Una tribu bajo sospecha
No escolarizan a sus hijos, reconocen el castigo corporal como una forma de educarles, seg¨²n ex miembros, y rechazan en muchos casos los adelantos m¨¦dicos. La comunidad de Las Doce Tribus, que trata de vivir como los cristianos primitivos, se ha asentado en varias zonas de Espa?a
Te manipulan y te lavan el cerebro sinti¨¦ndose que ellos son los elegidos". Es el relato de un ex miembro de Las Doce Tribus, una organizaci¨®n espiritual que trata de vivir al estilo de los primeros cristianos. La Biblia es el ¨²nico libro que pueden leer sus adeptos, que obedecen a rajatabla la doctrina de Elbert Spriggs, un norteamericano que se autoproclama ap¨®stol y dice recibir ¨®rdenes directas de Yashua (Jes¨²s en hebreo). Los miembros tienen que abandonar su trabajo y sus pertenencias para vivir en comunidad, alejados de la "sat¨¢nica" influencia de la sociedad. No escolarizan a sus hijos y les acusan de golpear a los peque?os con una vara de madera.
La Guardia Civil, en un informe, se?ala que hay indicios de que Las Doce Tribus son un "grupo de manipulaci¨®n". En Espa?a tienen comunidades en Ir¨²n y San Sebasti¨¢n (Guip¨²zcoa), Pravia (Asturias) y Nerja (M¨¢laga), donde viven actualmente unas 150 personas. En el mundo cuenta con 3.000 miembros, en sitios tan diversos como Australia, Argentina y EE UU. "Esta nueva cultura se mantiene pura porque no permite que entre en ella nada extra?o o sucio que pueda contaminarla. Uno debe abandonarlo todo para formar parte de ella", explican para captar adeptos. Ellos mismos se definen como un nuevo movimiento que est¨¢ emergiendo en distintos puntos del planeta y que llegado el momento, "cuando la comunidad sea perfecta y pura, Yashua volver¨¢ y limpiar¨¢ la tierra de todo rastro de la vieja cultura".
Las autoridades han investigado a estas comunidades en Asturias y Andaluc¨ªa, pero no han intervenido en ellas
La granja de Las Doce Tribus en San Sebasti¨¢n se esconde en lo alto del monte Ul¨ªa, cerca de un acantilado que da al mar Cant¨¢brico. Aqu¨ª viven unas 30 personas, con familias. Hay desde un hombre de 40 a?os al que siempre le ha gustado "vivir en hermandad" hasta un ex presidiario arrepentido ahora de su vida anterior. La convivencia est¨¢ rigurosamente reglamentada. Se levantan al alba, mientras uno de ellos toca la guitarra y canta de habitaci¨®n en habitaci¨®n. La oraci¨®n y el trabajo marcan el d¨ªa a d¨ªa de los hermanos. Fabrican pan que despu¨¦s venden en una tienda ecol¨®gica que regentan en el centro de la ciudad. Todos adoptan un nombre hebreo al entrar en la comunidad. Para "evitar tentaciones", las mujeres no se depilan y visten con ropajes anchos. Ellos llevan barba poblada y se recogen el pelo en una coleta. Guil, nombre ficticio, de unos 50 a?os, es el ¨²nico soltero de la casa. Asegura que hace pocos a?os llevaba una vida fr¨ªvola. Drogas, sexo y alcohol. Puro rock and roll. Ahora ha cambiado, ha encontrado "la luz". Simp¨¢tico y de aspecto bonach¨®n, pone en duda que el visitante sepa lo que es el amor verdadero. "En realidad es eso que...", y deja las palabras en el aire. Chasquea los dedos buscando la definici¨®n. No la encuentra. "Cosas de la droga", dice ante un t¨¦ caliente. A continuaci¨®n se sienta Hanock, un joven robusto con mujer y varios hijos. ?l tiene claro que la educaci¨®n en la comunidad es la mejor que le pueden dar a los menores. "?Para qu¨¦ ir al colegio? Ah¨ª les dicen que el hombre viene del mono, algo rid¨ªculo. O que los homosexuales son gente normal". Habla tranquilo y con cierto aire po¨¦tico. A Hanock, tambi¨¦n una identidad ficticia, no le gusta que le digan que pega a sus hijos, sino que prefiere referirse a este hecho como "una instrucci¨®n". "Sencillamente, no les dejamos a su aire. Los ni?os cuando nacen son ego¨ªstas y s¨®lo piensan en ellos. No deben tener tiempo para pensar ni fantasear. Se apodera con facilidad el demonio de ellos", explica Hanock. Los ni?os, seg¨²n el testimonio de los que han convivido con ellos, son azotados con una vara de madera en las manos o las nalgas por desobedecer a los padres. "?Y para qu¨¦ leer otro libro que no sea la Biblia? No aportan nada a nuestra convivencia", a?ade.
