Iberoam¨¦rica y la crisis econ¨®mica
Aunque la crisis econ¨®mica internacional a¨²n no ha castigado tanto a Am¨¦rica Latina como a los pa¨ªses m¨¢s desarrollados, sus efectos ya empiezan a sentirse. La regi¨®n, que junto a Espa?a, Portugal y Andorra constituye la Comunidad Iberoamericana, necesita compartir ideas y fijar posiciones.
Por eso, a primeros de este mes se celebr¨® en Oporto (Portugal) una reuni¨®n extraordinaria de ministros de Finanzas y gobernadores de los bancos centrales de nuestros 22 pa¨ªses.
El encuentro fue convocado por el Gobierno portugu¨¦s en su calidad de Secretar¨ªa Pro-Tempore de la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, que este a?o se celebra en Estoril. Y en este encuentro se intercambiaron ideas con los cuatro pa¨ªses iberoamericanos (Argentina, Brasil, Espa?a y M¨¦xico) que estar¨¢n presentes en la pr¨®xima reuni¨®n que celebra el G-20 en abril. Se cont¨®, adem¨¢s, con la participaci¨®n de representantes de organismos internacionales como el FMI, BID, CEPAL, CAF, OCDE, Banco Mundial y BEI.
Cuatro pa¨ªses de la comunidad -Brasil, Argentina, M¨¦xico y Espa?a- estar¨¢n en la cumbre del G-20
Para los pa¨ªses peque?os y medios, el apoyo de la banca regional es clave
La reuni¨®n se centr¨® en tres temas: la situaci¨®n de Am¨¦rica Latina y las medidas que est¨¢n adoptando los distintos pa¨ªses para afrontar la crisis; los principios de una reforma de los mercados financieros, y el papel que pueden y deben desempe?ar en estas circunstancias los organismos financieros internacionales.
Sobre el primer punto, qued¨® claro que, como dije al principio, si bien Am¨¦rica Latina no est¨¢ experimentando esa especie de tsunami que afecta a los pa¨ªses desarrollados, las olas pronto llegar¨¢n a sus playas. Sus efectos vendr¨¢n por el lado del cr¨¦dito, del comercio, de las expectativas y de las depreciaciones de los tipos de cambio.
En relaci¨®n al cr¨¦dito, la fuerte contracci¨®n afecta tanto al sector p¨²blico como al privado; cr¨¦dito escaso o inexistente y, por cierto, mucho m¨¢s caro. Empresas que se ven¨ªan financiando a tasas del 1% o el 2% por encima del L¨ªbor deben pagar ahora del 5% al 6%. Esto se nota, sobre todo, en la tasa de financiamiento de las exportaciones.
Por lo que se refiere al comercio, la dram¨¢tica bajada de la actividad econ¨®mica ha provocado una ca¨ªda muy fuerte de los altos niveles de precios que ten¨ªan las materias primas en los ¨²ltimos tiempos.
Pensando en las expectativas, el ambiente de incertidumbre y la falta de respuesta a los est¨ªmulos convencionales crean un clima general de desconfianza. Un aspecto claro es el relativo a las nuevas inversiones. Seg¨²n el Instituto de Finanzas Internacionales, este a?o s¨®lo ser¨¢n un tercio de las de 2008 y apenas el 15% de las de 2007. La ca¨ªda de las remesas de emigrantes agrega, ade-m¨¢s, su fuerte impacto en el bolsillo de las familias m¨¢s pobres.
En cuanto a las medidas, las pol¨ªticas de est¨ªmulo a la demanda interna que est¨¢n ejecutando los Gobiernos podr¨ªan no ser suficientes, as¨ª que quiz¨¢ haya que preparar medidas adicionales. Es fundamental defender los logros sociales de los ¨²ltimos a?os para no perder terreno en la lucha contra la pobreza. Lo peor de todo es el desempleo, que ha alcanzado y alcanzar¨¢ niveles alarmantes en todo el mundo. Tambi¨¦n en Am¨¦rica Latina.
