Corrupci¨®n. M¨¢s all¨¢ de los mitos
Soborno, coima, mordida... Tres formas de denominar a la aut¨¦ntica plaga de la sociedad actual. Una clave para frenar su expansi¨®n es mejorar la transparencia de la gesti¨®n p¨²blica y privada
S eg¨²n los tribunales americanos, Siemens pag¨®, entre 1998 y 2004, 40 millones de d¨®lares en soborno a altas autoridades argentinas para conseguir un contrato de 1.000 millones de d¨®lares para producir nuevos documentos de identidad. Tambi¨¦n pag¨® en 2004 en M¨¦xico 2,6 millones de d¨®lares por un proyecto en modernizaci¨®n de refiner¨ªas. Estos sobornos eran, como acept¨® la mayor empresa de ingenier¨ªa europea en los tribunales, parte de una pr¨¢ctica sistem¨¢tica de d¨¦cadas que fue aplicada en m¨²ltiples pa¨ªses. En los pa¨ªses muy corruptos, los sobornos eran casi el 40% de los contratos; en otros, del 5% al 6%. La empresa deber¨¢ pagar en total 2.600 millones de d¨®lares en EE UU y Alemania en multas e investigaciones y reformas. Informa el New York Times que Friedrich, jefe de la Divisi¨®n Criminal del Departamento de Justicia de Estados Unidos, se?al¨® que la corrupci¨®n en ella "era sistem¨¢tica y extendida"; el director del FBI de Washington que lider¨® la investigaci¨®n la llam¨® "masiva y cuidadosamente orquestada". Tan insertada estaba la corrupci¨®n en la cultura corporativa que uno de los principales operadores de los sobornos, Siekaczek, alegando que eran pr¨¢cticas extendidas, afirm¨® despu¨¦s de haber admitido su culpa: "La gente dir¨¢ despu¨¦s de Siemens que no hemos sido afortunados, que hemos roto el mandamiento n¨²mero 11. Ese mandamiento dice: no permitas que te descubran".
Cuanto m¨¢s equitativas son las sociedades y mayor es la participaci¨®n social, menor ser¨¢ la corrupci¨®n
Hait¨ª acaba de recuperar varios millones de d¨®lares que los Duvalier hab¨ªan transferido a cuentas suizas
Los costos econ¨®micos de la corrupci¨®n son alt¨ªsimos, y los pagan finalmente los consumidores y los contribuyentes. Destruye la confianza, elemento clave de la econom¨ªa. Socava el sistema de valores morales y crea nihilismo en los j¨®venes.
Hay varios mitos respecto a ella que corresponder¨ªa revisar en Am¨¦rica Latina:
Primer mito. La corrupci¨®n es esencialmente p¨²blica. El caso de Siemens, y m¨²ltiples otros similares como, entre otros, la quiebra del principal banco privado dominicano hace algunos a?os, que absorbi¨® recursos vitales para el pa¨ªs; el soborno comprobado realizado por ejecutivos de una transnacional l¨ªder en Argentina para vender masivamente informatizaci¨®n al principal banco p¨²blico, han mostrado que la corrupci¨®n no es s¨®lo p¨²blica. La corrupci¨®n corporativa es parte importante del problema global. En los hechos, los esquemas de corrupci¨®n suelen entrelazar a ejecutivos p¨²blicos y privados.
Hasta 1999 en que la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®mico (OCDE) pen¨® la corrupci¨®n, el c¨®digo fiscal alem¨¢n, entre otros, permit¨ªa la deducci¨®n de los sobornos como "gastos de negocios". El Pacto Global de la ONU termin¨® de oficializar a la corrupci¨®n como tema para la empresa privada en 2004, al agregar la lucha contra ella como d¨¦cimo principio de su C¨®digo de Responsabilidad Social Empresarial.
Segundo mito. La corrupci¨®n se concentra en las coimas que los ciudadanos pagan a funcionarios. La coima en los pa¨ªses de Suram¨¦rica, la mordida en M¨¦xico y otras similares son claras expresiones de corrupci¨®n que deben ser combatidas y erradicadas. Sin embargo, los costos mayores los paga la sociedad en las grandes operaciones de colusi¨®n econ¨®mica, entre empresas y funcionarios, como los que se han dado, entre otros, en el mercado de armas y en otras formas de corrupci¨®n m¨¢s silenciosas. Entre ellas, las connivencias entre el crimen organizado y miembros de la polic¨ªa, la influencia sobre el sistema judicial, los cr¨ªmenes medioambientales.
Uno de los grandes temas que surgen cuando se eleva la vista de las coimas es el de la transparencia de la financiaci¨®n en los procesos electorales. En un incisivo estudio de Ethos y Transparency International en Brasil al respecto (2008), m¨¢s de 2/3 de las empresas firmantes del pacto por la integridad y contra la corrupci¨®n consideraron sobre esta estrat¨¦gica cuesti¨®n que "las empresas deben apoyar iniciativas de la sociedad civil que monitoricen la financiaci¨®n de la pol¨ªtica", "las empresas deben revelar sus donaciones pol¨ªticas al margen de lo que hagan los partidos y los candidatos", "las empresas solamente deben apoyar candidatos comprometidos con la divulgaci¨®n de las donaciones".
Tercer mito. La opini¨®n p¨²blica latinoamericana es pasiva frente a la corrupci¨®n. Est¨¢ sucediendo lo contrario. El latinobar¨®metro y la encuesta mundial de valores muestran un rechazo generalizado, una enorme indignaci¨®n por la impunidad y la exigencia creciente por respuestas contundentes.