A las siete en punto de la tarde se re¨²nen en el piso de arriba. Instantes antes de que empiece la minja, la ceremonia religiosa en honor a Yashua, Guil a¨²n sigue buscando en su cabeza lo que es el amor, sin ¨¦xito. En un peque?o sal¨®n, los miembros se colocan en c¨ªrculo, adultos y ni?os. Zacar¨ªas, un l¨ªder de esta comunidad, empieza a tocar la guitarra. Unos cuantos entran en el c¨ªrculo y se dan la mano. Bailan en zigzag. A continuaci¨®n, reflexionan sobre lo que han le¨ªdo ese d¨ªa en la Biblia o sencillamente sobre algo que les ha ocurrido. "Esta ma?ana he sentido envidia. Sent¨ª algo malo, muy malo. Sent¨ª la llamada del Maligno, pero lo rechac¨¦", expone una mujer con acento extranjero. Otro relata un vers¨ªculo que le agrada. Guil habla. Y por fin da con la tecla: "El amor: es dar la vida por los dem¨¢s". Sonr¨ªe satisfecho.
La comunidad, que no consta como entidad religiosa en el registro del Ministerio de Justicia, tiene negocios de venta de productos naturales, carpinter¨ªa, imprenta, colocaci¨®n de sistemas fotovoltaicos y distribuci¨®n de sal artesanal del sur de Portugal. Tambi¨¦n participan en ferias medievales. Ah¨ª los conoci¨® un ex miembro que prefiere mantener el anonimato. Apenas tard¨® una semana en irse a vivir a la casa de San Sebasti¨¢n con su mujer y una hija. De eso hace ya siete a?os. Se bautiz¨® con su familia en una inmersi¨®n en agua, como tienen que hacer los miembros al ser aceptados. A?os despu¨¦s, ¨¦l se cans¨® de ser "manipulado". "Ah¨ª no hay libertad. Te controlan por completo", dice. Ahora no quiere hablar mucho del asunto, est¨¢ cansado. ?l abandon¨® la casa con su familia, pero ellas -su esposa y su hija- volvieron a entrar. Est¨¢ resignado, ahora que vive solo y no las ve casi nunca.
Miguel Perlado es el presidente de la unidad de Atenci¨®n e Investigaci¨®n de Socioadicciones (AIS), una entidad privada que funciona desde hace 35 a?os. Ha tratado en muchas ocasiones con ex miembros de Las Doce Tribus. Opina que lo que les convierte en un grupo de riesgo es la vida en comunidad que realizan, y as¨ª logran que el control del grupo sea m¨¢s "f¨¦rreo" y que el adepto sea "poco accesible para su familia". "Toda la estructura de la comunidad y su funcionamiento corresponde a una secta coercitiva", explica. "En los ni?os, esta forma de vida crea m¨¢s problemas. ?nicamente tienen un criterio aprendido ah¨ª dentro. El control de la informaci¨®n es total. Todo es p¨²blico, el l¨ªder conoce de las experiencias de todos, sus miedos, sus culpas. No se tiende a respetar la individualidad de la persona", sostiene Perlado. Las charlas en grupo que tienen los adeptos, donde cuentan sus experiencias d¨ªa a d¨ªa, le parecen "una terapia muy salvaje". "Tienden a darle a todo un sentido muy culpabilizador. Preocupa mucho la mezcla de ni?os y adultos en estas charlas". Perlado tambi¨¦n cuenta que el grupo pone mucho ¨¦nfasis en contar con mujeres, pues ellas pueden tener descendencia y garantizar la supervivencia del grupo. De ah¨ª que el conflicto entre parejas que est¨¢n dentro surja cuando la mujer quiere quedarse y el hombre salir, como ocurre frecuentemente.