Lo que se espera del G-20 es claro: crear una nueva arquitectura econ¨®mica basada en marcos regulatorios universales para el sistema financiero; implementar m¨¢s estrictos mecanismos de supervisi¨®n, y reforzar el papel del Fondo Monetario Internacional. Hace falta un aut¨¦ntico banco central mundial con recursos adicionales. Los 250.000 millones actuales son muy limitados para la magnitud del problema. Deber¨ªan, como m¨ªnimo, duplicarse, y deber¨ªan activarse los derechos especiales de giro, que hoy ser¨ªan un poderoso instrumento de apoyo financiero, especialmente a las econom¨ªas emergentes.
Las econom¨ªas industrializadas est¨¢n sufriendo efectos brutales en t¨¦rminos de destrucci¨®n de riqueza y empleo. Am¨¦rica Latina, por primera vez en d¨¦cadas, ni ha provocado la crisis ni est¨¢ peor que sus hom¨®logos en crecimiento, inflaci¨®n o d¨¦ficit p¨²blico. Pero el riesgo de que algunos pa¨ªses de la regi¨®n tengan que abandonar las pol¨ªticas antic¨ªclicas no es despreciable. El aumento de la pobreza y el freno a la emergencia de nuevas clases medias son muy preocupantes.
Las instituciones multilaterales son un veh¨ªculo para financiar las pol¨ªticas antic¨ªclicas y evitar programas de ajuste ante deterioros de la situaci¨®n econ¨®mica y financiera internacional. Sin embargo, su efectividad requiere nuevos instrumentos y mayor capacidad de pr¨¦stamo. Los procesos de ampliaci¨®n de capital de estas instituciones son lentos y, quiz¨¢s, llegar¨ªan tarde. Por ello, se necesitan mecanismos que ofrezcan opciones de inversi¨®n a los pa¨ªses acreedores que tienen reservas acumuladas.
El problema central del mundo hoy es la gran erosi¨®n de la confianza a todos los niveles de la sociedad y de los actores econ¨®micos. Restaurarla no es nada f¨¢cil, pero hay que centrarse en ese objetivo. Las r¨¢pidas reacciones de los Gobiernos a la crisis son elementos positivos que debieran dar sus frutos. Pero habr¨¢ que hacer mucho m¨¢s.
En primer lugar, restablecer la solidez de los sistemas bancarios, continuar, especialmente en los pa¨ªses centrales, con pol¨ªticas proactivas y concertadas de tipo fiscal, pero tambi¨¦n hacer frente a los rebrotes de proteccionismo comercial y financiero. Se oyen muchas voces de rechazo al proteccionismo, pero luego se contradicen con la realidad.
Hay que afrontar los problemas con medidas concretas que apunten a objetivos claros: muchas veces, la urgencia de los problemas lleva a actuar en m¨²ltiples direcciones que desdibujan el objetivo central y generan m¨¢s incertidumbre.
La experiencia nos ense?a a valorar la gran contribuci¨®n que pueden hacer a la confianza p¨²blica, los acuerdos pol¨ªticos de amplio espectro y la concertaci¨®n de pol¨ªticas econ¨®micas b¨¢sicas entre los sectores p¨²blicos y privados. Como se ha hecho recientemente en pa¨ªses como M¨¦xico y la Rep¨²blica Dominicana.
Es necesario que en la reu-ni¨®n del G-20 en abril y en los debates de la Asamblea Extraordinaria de Naciones Unidas de septiembre se aborden estas cruciales reformas para responder a las cuestiones que mucho tienen que ver con los or¨ªgenes de esta crisis. Y que se escuche la voz de Iberoam¨¦rica que, sin duda, ayudar¨¢ a encontrar soluciones.
A este prop¨®sito contribuyeron los debates en Oporto. Pero hay una iniciativa de este encuentro que no ha estado en los trabajos iniciales del G-20: la necesidad de aumentar sustancialmente el capital de trabajo, no s¨®lo del Fondo y el Banco sino, especialmente, de bancos regionales como el BID y la CAF. Para los pa¨ªses peque?os y medios de la regi¨®n con dif¨ªcil acceso a los mercados de capital internacional -sobre todo en estos momentos en que est¨¢n fuertemente demandados por las necesidades financieras de los pa¨ªses m¨¢s desarrollados-, contar con el apoyo de la banca regional es muy importante para afrontar los impactos de la crisis internacional.
Enrique V. Iglesias es secretario general Iberoamericano.
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