Cuarto mito. La corrupci¨®n es un tema b¨¢sicamente policial. Una investigaci¨®n de la Universidad de Harvard muestra que es mucho m¨¢s complejo. Trat¨® de medir en 100 pa¨ªses con qu¨¦ causales estaba m¨¢s conectada. Las correlaciones econom¨¦tricas identificaron que la principal eran los niveles de desigualdad. Cuanto mayores son las asimetr¨ªas en una sociedad, ¨¦lites reducidas tienen el control de las grandes decisiones econ¨®micas, de los recursos, de la informaci¨®n, y las grandes mayor¨ªas tienen grados m¨ªnimos de informaci¨®n y de participaci¨®n real. En esas condiciones hay, seg¨²n los investigadores, "incentivos perversos" para las pr¨¢cticas corruptas, porque los grupos de alto poder no tienen control y pueden actuar con impunidad. La corrupci¨®n, a su vez, aumenta la desigualdad. Se ha estimado que un aumento de un punto en el ¨ªndice de corrupci¨®n hace aumentar el coeficiente Gini de desigualdad en 5,4 puntos.
Cuanto m¨¢s equitativas las sociedades y mayor la participaci¨®n de las mayor¨ªas, en educaci¨®n, salud, informaci¨®n e incidencia en las decisiones, mejor podr¨¢n vigilar, y protestar, y menor ser¨¢ la corrupci¨®n.
Estos resultados son particularmente significativos para Am¨¦rica Latina, por ser la regi¨®n m¨¢s desigual del planeta. Uno de los costos silenciosos de la desigualdad son los incentivos para la corrupci¨®n.
?C¨®mo combatir la corrupci¨®n en la regi¨®n? Mejorar la equidad y superar los mitos se?alados, y otros, profundizando sobre sus causas, son recomendaciones b¨¢sicas.
Junto a ello son imprescindibles vigorosas pol¨ªticas de reforma y fortalecimiento del poder judicial, apoyo a la profesionalizaci¨®n de las instituciones policiales vinculadas con la investigaci¨®n de estos delitos, establecimiento de instituciones reguladoras s¨®lidas y dotadas de capacidad t¨¦cnica efectiva, gesti¨®n activa para la recuperaci¨®n de activos en el exterior. Despu¨¦s de largas gestiones, el empobrecido Hait¨ª acaba de recuperar varios millones de d¨®lares que la dinast¨ªa Duvalier hab¨ªa depositado en cuentas suizas.
Una clave para enfrentar la corrupci¨®n es ampliar las posibilidades del control social. Ello significa, entre otros aspectos, maximizar los grados de transparencia de la gesti¨®n tanto p¨²blica como privada e instalar mecanismos institucionalizados de participaci¨®n continua de la poblaci¨®n. Son significativos los resultados logrados con desarrollos en los que Am¨¦rica Latina fue pionera en los ¨²ltimos a?os, como el presupuesto municipal participativo de Porto Alegre, que se ha convertido en una referencia mundial en la materia y se ha extendido bajo diversas f¨®rmulas a centenares de ciudades de la regi¨®n. La apertura plena de los presupuestos, su an¨¢lisis por la ciudadan¨ªa, su selecci¨®n directa de prioridades, la rendici¨®n de cuentas, generaron una gesti¨®n local muy mejorada y redujeron sensiblemente los niveles de corrupci¨®n y de clientelismo.
A todo lo anterior deber¨¢ sumarse trabajar en la familia, la educaci¨®n y los medios masivos para fomentar una "cultura de la transparencia y la responsabilidad". Ambos significan que el otro importa. La corrupci¨®n es lo contrario: ego¨ªsmo maximizado. En los noventa, en Argentina, donde este a?o se est¨¢n llevando adelante 15 procesos judiciales contra pol¨ªticos, ex funcionarios, empresarios y banqueros de esa d¨¦cada, algunos sectores de la poblaci¨®n llegaron a invertir los valores. Los funcionarios y empresarios que robaban cubriendo sus operaciones eran percibidos como "unos vivos"; los que no lo hac¨ªan, "una especie de idiotas". La d¨¦cada de pol¨ªticas ortodoxas extremas destruy¨® parte de la clase media y de las oportunidades para la mayor¨ªa de la poblaci¨®n en ese y otros pa¨ªses de la regi¨®n, pero, adem¨¢s, erosion¨® profundamente los valores b¨¢sicos.
Las sociedades reaccionaron, pero hay que continuar trabajando ese plano fundamental. Los pa¨ªses que encabezan la tabla mundial de integridad, como los n¨®rdicos, tienen altos grados de equidad, instituciones s¨®lidas, un poder judicial ejemplar, pero, adem¨¢s, la cultura rechaza a los corruptos, son "parias sociales". La ilegalizaci¨®n "cultural" adem¨¢s de jur¨ªdica de la corrupci¨®n es la doble batalla a dar.
La investigaci¨®n de Harvard es alentadora, concluye que "despu¨¦s de todo, la corrupci¨®n no es un destino".
Bernardo Kliksberg es autor de numerosas obras. La m¨¢s reciente, escrita con el premio Nobel Amartya Sen, Primero la gente (Planeta/Deusto). Es asesor principal de la direcci¨®n del PNUD/ONU para Am¨¦rica Latina.
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