?ste es el caso de otro antiguo miembro que tampoco quiere facilitar su nombre para este reportaje, pese a que ha contado su vivencia en foros de Internet con nombre y apellidos. Es la historia de una lucha por sacar a su hijo de Las Doce Tribus. A ella entr¨® con su pareja, a la que iban a llamar Magdalena, con un beb¨¦ de ambos y dos hijos de ella fruto de relaciones anteriores. A los pocos meses de estar dentro, ¨¦l, que pide llamarse Naky, se quiso ir. Magdalena se opon¨ªa. Hubo denuncias mutuas. Finalmente, ella accedi¨®. "Entre tus hijos y Yashua ?a qui¨¦n elegir¨ªas?", le preguntaron los miembros de Las Doce Tribus a Magdalena cuando dijo que iba a irse. Y le recordaron el sacrificio de Abraham, su mano blandiendo un pu?al ante el cuello de Isaac, su primog¨¦nito. Si eliges a tus hijos es que no sirves para cuidarles, le soltaron a la mujer, que hac¨ªa d¨ªas que hab¨ªa decidido abandonar la comunidad junto con sus tres hijos.
Fuera le esperaba Naky. "A los beb¨¦s, cuando lloran, les amordazan y les cogen de los brazos para reducir su personalidad desde que son muy peque?os. Les pegan desde los seis meses, yo lo he visto. Es de verdad un lavado de cerebro. No quer¨ªa que mi hijo fuese un robot". Y termina: "Eso fue una pesadilla que por fin acab¨®. Ahora queremos empezar de cero una vida nueva". La ¨²ltima casa en la que estuvo Magdalena fue en las afueras de Pravia, ubicada sobre un terreno agr¨ªcola de cinco hect¨¢reas.
El ¨²nico suceso conocido en esta casa es la denuncia que present¨® en 2006 un vecino que dio pie a la investigaci¨®n de la Fiscal¨ªa de Menores. El lugare?o les acusaba de ser una secta y no tener escolarizados a los peque?os. En esa ¨¦poca, los servicios sociales de Asturias realizaron un informe, al que ha tenido acceso este peri¨®dico, que explica lo siguiente: "Los menores conviven con sus padres con un fuerte ideario y una vida muy mediatizada por la fuerte carga ideol¨®gica y religiosa y las normas de la comunidad. Si bien se valora que las necesidades b¨¢sicas de los ni?os est¨¢n cubiertas, no apreci¨¢ndose una situaci¨®n de riesgo". La Guardia Civil recomendaba realizar un examen psiqui¨¢trico a los peque?os sin escolarizar. A continuaci¨®n, un psic¨®logo del Instituto de Medicina Legal de Asturias explor¨® a los ni?os y concluy¨® lo siguiente: "No puede acreditarse que los menores, recibiendo la educaci¨®n alternativa que sus padres y entorno social les dispensan y los valores morales impl¨ªcitos en dichas ense?anzas, padezcan ning¨²n tipo de sintomatolog¨ªa o trastorno que pueda atribuirse a ning¨²n tipo de manipulaci¨®n". La fiscal¨ªa, a la vista de estos informes, archiv¨® el caso en 2006.
El informe hac¨ªa referencia a que Las Doce Tribus utilizan recursos sanitarios alternativos. Apenas acuden al m¨¦dico. En 2001, en Francia fueron condenados dos de sus miembros por la muerte de un ni?o, que sufr¨ªa cardiopat¨ªa cong¨¦nita, al que negaron la medicina moderna. Al menos en Espa?a, algunas familias han empezado a vacunar a sus hijos. La fiscal¨ªa, a la vista de estos informes, archiv¨® el asunto.
