Locura
Esquilo estaba tr¨¢gicamente seguro de que a quien los dioses quieren destruir, primero le vuelven loco. Calculando el terror que nos inspira la locura a los aparentemente cuerdos podemos imaginar tibiamente el atroz sufrimiento del que la padece cuando ¨¦sta entra en erupci¨®n. Hubo dos personas muy queridas para m¨ª que un d¨ªa decidieron no soportar m¨¢s a sus monstruos y lanzarse a la nada. Consecuentemente, esa tem¨¢tica sobre la anormalidad me provoca inquietud, escalofr¨ªo, piedad.
Ione Hern¨¢ndez y Julio Medem hicieron posible hace tres a?os un documental impagable sobre esas tinieblas mentales titulado Uno por ciento. Esquizofrenia. Aparec¨ªan los testimonios de gente que hasta ese momento hab¨ªa logrado sobrevivir a la batalla con su salvaje enfermedad, que afortunadamente pod¨ªa contar su infierno.
Vuelvo a sentir ese desasosiego cuando finaliza en Canal + El perd¨®n. No es una ficci¨®n con afanes psicologistas y tenebrosos sobre jovezno tarado que se carga a su padre. Habla de algo que ocurri¨® en la realidad. El protagonista se llama Andr¨¦s Rabad¨¢n, pero el sensacionalismo hizo que le conoci¨¦ramos en la epoca del parricidio con la denominaci¨®n m¨¢s vendible de el asesino de la ballesta. Lleva muchos a?os en el trullo y el dilema de la justicia es si existe rehabilitaci¨®n y amnist¨ªa para este hombre aparentemente curado de su esquizofrenia paranoide, querido por sus colegas, su esposa y una hermana que conoci¨® las ra¨ªces del espanto, dibujante excepcional, escritor de sus angustias carcelarias, expresivo, inteligente, penetrante, autocr¨ªtico.
Y puedes entender su desequilibrio homicida, que asaetera a un padre que violaba a su hija y que provoc¨® el suicidio de su esposa. Pero antes del asesinato, ese atormentado chaval intentaba descarrilar trenes. ?Qu¨¦ hacer con ¨¦l? Qu¨¦ alivio siento de no tener que ser su juez.
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