Atasco en ¨®rbita: faltan guardias de tr¨¢fico
La primera colisi¨®n de dos sat¨¦lites dispara los riesgos que genera la basura en el espacio - No hay medios para controlar m¨¢s de 12.000 objetos - Europa prepara su propio sistema de alerta
?Hay que empezar a regular el tr¨¢fico en el espacio? ?Se pueden evitar los accidentes entre veh¨ªculos en ¨®rbita? Si se producen, ?qui¨¦n es el responsable? El choque entre sat¨¦lites no es ya una hip¨®tesis de tebeo sino una realidad, y todo apunta a que los accidentes van a ser cada vez m¨¢s frecuentes, dado el creciente parque de artefactos girando alrededor de la Tierra y la cada vez m¨¢s abundante basura espacial. Las repercusiones econ¨®micas de estos siniestros son enormes, y las empresas aseguradoras empiezan a tomar muy en serio esta contingencia, que hasta ahora era pr¨¢cticamente despreciable en el precio de las p¨®lizas. Pero no todo es dinero: tambi¨¦n aumenta el riesgo para las naves tripuladas.
El peligro para el transbordador, que parte ma?ana, ha aumentado un 6%
Empiezan a caer los primeros trozos del 'Kosmos' ruso destruido
El problema, latente desde hace tiempo, se ha desplegado en toda su extensi¨®n con la reciente colisi¨®n en ¨®rbita entre dos sat¨¦lites a 790 kil¨®metros de altura: el estadounidense Iridium 33, de comunicaciones, y el ruso Kosmos 2251, inactivo desde hace 14 a?os. Seg¨²n la NASA, ha aumentado en un 6% el riesgo de impacto catastr¨®fico en el transbordador Discovery, que despegar¨¢ la pr¨®xima madrugada hacia la Estaci¨®n Espacial Internacional. Los primeros restos del Kosmos 2251 empezar¨¢n a caer ma?ana, aunque son peque?os y se espera que se desintegren en la atm¨®sfera, ha informado Estados Unidos.
El sector espacial se plantea si pudo haberse evitado el choque de los dos sat¨¦lites, si se producir¨¢n demandas judiciales para pedir da?os y perjuicios y si las actuales recomendaciones del Comit¨¦ de la ONU para el Uso Pac¨ªfico del Espacio, creado en 1959, podr¨ªan tener m¨¢s efectividad. En todo caso, los expertos reconocen que hacen falta m¨¢s medios t¨¦cnicos, surgidos de la cooperaci¨®n internacional, para mejorar la seguridad del tr¨¢fico espacial.
El ej¨¦rcito estadounidense vigila m¨¢s de 12.000 objetos de m¨¢s de 10 cent¨ªmetros en ¨®rbita terrestre, incluida la basura espacial, y pasa los datos gratuitamente a las agencias y empresas espaciales de todo el mundo, incluidas las del viejo continente, aunque ahora la Agencia Europa del Espacio (ESA) prepara su propio sistema de vigilancia.
A ra¨ªz del accidente del Iridium 33 y el Kosmos 2251, la fuerza a¨¦rea estadounidense asegur¨® que no hab¨ªa previsto el choque, aunque s¨ª una conjunci¨®n (una aproximaci¨®n) de los centenares que se producen cada d¨ªa en la ¨®rbita baja terrestre (alrededor de los 800 kil¨®metros de altura). Hay que tener en cuenta que esta zona de ¨®rbita baja est¨¢ muy concurrida, ya que en ella se encuentra gran parte de los sat¨¦lites de comunicaciones y de observaci¨®n de la Tierra, incluidos los de meteorolog¨ªa y los de investigaci¨®n del clima, as¨ª como artefactos militares.
Pese a la reconstrucci¨®n oficial de los hechos, pronto surgieron otras teor¨ªas -la imaginaci¨®n es libre-, como que el Kosmos 2251 fue impulsado hacia el Iridium 33 por un peque?o arma antisat¨¦lite, o que hab¨ªa tratado de evitar la colisi¨®n otro sat¨¦lite con la mala fortuna de que se hab¨ªa cruzado en la maniobra con el Kosmos 2251. Pero no hay indicios de nada de esto.
Sin embargo, la negaci¨®n de los militares sobre la previsi¨®n de conjunci¨®n peligrosa tampoco se acepta sin m¨¢s, porque la realidad, seg¨²n los expertos, es que elaboran dos bases de datos, la que comunican a todos los interesados y otra m¨¢s precisa, que se considera demasiado sensible desde el punto de vista militar para uso p¨²blico. De forma excepcional, los operadores de sat¨¦lite pueden pedir a la fuerza a¨¦rea que la consulte si deducen que hay alto riesgo de colisi¨®n y ¨¦sta lo suele hacer.
