'Veduta' desde la Barceloneta
Retrat de la Barcelona mar¨ªtima. Una visi¨® de Francesc Soler i Rovirosa, en el Museo Mar¨ªtimo (hasta el 31 de mayo), es una exposici¨®n de cuadro ¨²nico: una veduta del puerto de Barcelona, tomada desde el terrado de un edificio del hoy paseo de Joan de Borb¨® esquina con la calle de Ginebra. Su autor, el escen¨®grafo y pintor Francesc Soler Rovirosa (Barcelona, 1836-1900), se conoc¨ªa de memoria el barrio: nacido en la calle de Escudellers esquina con Aviny¨®, de joven trabaj¨® con su padre, que era armador y ten¨ªa una tienda de efectos navales junto al puerto, pero pronto se inclin¨® por el dibujo, que aprendi¨® en la Llotja de la plaza de Palau, antes de dar, muy precursoramente, el obligado salto a Par¨ªs, entre 1862 y 1869. Amigo de Rossinyol y Casas, que le hizo un espl¨¦ndido retrato, fue uno de esos artistas de la ebullici¨®n modernista que se pusieron La Puntual paterna por montera (la llevaban los hermanos) y se dedicaron a captar la realidad tal como la sent¨ªan, es decir, a la manera rom¨¢ntica, directa, pante¨ªsta, con el plein air como norte est¨¦tico. Est¨¢ considerado el fundador de la gran escuela catalana de escenograf¨ªa realista, que llega hasta Mestres Cabanes.
La visi¨®n del puerto de Soler Rovirosa es un documental pict¨®rico, detallista a lo Canaletto
La visi¨®n del puerto de Soler Rovirosa, de grandes dimensiones (218 x 730 cent¨ªmetros), es una cr¨®nica exacta de la ciudad de finales del XIX que pivota sobre la gran cita de la Exposici¨®n Universal. Es un documental pict¨®rico, detallista en las escenas, a la manera del Canaletto. Aparecen por ejemplo una notable variedad de embarcaciones: barcas de pesca y de mitjana, barcazas para el desembarco de pasajeros y mercanc¨ªas, una imponente fragata de tres palos junto a Col¨®n, un vapor de ruedas, un remolcador, varios modelos mixtos a vela y a vapor. Si se afina la vista, sobre las embarcaciones se descubrir¨¢ a marineros limpiando el pescado, tensando las velas o reparando el baupr¨¦s. Pero el detalle de la vida portuaria sigue en tierra, donde el autor recoge igualmente una amplia paleta de tipos: mozos con barretina, una pareja de monjas, un tranv¨ªa de tiro, un grupo de artilleros procedentes de la Ciutadella, una vendedora de naranjas, un puesto de bebidas, matrimonios burgueses con ni?os paseando... Es una escena finalmente pl¨¢cida, que retrata a una sociedad acomodada, serena, confiada en el progreso. Quedaba a¨²n lejos el desastre de 1898.
El escorzo del frente mar¨ªtimo de la ciudad es el cl¨¢sico de los grabados del siglo XVIII. El diorama de fondo es la monta?a de Montju?c, el llano del Llobregat, Sant Pere M¨¤rtir y el Tibidabo, a¨²n no colonizado por el doctor Andreu. Como buen vedutista, Soler Rovirosa hace trampas con la perspectiva (era muy bueno en esta disciplina). La plaza de Palau aparece mucho mayor de lo que es, tanto como para apreciar la fuente al genio catal¨¢n. La Via Laietana a¨²n tardar¨ªa en abrirse, pero s¨ª se hab¨ªa colocado ya, muy cerca del lugar que hoy ocupa, la estatua del marqu¨¦s de Comillas. Capitan¨ªa General no luc¨ªa a¨²n la opulenta fachada actual, sino una anterior, m¨¢s modesta. En cuanto a las Drassanes, sede de esta exposici¨®n, quedan ocultas tras los m¨¢stiles y el humo de los vapores. El pintor se tom¨® su vendetta de artista: por entonces las atarazanas eran un recinto militar que daba la espalda a la ciudad y cuyo uso p¨²blico ya se reclamaba. Como curiosidad, en el paseo de Borb¨® aparece una farola dise?ada por Antoni Gaud¨ª, el primer encargo que recibi¨® el arquitecto del Ayuntamiento de Barcelona.
La historia del propio cuadro ser¨ªa otra cr¨®nica. Realizado en 1889 para el caf¨¦ Novedades, en el paseo de Gr¨¤cia esquina con Casp, pas¨® luego a manos de la hija del pintor, que lo cedi¨® al Institut del Teatre, ya con la Guerra Civil de fondo. ?ste, con buen tino, lo cedi¨® a su vez al Museo Mar¨ªtimo en 1941. En 2006 se inici¨® la espl¨¦ndida restauraci¨®n, dirigida por las conservadoras Maria Teresa Sala y Carmen V¨¢zquez, que ahora culmina con esta exposici¨®n, dirigida por Rossend Casanova. Vale la pena.
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