n el l¨ªder socialista moderado Juli¨¢n Besteiro. Un cuarto mito pronto fue arrojado a la cuneta: el Gobierno Negr¨ªn no ten¨ªa respaldo constitucional tras la dimisi¨®n de Aza?a de la Presidencia de la Rep¨²blica y el reconocimiento del Gobierno de Franco, liderado por Francia y el Reino Unido. Esta construcci¨®n jur¨ªdico-pol¨ªtica choc¨® en efecto con la creencia, muy enraizada entre los exiliados, de que las instituciones republicanas segu¨ªan subsistiendo.
La historiograf¨ªa acad¨¦mica (Ar¨®stegui, Bahamonde, Cervera, Graham, Preston) comenz¨® hace tiempo el derribo de los mitos que todav¨ªa alimentan cuidadosamente autores que pasan por autoridades. ?Cabe hacer m¨¢s? S¨ª. Hay que expandir la gama de fuentes primarias, coet¨¢neas de los hechos y menos contaminadas ideol¨®gicamente que las reconstrucciones posteriores. Son las que permiten recuperar los entresijos de lo que sucedi¨® y, por ende, apuntalar una historia que prescinde de mitos y, en lo posible, de prejuicios.
No hubo ninguna conspiraci¨®n comunista. Las teleol¨®gicas interpretaciones de un amplio elenco de historiadores neo-franquistas deben echarse a la basura. Negr¨ªn no prepar¨® nombramientos militares para poner lo que quedaba de Ej¨¦rcito Popular bajo control comunista. Tampoco actuaba al dictado del PCE. En contra de los muchos que siguen presentando al partido como una especie de Leviat¨¢n, m¨¢s bien era un gigante con los pies de barro, autoencadenado de tiempo atr¨¢s a la batuta que manejaba Negr¨ªn. Su reacci¨®n ante el golpe casadista careci¨® de la m¨¢s m¨ªnima coordinaci¨®n. En Madrid hubo un ef¨ªmero contragolpe, mal dise?ado y peor ejecutado. En Levante se mantuvo en un estado de movilizaci¨®n expectante. En el resto del territorio no se produjo la menor resistencia y el PCE se vino abajo como un castillo de naipes. En cuanto a influencias extranjeras, s¨ª las hubo pero del lado franc¨¦s y brit¨¢nico, en estrecha conexi¨®n con los agentes de Franco. Por su parte, ya antes del golpe casadista Stalin se hab¨ªa lavado las manos de la Rep¨²blica, en parte porque no exist¨ªan posibilidades de que resistiera y en parte, tambi¨¦n, porque el Gobierno franc¨¦s hab¨ªa entorpecido los flujos de suministro.
Hay que indagar en tres grupos de factores estructurales para explicar la gestaci¨®n del golpe de Casado. Ante todo, en los conflictos intra-socialistas que se desarrollaron desde el comienzo de la guerra y durante la cual la ¨²ltima direcci¨®n (Ram¨®n Gonz¨¢lez Pe?a, Ram¨®n Lamoneda) se super¨® para sostener el esfuerzo b¨¦lico y apoyar al Gobierno en pugna con la "izquierda socialista", de impronta caballerista. Despu¨¦s, en los celos e incompetencia del movimiento anarco-sindicalista, incapaz de subordinarse a la disciplina que impon¨ªa la contienda. Por ¨²ltimo, en el sectarismo de la pol¨ªtica comunista, imbuida -como ha dicho Graham- del deseo de defender un "republicanismo fundacional", pero de forma tal que condujo inevitablemente a su aislamiento.
A ello hay que a?adir factores locales derivados de la evoluci¨®n pol¨ªtico-ideol¨®gica, relativamente aut¨®noma, en Madrid tras el corte del territorio republicano en abril de 1938. Pocos meses despu¨¦s, anarquistas y socialistas "ensayaron la rebeli¨®n", por tomar prestada una expresi¨®n de Grass. Sin ¨¦xito. En marzo de 1939 pretendieron alcanzar un final de la guerra que les permitiese afrontar un futuro incierto en la mejor posici¨®n posible, preservar sus cuadros y ganar apoyos entre las potencias occidentales, en espera de que la configuraci¨®n de un presunto y enso?ado orden europeo antibolchevique pusiera en valor sus esfuerzos por erradicar la influencia comunista en Espa?a. M¨¦zclese todo ello con comportamientos personales, dilucidables s¨ª, pero dif¨ªciles de contrastar. Casado en busca de gloria. Besteiro decidido a echar a la cuneta a Negr¨ªn. Mandos militares convencidos de que la resistencia era imposible pero que la rendici¨®n podr¨ªa, quiz¨¢, salvarles. El pueblo llano, enga?ado.
El golpe casadista y el contragolpe que estall¨® en Madrid fueron, por lo dem¨¢s, perfectamente evitables. Tras la tard¨ªa y un tanto egoc¨¦ntrica dimisi¨®n de Aza?a, el presidente de las Cortes, Diego Mart¨ªnez Barrio, puso condiciones a Negr¨ªn para asumir interinamente la presidencia de la Rep¨²blica con objeto de hacer la paz.
Ning¨²n historiador neo-franquista ha demostrado que, tal y como ocurri¨®, Negr¨ªn y el Gobierno, incluido el vituperado PCE, las aceptaron. Casado, que interceptaba muchos de los radiogramas que emit¨ªa Negr¨ªn o que le llegaban, se enter¨® de la reacci¨®n el mismo 5 de marzo. Lo primero que hizo fue impedir que Mart¨ªnez Barrio recibiera la respuesta. Tal y como hab¨ªa dicho a los agentes de Franco, Casado sab¨ªa perfectamente que los comunistas no representaban un peligro.
Los anarquistas y los socialistas antinegrinistas que apoyaron el golpe se equivocaron clamorosamente en el pron¨®stico de lo que iba a ocurrir. Pensaban en t¨¦rminos de la dictadura primorriverista y en un periodo de represi¨®n con posibilidad de posterior retorno a la superficie. Por el contrario, Negr¨ªn y los comunistas acertaron de pleno. El triunfo franquista no significar¨ªa una etapa breve de gobierno reaccionario ni una simple derrota parcial o pasajera. Ser¨ªa el fin de todo lo que la clase obrera y la burgues¨ªa de izquierdas hab¨ªan conquistado durante d¨¦cadas as¨ª como el aplastamiento de las libertades. La err¨¢tica reacci¨®n comunista demostr¨®, sin embargo, que el PCE carec¨ªa de un plan para salir de la guerra.
M¨¢s tarde, esta historia complicada, de dobles y triples juegos, de esp¨ªas y traiciones, se embelleci¨® con un est¨¦ril debate sobre las posibilidades de resistencia. Negr¨ªn sab¨ªa que no exist¨ªan pero de ah¨ª a tirar la toalla como hizo el CDN hab¨ªa un gran salto. Uno de sus errores estrib¨® en no prestar mayor atenci¨®n a la situaci¨®n de la Flota, como se le hab¨ªa recomendado insistentemente. Tras el golpe de Casado vendr¨ªa no el tiempo de las cerezas sino el de las represalias. Como nunca se hab¨ªan conocido en la historia de Espa?a. ?Ah! y la mitograf¨ªa subsiguiente. Todav¨ªa subsiste, con alguno de sus representantes que vocea su posesi¨®n de la ¨²nica verdad. Llega el tiempo de la desmitograf¨ªa.
?ngel Vi?as y Fernando Hern¨¢ndez S¨¢nchez son historiadores. Pr¨®ximamente publicar¨¢n Negr¨ªn, los comunistas y el final de la Guerra Civil.
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