El rostro ara?ado de Sinatra y otros cuentos de cine
Recuerdos al hilo de la ruina del cinemat¨®grafo pionero de la sierra
La luz de su pantalla no volver¨¢ a verse eclipsada por la silueta de Cachichi, el acomodador hermano de aquel alcalde de San Lorenzo. No se escuchar¨¢ m¨¢s gritar la palabra "?sonoro!", surgida desde el gallinero, cuando la voz de los protagonistas se apague. El cine Variedades de San Lorenzo de El Escorial, como la mayor parte de los cinemat¨®grafos de la sierra, da sus ¨²ltimas bocanadas. La televisi¨®n y los v¨ªdeos, por un lado, m¨¢s una operaci¨®n comercial frustrada, por otro, dejaron desiertas sus salas. En 2007 ech¨® el cierre.
El lunes, el remate de su soberbio front¨®n acornisado se desprendi¨® y cay¨® al suelo. Todo un s¨ªmbolo, la misma semana en que se difunden los datos del cierre de salas. Fuentes de la propiedad restan importancia al episodio, pero el cine aparece cercado por una cinta blanca de "Prohibido el paso" que sustituye a las cintas negras de celuloide que dieron vida durante 87 a?os a uno de los primeros cines de la sierra. Todo un s¨ªmbolo del declive de las grandes salas como ¨¦sta, con 622 localidades, dentro de un edificio de cuatro plantas construido en torno a 1920 por el arquitecto Emilio Rivas L¨®pez.
"Los mejor comidos hac¨ªan de centuriones", cuenta un vecino
Se present¨® Ava Gardner desnuda, envuelta en un abrigo de pieles
En 1990, el Variedades fue troceado en tres salas, pero cerr¨® en 2007. El abatimiento del front¨®n demanda, de momento, una restauraci¨®n urgente. El edificio, con fachada apilastrada sujetada en m¨¦nsulas, goza de protecci¨®n estructural. No puede ser demolido, aunque su uso puede cambiar. Se encuentra en venta. Una fundaci¨®n planea transformarlo en un centro cultural multiuso. "La norma del Variedades era que si no hab¨ªa al menos tres espectadores se suspend¨ªa la sesi¨®n", cuenta Mariano Bl¨¢zquez, de 60 a?os, que evoca muchos recuerdos. "Mi mujer, muy cin¨¦fila", a?ade, "acudi¨® a la sala un d¨ªa de diario, pero s¨®lo estaban otra se?ora y ella; les proyectaron la pel¨ªcula y se puso bien contenta", recuerda con una sonrisa.
Nada que ver con el episodio vivido en 1970, cuando corri¨® como la p¨®lvora la voz de que se iba a proyectar una pel¨ªcula -con desnudo- de Mar¨ªa Jos¨¦ Cantudo. "La sala se llen¨® hasta los topes. Los chicos entraban, dir¨¦ mejor, entr¨¢bamos, hasta por las ventanas: ?hay que ver lo borregos que ¨¦ramos!", comenta Bl¨¢zquez. "Tuvo un billar en la planta baja y un gimnasio", recuerda un octogenario, Eugenio, que mira el edificio con cari?o. "Aqu¨ª tuvimos otro cine m¨¢s, el Lope de Vega; all¨ª asist¨ªamos a dos guerras: la de la pantalla y la otra, la que ten¨ªamos contra las ratas", se?ala Bl¨¢zquez. Tambi¨¦n funcion¨® otro, el cine Woody.
San Lorenzo de El Escorial fue, durante la posguerra, escenario de rodajes. "Durante la filmaci¨®n de una de romanos, creo que se llamaba Ursus, en la plaza de toros, me vistieron con una t¨²nica por si acaso; pero lo m¨ªo no era ser figurante, ten¨ªa ocho a?os, sino llevar el botijo; hac¨ªa un calor de tres pares de narices, tanto, que todos los vecinos, que hac¨ªan de extras, en vez de gritar 'Ave C¨¦sar' como ped¨ªa el gui¨®n, berreaban '?Aguaaa!' Y para all¨¢ que iba yo con el botijo", se r¨ªe Bl¨¢zquez. "Los universitarios, mejor comidos, hac¨ªan de centuriones y nosotros, peor comidos, de plebe".
En San Lorenzo de El Escorial fueron rodadas escenas de Orgullo y pasi¨®n, de Stanley Kramer, con Sof¨ªa Loren, Cary Grant y Frank Sinatra. Trataba de la historia de un ca?¨®n fundido y acarreado por espa?oles e ingleses para combatir a las tropas de Bonaparte. Incluso lo metieron en la bas¨ªlica del monasterio. "Era fant¨¢stico asistir a todo aquello; si hac¨ªas de extra te pod¨ªan llegar a dar 25 pesetas por d¨ªa", destaca Bl¨¢zquez.
Muchos vecinos de San Lorenzo dicen conocer un episodio colateral al rodaje, que narra Enrique Herreros, el hombre del cine espa?ol en Hollywood, en su libro Bombones y caramelos. "El hotel Felipe II, donde se alojaba Sinatra, ten¨ªa un excelente piano. Una noche, Frank pidi¨® un tel¨¦fono a Pedro Vidal, ayudante de Kramer, y una conferencia con Madrid, que sorprendentemente fue inmediata. Mantuvo descolgado el auricular y se puso al piano a cantar suavemente con su voz grave. Poco despu¨¦s", relata, "se present¨® en el sal¨®n Ava Gardner, envuelta en un abrigo de pieles, aunque por debajo iba completamente desnuda. Ambos se marcharon". Herreros puntualiza: "Ava viv¨ªa en la calle del Doctor Arce, 11, de Madrid, en el mismo edificio que el general Per¨®n". El remate fue que a la ma?ana siguiente "Frankie apareci¨® en el rodaje con rasgu?os en el rostro".
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