El Defensor del Pueblo andaluz, Jos¨¦ Chamizo, abri¨® tambi¨¦n una investigaci¨®n. Los servicios sociales del Ayuntamiento de Nerja visitaron la casa de la comunidad y no apreciaron ning¨²n riesgo para los menores. Un portavoz del Defensor dice que "el no llevarlos al colegio no supone obligatoriamente un caso de desatenci¨®n".
Los ni?os del grupo trabajan con sus padres en el campo. Las ni?as cosen y ayudan a hacer la comida en San Sebasti¨¢n. Tampoco van a la escuela. Sus padres prefieren educarlos en casa. El ejemplo es Spriggs, el l¨ªder, que define el razonamiento como "una influencia demoniaca del alma". "?Qu¨¦ suerte tienen los ni?os!", dice Guil, el soltero. "Est¨¢n puros, a diferencia de los que nos hemos criado fuera". Cree que ellos, "libres de pecado", podr¨¢n recibir inmaculados a su mes¨ªas. Un portavoz de la Consejer¨ªa de Educaci¨®n del Gobierno vasco se?ala que no le consta que en el caser¨ªo haya ni?os sin escolarizar. "Cuando haya alg¨²n tipo de denuncia se actuar¨¢", aclara.
Las cuatro comunidades de Las Doce Tribus ser¨¢n s¨®lo una en breve, ya que los dirigentes han acordado vender las tierras en las que actualmente se encuentran para instalarse a las afueras de Girona. En otros pa¨ªses, el grupo ha tenido m¨¢s problemas. Hace tres a?os fueron investigados en Francia por una comisi¨®n parlamentaria, ante la preocupaci¨®n de la escolarizaci¨®n. Los diputados afirmaron que los ni?os "no eran capaces de explicar el sentido de lo que leen". El presidente de la comisi¨®n francesa, al visitar la casa, declar¨® que tuvo la sensaci¨®n de encontrarse con "18 Natasha Kampusch", la joven austriaca que fue retenida por un individuo desde ni?a en un s¨®tano. En 2004, el Estado de Nueva York sancion¨® a dos comunidades por explotaci¨®n infantil, mientras que en Alemania varios de sus miembros fueron detenidos por el trato dispensado a los menores.
"Son la secta m¨¢s destructiva que hay ahora mismo en Espa?a. Se saltan a la torera la Constituci¨®n", opina Juantxo Dom¨ªnguez, concejal socialista de Pasaia (Guip¨²zcoa) y presidente de Redune, la asociaci¨®n de ¨¢mbito estatal para la prevenci¨®n de la manipulaci¨®n sectaria. Desde hace a?os trabaja con personas que salen de Las Doce Tribus. Considera al grupo "totalitario y perverso con los menores". Con Dom¨ªnguez se puso en contacto un chico extranjero que hace siete a?os lleg¨® a Valencia como alumno de Erasmus. Acab¨® enrolado en el grupo. Se entusiasm¨® con su modo de vida sencillo. Lo dej¨® todo, en contra de la opini¨®n de sus familiares. Todo le fue bien hasta el d¨ªa que dijo de irse, donde le esperaba "la muerte eterna". Le trataron como un judas, cuenta Dom¨ªnguez. Al verle, sus padres pensaron que ven¨ªa de un campo de concentraci¨®n nazi. Este joven no ha querido hacer declaraciones porque dice que va a denunciar por manipulaci¨®n a la comunidad, aunque su abogada explica que no ha movido el asunto por el momento.
Tras una sinuosa vereda junto a R¨ªo Seco, en Nerja, un cartel con flores pintadas da la bienvenida a los visitantes. Pero una vez dentro, los seguidores del ap¨®stol Spriggs se muestran hostiles con los periodistas. Un hombre fuerte, con acento andaluz y larga melena dice que no quiere hablar con la prensa. "De aqu¨ª hasta all¨ª, nosotros", dice, mientras se?ala la cancela que da a la calle. "A partir de ah¨ª, vosotros".
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