La hipnosis de las tinieblas
Dudo de que su estatura sobrepase el metro sesenta, asocias su rostro a esos seres imaginarios llamados gnomos, va a cumplir setenta y seis a?os pero nada en su apariencia evidencia ancianidad, aunque su trabajo o su arte consista en narrar historias con una c¨¢mara hasta el espectador m¨¢s na¨ªf o desinformado sabe que la gran estrella de sus pel¨ªculas no son los muy famosos y prestigiosos actores o actrices que las protagonizan sino ¨¦l mismo. El cebo para el espectador de cualquier parte no va a ser Harrison Ford, Johnny Deep, Jack Nicholson, Sigourney Weaver, Nastassja Kinski o tantas luminarias que han encabezado los t¨ªtulos de cr¨¦dito en algunas de las pel¨ªculas que se ha inventado este director, sino que pagan la entrada para ver un producto que va firmado por una marca de f¨¢brica llamada Roman Polanski. En su caso, como en el de Hitchcock, Allen, Spielberg, Bu?uel, Welles, Tarantino, Almod¨®var, Scorsese, independientemente de que su ¨²ltima criatura sea excelsa o fallida, hipn¨®tica o decepcionante, el receptor sabe lo que puede esperar, busca el identificable universo, las claves, el estilo de gente sin vocaci¨®n artesanal, en posesi¨®n de ese magnetismo que se le atribuye a los ¨ªdolos populares.
Polanski, a diferencia de esos colegas suyos que disfrutan de la condici¨®n de masivos iconos culturales pero que se las han ingeniado para que su vida privada s¨®lo les pertenezca a ellos (aunque Allen estuviera a punto de crucifixi¨®n p¨²blica al abandonar a su esposa Mia Farrow para casarse con la veintea?era hija de ¨¦sta, para que le saliera razonablemente bien esa obsesi¨®n o romance que caus¨® la irreparable ruina al pat¨¦tico Humbert Humbert), ha generado a lo largo de su tortuosa biograf¨ªa ser uno de los temas favoritos de los medios de comunicaci¨®n, que las fr¨ªvolas o espantosas movidas que han acompa?ado a su existencia a?adieran toneladas de morbo a su carrera art¨ªstica.
De las excesivas sombras y esc¨¢ndalos que han salpicado a este complejo fulano se han alimentado ancestral e incansablemente los buitres medi¨¢ticos, el sensacionalismo barato y el caro, la polic¨ªa y los jueces, la moral ortodoxa, las dudas, las sospechas y las evidencias. Para evitar las especulaciones ajenas o ante la necesidad de dejar hablar a su memoria, el propio Polanski escribi¨® hace muchos a?os su autobiograf¨ªa, la expresi¨®n sincera o ama?ada de lo que hab¨ªa vivido, padecido, gozado y creado. Dec¨ªa cosas inteligentes y otras que te dejaban perplejo, como que despu¨¦s de la masacre de su embarazada esposa y de sus amigos hab¨ªa atravesado tal depresi¨®n que hasta un mes m¨¢s tarde no pudo follar con otras mujeres. Bueno, cada uno es due?o de su propia terapia ante el sufrimiento. Tambi¨¦n resultaba cargante su obsesi¨®n por el ¨¦xito. No hac¨ªa concesiones para caer simp¨¢tico, lo cual tiene m¨¦rito, pero eso no impide que la imagen de este curtido profesional de la supervivencia, vividor con infinitas aristas, desarraigado vocacional u obligado, seductor con pedigr¨ª de mujeres y hombres, me d¨¦ gato, me caiga mal.
No es casual que el periodista Christopher Sandford, se?or que ha escrito biograf¨ªas de megaestrellas del rock como Jagger, Richards, Bowie, Clapton, McCartney y Cobain, haya buceado en la vida de Polanski. Este creador de desasosegantes im¨¢genes posee el aura y el estilo vital de un emperador del rock. Polanski ha declarado que esta investigaci¨®n de su pasado no le interesa porque la ha escrito un chismoso. Lo que est¨¢ claro es que no es una hagiograf¨ªa, que hay en ella mucho trabajo, informaci¨®n, testimonios, datos, penetraci¨®n, sentido cr¨ªtico, percepci¨®n y buena escritura. Se lee sin desfallecimiento este libro sobre alguien definido como un genio y un raro, un hombre que ha creado espect¨¢culo con su enfermiza, irregular y genuina obra.
Admitiendo que la personalidad de este investigador del mal abstracto o concreto flota incluso en sus pel¨ªculas m¨¢s irritantes, como ?Qu¨¦?, El baile de los vampiros y Piratas, en arranques magn¨ªficos y plet¨®ricos de un suspense que se va difuminando, como los de Fren¨¦tico y La novena puerta, sadismos y esquizofrenias a la moda, como Repulsi¨®n y Callej¨®n sin salida, existen varias flores del mal en su obra que el tiempo no puede marchitar. La tenebrosa soledad de Rosemary, el destructivo tri¨¢ngulo de El cuchillo en el agua, la constataci¨®n de que el amor m¨¢s pleno puede degenerar en lunas de hiel, el acorralamiento animal del pianista del gueto de Varsovia, los fantasmas letales del quim¨¦rico inquilino, el desamparo de Tess, el triunfo de la maldad y de la corrupci¨®n imponi¨¦ndose al sarc¨¢stico, duro, ¨ªntegro y finalmente desolado Jake Gites, ese mu?eco de trapo que constata por segunda vez c¨®mo mueren las mujeres que amaba, mientras que un polic¨ªa amigo intenta sacarle del infernal y repetido escenario de la tragedia susurr¨¢ndole: "Tienes que olvidar, Jake. Esto es Chinatown".
Polanski. Biograf¨ªa. Christopher Sandford. T&B Editores. Barcelona, 2009. 24 euros.
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