El p¨²blico manda
Desde siempre he tenido una actitud contraria al doblaje de la obra cinematogr¨¢fica por razones pura y estrictamente art¨ªsticas. El doblaje es en s¨ª mismo una aberraci¨®n que desvirt¨²a la obra audiovisual de una de sus caracter¨ªsticas esenciales: el audio. A mi ya larga trayectoria profesional de m¨¢s de 30 a?os me remito como prueba de ello; durante la cual he procurado por todos los medios a mi alcance defender y difundir las pel¨ªculas tal y como fueron concebidas por sus autores en su versi¨®n original. Por ello todo lo que afecte a su tergiversaci¨®n me parece algo que va contra natura.
Pero siendo ac¨¦rrimo defensor de la versi¨®n original soy igualmente consciente de que la supresi¨®n del doblaje ser¨ªa la muerte del Cine (con C may¨²scula) para nuestro p¨²blico que desgraciadamente, y no por culpa suya, est¨¢ habituado al consumo de las pel¨ªculas de forma absolutamente mayoritaria en su versi¨®n doblada y ello desde hace casi 70 a?os. Por tanto las medidas que se pretenden tomar no deben entenderse ni justificarse dentro de una concepci¨®n legal cinematogr¨¢fica sino por motivos ajenos al propio cine y que corresponden a unos intereses pura y exclusivamente pol¨ªticos de "normalizaci¨®n ling¨¹¨ªstica".
Por ello, y por muy nobles que sean los fines que se persigan, se trata una vez m¨¢s de utilizar la obra cinematogr¨¢fica para unos fines ajenos a su propia esencia. No creo que nadie est¨¦ en contra de estos fines, pero el procedimiento que se quiere emplear es absolutamente desproporcionado y perjudicial para el mantenimiento de la exhibici¨®n de las pel¨ªculas en las salas cinematogr¨¢ficas que hoy por hoy sigue siendo el objetivo prioritario de todo cineasta.
La industria del cine en sus tres sectores de producci¨®n, de distribuci¨®n y de exhibici¨®n est¨¢ en una profunda crisis desde hace varios a?os basada en algo tan elemental como real que es la disminuci¨®n progresiva de los espectadores. Y ello es debido a diversos factores que no voy a analizar en este momento pues me saldr¨ªa del objetivo prioritario de estas l¨ªneas. El muy loable deseo de que se exhiba m¨¢s cine en versi¨®n doblada al catal¨¢n no se va a conseguir mediante imposiciones legales hechas a espaldas de la industria y, lo que es m¨¢s importante, del p¨²blico. Todo cambio de h¨¢bito requiere tiempo, quiz¨¢ demasiado pero que ser¨¢ siempre el que imponga el espectador. De nada vale crear una enorme oferta si no existen consumidores. La educaci¨®n no se consigue ni a golpe de talonario ni a golpe de imposiciones. Es algo demasiado sutil para que sea banalizado por esas propuestas. En el fondo es lo mismo que la pugna entre el cine en versi¨®n original y el cine en versi¨®n doblada. La capacidad de elecci¨®n depender¨¢ siempre de quien compre la entrada y eso no se var¨ªa por las buenas. Si se desea que se aumente la asistencia al cine doblado al catal¨¢n h¨¢gase de forma paulatina, sin precipitaciones que van a tener efectos perversos y opuestos a los fines perseguidos y con unas consecuencias colaterales grav¨ªsimas para una industria muy debilitada.
Soy distribuidor y exhibidor de cine y puedo asegurar que nosotros no queremos subvenciones. Lo que queremos son m¨¢s espectadores. Por los motivos que sean hay una realidad hoy en Catalu?a y es tan sencilla como que el p¨²blico no se identifica con el cine doblado al catal¨¢n en las salas. Ignoro los motivos, pero es inadmisible camuflar la realidad manipulando estad¨ªsticas. Si se quiere fomentar su asistencia h¨¢gase de forma racional y que no perjudique ni a la industria ni a su p¨²blico potencial. Y no nos enga?emos. Ninguna ley por muy potente, bienintencionada y generadora de subvenciones m¨²ltiples que sea, cambiar¨¢ los h¨¢bitos del p¨²blico de la noche a la ma?ana, sino m¨¢s bien todo lo contrario. Si no, tiempo al tiempo.
Enrique Gonz¨¢lez Macho es el responsable de la distribuidora y exhibidora Alta Films.
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