De cualquier forma, con los datos de los militares estadounidenses, los propietarios de los artefactos en ¨®rbita (ya sean agencias espaciales o empresas privadas) pueden calcular el riesgo para sus artefactos y tomar las medidas pertinentes. As¨ª, por ejemplo, los responsables de la Estaci¨®n Espacial est¨¢n muy pendientes de lo que pueda suponer un peligro para la misma, para desplazarla si hace falta. Y ahora la NASA est¨¢ siguiendo con mucha atenci¨®n la evoluci¨®n de la situaci¨®n porque puede poner en peligro la misi¨®n del transbordador para modernizar y reparar el hist¨®rico telescopio espacial Hubble (a 580 kil¨®metros de altura) en mayo pr¨®ximo.
"El problema con los datos que suministran los estadounidenses es que te los dan procesados y desconoces el margen de error de cada uno de ellos, lo que nos dificulta los c¨¢lculos orbitales para conocer con antelaci¨®n el riesgo de colisi¨®n con suficiente precisi¨®n", explica Miguel Bell¨®-Mora, presidente de la empresa espa?ola Deimos Space, con alta reputaci¨®n internacional por sus trabajos de c¨¢lculos orbitales. Pese a ese inconveniente, Deimos ha analizado el accidente para ver con qu¨¦ precisi¨®n se podr¨ªa haber calculado el riesgo de colisi¨®n del Iridium y el Kosmos. Su conclusi¨®n es que "la fecha del encuentro entre los sat¨¦lites se puede predecir con bastante exactitud desde 20 d¨ªas antes de producirse", y considera que, con estos datos en la mano, los responsables de Iridium "muy probablemente habr¨ªan podido ejecutar una maniobra evasiva de su sat¨¦lite".
Iridium ha mantenido un perfil bajo desde el accidente y se ha limitado a repetir que no sab¨ªa que hubiera riesgo de colisi¨®n, por lo que no pudo tomar ninguna medida. "No movimos el sat¨¦lite porque no sab¨ªamos que hab¨ªa una raz¨®n para hacerlo", declar¨® su portavoz Liz de Castro.La verdad es que esta empresa est¨¢ apurando al m¨¢ximo sus sat¨¦lites, que en su mayor¨ªa han superado su vida ¨²til. Lo parad¨®jico de la situaci¨®n es que est¨¢ entre los primeros perjudicados, ya que los centenares de nuevos fragmentos de basura espacial (de su propio artefacto y del Kosmos 2251) ponen ahora en creciente peligro toda su constelaci¨®n de sat¨¦lites, que est¨¢ en la misma ¨®rbita que el accidentado. El Kosmos, por su parte, estaba inactivo y no hab¨ªa posibilidad de desplazarlo, ni a¨²n en el caso de que alguien quisiera hacerlo.
No s¨®lo es dif¨ªcil delimitar culpabilidades en este accidente, es que tampoco hay una ley que regule el tr¨¢fico en ¨®rbita. La ¨²nica regulaci¨®n, de cumplimiento voluntario -asumida, entre otros, por la NASA y por la ESA-, es la de las recomendaciones del Comit¨¦ para el Uso Pac¨ªfico del Espacio Exterior, de Naciones Unidas. Entre ellas, por ejemplo, se indica que ¨¦l due?o de un sat¨¦lite en ¨®rbita geoestacionaria (36.000 kil¨®metros), debe aprovechar el combustible final para apartarlo y que no se convierta as¨ª en un peligro para los dem¨¢s artefactos. En cuanto a las ¨®rbitas bajas, se recomienda que no se ponga all¨ª ning¨²n sat¨¦lite que pueda durar m¨¢s de 25 a?os. Tambi¨¦n habr¨ªa que expulsar el combustible de los sat¨¦lites que se dejan de usar para evitar las explosiones en caso de colisi¨®n.
Lo que pasa es que cuando un sat¨¦lite se queda sin combustible, deja de tener valor y se convierte -durante decenas de a?os como media- en un arma descontrolada para otros sat¨¦lites. Si un operador prev¨¦ una colisi¨®n, debe de sopesar si le vale la pena realizar la costosa maniobra para evitarla o no. Si la hace gasta combustible y acorta la vida del sat¨¦lite. Si no la hace, lo perder¨¢ y, adem¨¢s, generar¨¢ mucha m¨¢s basura espacial. Pero no tiene ninguna obligaci¨®n de hacer una cosa u otra, y hasta ahora no hay forma de hacerle responsable de los da?os que cause su decisi¨®n.
