Neo-Galicia
Varios medios de comunicaci¨®n conservadores se disputan con ardor el trofeo pol¨ªtico de Galicia. Exhiben sus m¨¦ritos y musculatura en primera plana como mariscales jactanciosos. Soy periodista y me conmueve tanta autoestima del papel. Pero algo habr¨¢ hecho, algo habr¨¢ puesto de su parte, digo yo, el vencedor Partido Popular. Incluso los derrotados del Gobierno saliente han echado una mano o dos. La campa?a electoral gallega, como calidad de campa?a, s¨®lo sirve para dos cosas: para olvidar y para recordar para siempre. Para comenzar, ese sorprendente contraste. Campa?a de terciopelo en el rudo paisaje pol¨ªtico vasco. Campa?a gore, impaciencia de motosierra, en la buc¨®lica Galicia. No hubo debates entre los candidatos. La oposici¨®n se neg¨® a comparecer, en un episodio asombroso en la democracia con televisor. Y es que ya estaba la met¨¢fora del Audi rodando por portadas y discursos. En el coche blindado iba Touri?o, pero quien manejaba el GPS era Feij009. Ese veh¨ªculo deber¨ªa ocupar un lugar central en la Ciudad de la Cultura, la obra fara¨®nica de Fraga que acab¨® en el debe de la izquierda incauta. Una instalaci¨®n art¨ªstica que podr¨ªa completarse con el yate del empresario al que acudi¨® el demonio Quintana a pescar espinas. El aquelarre marinero fue en 2005, pero la foto se vendi¨® ahora como pescado fresco. No se habl¨® de la naturaleza real de la crisis, ni de la verdadera corrupci¨®n, ni siquiera del futuro. Esos fueron los "encuadres" principales: un coche oficial y un yate privado. Y un berlusconiano mensaje sonoro de fondo: "?Maric¨®n!". La pol¨ªtica neo-con est¨¢ periclitada en el mundo, pero no sus t¨¦cnicas de difamaci¨®n y "propaganda gris". El fantasma de Karl Rove, el consultor de Bush que hundi¨® a McCain en 2004 con el cuento de un hijo ileg¨ªtimo, ha pasado por Galicia. Con ¨¦xito. Me temo que ha venido para establecerse en Espa?a. Como dec¨ªa el Hermano Lobo, el que avisa no es traidor.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.