Todo esto puede repercutir en los seguros de las misiones espaciales. Hasta ahora cubren especialmente la peligrosa fase de lanzamiento, pero tras la colisi¨®n de febrero se han activado las alarmas tambi¨¦n en ese sector, y las compa?¨ªas han empezado a solicitar a sus asegurados informaci¨®n sobre los riesgos en ¨®rbita. De cualquier forma, para mitigar el problema de la basura espacial, lo primero y fundamental es tener buena informaci¨®n al respecto, as¨ª como capacidad de an¨¢lisis para evaluar los riesgos de colisiones.
El futuro Sistema de Seguridad Espacial de la ESA, que contar¨¢ con un radar en Espa?a, as¨ª como un centro de datos y varios telescopios, ser¨¢ un importante paso adelante. Pero habr¨¢ que esperar unos a?os. "Estamos en una fase de estudio de arquitectura del sistema, con un presupuesto de 55 millones de euros", explica Mercedes Sierra, responsable de programas espaciales del Centro para el desarrollo Tecnol¨®gico Industria (CDTI). "El programa va m¨¢s lento de lo previsto".
Se esfum¨® el 'Iridium 33'
El pasado 10 de febrero, el Iridium 33, uno de los sat¨¦lites de la red de 66 que la empresa estadounidense Iridium mantiene para proporcionar comunicaciones en cualquier punto de la Tierra (un servicio bastante m¨¢s caro que la telefon¨ªa m¨®vil) se esfum¨® sin previo aviso. Al d¨ªa siguiente, la empresa, cuya red de sat¨¦lites controla Boeing, el gigante de la aeron¨¢utica y la astron¨¢utica, pidi¨® ayuda al Centro Conjunto de Operaciones Espaciales de Estados Unidos, en la Base de Vandenberg de la Fuerza A¨¦rea, en California. Su red de 29 radares y telescopios ¨®pticos detect¨® dos nubes de fragmentos que indicaban que el Iridium 33 hab¨ªa chocado, a 790 kil¨®metros de altura, con el sat¨¦lite militar ruso Kosmos 2251, de mayor tama?o, que dej¨® de funcionar 14 a?os antes.
Las ¨®rbitas de los dos sat¨¦lites se cruzaban con un ¨¢ngulo de pr¨¢cticamente 90 grados, casi sobre el Polo Norte y cada uno de ellos viajaba a unos 7,5 kil¨®metros por segundo, ha calculado el experto Brian Weeden. Los sat¨¦lites no debieron de chocar de frente, porque el n¨²mero de fragmentos de m¨¢s de 10 cent¨ªmetros ya catalogado es de 500, no demasiado elevado, pero el accidente ha aumentado significativamente la basura espacial en ¨®rbita baja y amenaza el resto de la red de Iridium.
China quiso demostrar en 2007 su capacidad antisat¨¦lite destruyendo un sat¨¦lite muerto suyo, en ¨®rbita baja, con un misil. A finales de febrero, el Estado Mayor de la Fuerza A¨¦rea de Estados Unidos asegur¨® que sigue constantemente todav¨ªa nada menos que 2.200 de los m¨¢s de 3.000 fragmentos de aquel acto, mientras que ya han ca¨ªdo a la superficie terrestre los trozos que resultaron de la destrucci¨®n de un sat¨¦lite propio en 2008, que estaba descontrolado. Esta ¨²ltima operaci¨®n, que muchos observadores consideraron una respuesta a la iniciativa china, se realiz¨® a una altura mucho menor, unos 200 kil¨®metros. Ambas operaciones no tuvieron consecuencias diplom¨¢ticas a pesar de que aumentaron enormemente la basura espacial.
Seg¨²n el CNES franc¨¦s, que sigue 15 sat¨¦lites franceses en ¨®rbita baja y ha sido muy cr¨ªtico con la inacci¨®n de Iridium, en 2008 tuvieron 881 alertas de aproximaci¨®n, de las cuales, tras un posterior an¨¢lisis por su parte, 344 se elevaron a riesgo de colisi¨®n. De ¨¦stas, en 13 casos se detect¨® un choque potencial. En dos ocasiones hubo que recurrir a una maniobra de evasi¨®n para evitarlo.
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